
Diferencias entre Asperger, autismo y “alto funcionamiento”.
Rv. Para ser diagnosticado con trastorno de Asperger la persona no ha debido tener retraso en la adquisición del lenguaje y su cociente intelectual debe situarse en los límites de la normalidad (o por encima de la media).
Según el «Grupo de Estudio de Trastornos del Espectro Autista» del Instituto de Investigación de Enfermedades Raras – Instituto de Salud Carlos III ambos aspectos (adquisición del lenguaje e inteligencia) son esenciales para el diagnóstico y diferencian el Asperger, que actualmente sería un TEA1, del resto de los trastornos del espectro autista (TEA).
¿Cuáles son las otras diferencias?
Muchos expertos cuestionan que se requiera una ausencia de retraso en el lenguaje como elemento clave para el diagnóstico, ya que, en realidad, muchas personas diagnosticadas con Asperger habrían presentado cierto retraso en la adquisición del habla.
Los sistemas internacionales actuales de clasificación provocan cierta confusión, ya que basta con utilizar palabras a los dos años, y frases comunicativas a los tres, para tipificar un desarrollo “normal” del lenguaje.
Esto realmente no refleja la complejidad de un posible retraso en el lenguaje y la comunicación.
Respecto a la etiqueta.
El concepto de “alto nivel de funcionamiento” no está aceptado en los manuales clasificatorios. Normalmente se suele utilizar para las personas con autismo que presentan inteligencia límite o para aquellas sin discapacidad intelectual pero con retraso del lenguaje.
La diversidad en la interpretación del término desaconseja su uso hasta que se establezca, si se establece, una definición que sea válida, fiable y útil.
El autismo se puede asociar con cualquier otra enfermedad o trastorno del desarrollo, psicomotor, sensorial, emocional o del comportamiento.
Más vulnerables a otros trastornos y algunas enfermedades.
De hecho las personas con estos trastornos tienen mayor vulnerabilidad para otros problemas que la población general.
El origen de esta vulnerabilidad es doble:
- Por una lado existen ciertas enfermedades que afectan al cerebro que se presentan con una mayor frecuencia en las personas con TEA (epilepsia, esclerosis tuberosa, neurofibromatosis, etc.).
- Por otro lado, tener que encajar en un entorno que no comprenden, o que no está adaptado a sus necesidades, influye a la hora de generar otros problemas como ansiedad, depresión, conductas violentas, obsesiones, trastornos alimenticios o del sueño, etc.
Los primeros estudios que señalaban una frecuencia de un 30% de epilepsia en las personas con autismo (especialmente en casos de convulsiones de inicio en la pubertad) no están actualmente confirmados estableciéndose que esta cifra es menor si se consideran todos los TEA.
Para buscar y leer:
Fuente: Grupo de Estudio de Trastornos del Espectro Autista. Instituto de Investigación de Enfermedades Raras- Instituto de Salud Carlos III