
La normalidad no existe.
En las personas con trastornos del espectro autista se entiende que existen «anormalidades» que son las que dan pie a su diagnóstico, por ejemplo déficits en las interacciones sociales y los comportamientos excéntricos, que son características que persisten durante toda la vida en esa persona. La mejor manera de entender a un Asperger/TEA es entender a la persona que hay detrás del diagnóstico.

Informarse sobre esas diferencias y rasgos propios de los trastornos del espectro autista (TEA) es imprescindible para las personas con trastornos del neurodesarrollo, especialmente el síndrome de Asperger, sus parejas y familiares, para los padres de menores con el diagnóstico o que están pasando ahora el proceso diagnóstico y para todos aquellos que sospechen que podrían tener/ser Asperger. También conviene, en el caso de que el diagnosticado sea un menor, informarse respecto al acoso escolar y las burlas entre iguales. Es decir, conocer qué es acoso y saber diferenciarlo de una pelea o discusión aislada, saber cómo se detecta, qué podemos hacer y tener presente que los niños con trastornos del espectro autista son casi siempre víctimas de esta atrocidad.
Características como el perfeccionismo rígido que lleva a retrasar la realización de las tareas, la desmotivación, la dificultad para comprender términos abstractos, la inatención (o hiperfocalización), los problemas de organización, gestión y uso del tiempo, la escasa comprensión de las normas laborales implícitas, las conductas extravagantes, la rigidez mental y comportamental, etc., son crónicas en este trastorno. Pero de todos modos el autismo y el síndrome de Asperger, como síndromes que duran toda la vida, no impiden que el desarrollo continúe (aunque a otro ritmo o por otro camino) y muchas personas con un trastorno del espectro autista (TEA) aprenden a adaptarse muy bien a sus dificultades e interactúan y se desenvuelven en sociedad con normalidad.

El pacto social dificulta la integración de las personas con síndrome de Asperger y les hace sentirse diferentes, excéntricos, marginados e incluso discriminados con cierta frecuencia. «Todas las personas presentamos algún signo de autismo alguna vez en nuestras vidas sin que sea significativo ni patológico, igual que todas pasamos por etapas más depresivas o más eufóricas, o tenemos momentos en los que nos resulta imposible concentrarnos y proyectos absorbentes de vez en cuando. Eso no significa que tengamos un trastorno neurológico o psiquiátrico: sencillamente somos humanos(…) Los Asperger tienen una forma diferente de procesar la información, de ver la vida, y ciertas dificultades para adaptarse a los convencionalismos sociales. Sin embargo son solo eso, convencionalismos, que bien podrían ser otros, muy diferentes, que hicieran que las normas sociales dieran un vuelco y lo aceptable y previsible fuera algo diferente a lo que hemos pactado que sea.» Mundo Asperger y otros mundos en la nota de la autora.