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Acoso: violencia escolar y conflictividad escolar.

Una enseñanza de calidad e igualdad de oportunidades exige que la escuela se desenvuelva en un entorno libre de violencia, donde el alumnado pueda desarrollar plenamente su personalidad y sus capacidades. 

Entre los objetivos que debe conseguir nuestro Sistema educativo se encuentra la educación para la prevención de conflictos y resolución pacífica de los mismos, así como para la no violencia en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social del alumno.
   El acoso escolar (o bullying) es un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica y/o agresión física de un/os niños hacia otro, que se convierte en blanco de reiterados ataques. Atenta contra la dignidad del niño y sus derechos fundamentales. Es sinónimo de hostigar y tiene determinadas características que es importante definir y delimitar. Entre ellas:
  – Es una conducta agresiva deliberada, que implica un desequilibrio de poder o de fuerza (Nansel et al., 2001; Olweus, 1993).
  – Debido a la diferencia de poder al menor acosado le resulta difícil o imposible defenderse.
  – El acoso escolar se repite una y otra vez en el transcurso del tiempo.
  – El dolor del hostigado es sostenido, no se limita al momento del ataque.
  – Es fundamental la presencia de testigos que aprueben el maltrato activa o pasivamente.
   El mayor aliado del acoso es el silencio. Los chicos y chicas realizan estas acciones fuera de la mirada del adulto y nadie se anima a denunciarlas.


   Los Tribunales de Justicia han definido este fenómeno como cualquier forma o conjunto de actitudes agresivas, intencionadas y repetidas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más estudiantes contra otro u otros. El que ejerce acoso lo hace para imponer su poder sobre el otro, a través de constantes amenazas, insultos, agresiones, vejaciones, etc., y así tenerlo bajo su completo dominio.

En este sentido el acoso escolar son todas aquellas conductas, en general permanentes o continuadas en el tiempo, y desarrolladas por uno o más alumnos sobre otro, susceptibles de provocar en la víctima sentimientos de terror, de angustia e inferioridad idóneos para humillarle y quebrantar, en su caso, su resistencia física y moral. 

Así las cosas podemos señalar que el fenómeno del acoso y ciberacoso se caracteriza por las siguientes notas:
   a) Intencionalidad: Existe en el agresor o agresores una intención inequívoca de hacer daño de forma deliberada a otro alumno o alumnos. La agresión infringida a la víctima no constituye un hecho aislado, y se dirige a una persona concreta con la intención de convertirla en el centro de los ataques. La motivación que guía a los autores del acoso a través de sus acciones destructivas es hacer el mayor daño posible a la víctima. Es necesario, por consiguiente, una actitud dolosa del agresor.
   b) Desequilibrio de poder: El acosado siempre se encuentra en una situación de inferioridad respecto del acosador, llegando a producirse una desigualdad de poder físico, psicológico o social, que genera a su vez un desequilibrio de fuerzas en las relaciones interpersonales, y que hace que la víctima no pueda defenderse fácilmente por sí misma.

Supone una perversión de las relaciones entre iguales al desaparecer el carácter horizontal de la interacción, es decir, de la relación de igualdad, que es sustituida por una relación jerárquica dominación-sumisión entre el agresor y la víctima. Mientras que el acosador experimenta una sensación de seguridad, pleno control, y manejo de la situación, en cambio la víctima posee un sentimiento de indefensión, humillación, que la sume en un negativismo hacia sí misma. 

Este desequilibrio de poder está presente en muchos casos en los alumnos con alguna discapacidad física, psíquica o sensorial, los cuales tienen más posibilidades de sufrir acoso en el centro educativo. Pero también este desequilibrio puede venir por ser la víctima diferente o destacar del resto. El alumnado “diferente” –entendiendo por tal aquel que se separa de los roles generales– tiene mayores probabilidades de ser acosado. Por tal razón no es infrecuente que sean víctimas de acoso asimismo los alumnos más sobresalientes desde el punto de vista intelectual o aquellos otros que por su apariencia externa o su forma de vestir destacan del resto.
   c) Reiteración: Se trata de una violencia ejercida y repetida en el tiempo. Una reiteración de la conducta agresiva que se expresa en una acción agresiva que se repite en el tiempo y la víctima la sufre de forma continuada, generando en ella la expectativa de ser blanco de futuros ataques.

El marco temporal del acoso se puede prolongar días, semanas, meses e incluso años, incrementando la gravedad de las secuelas de aquellos que reciben los ataques. Un hecho aislado, por muy grave que sea, no es considerado acoso escolar, con la salvedad de que este ataque se haya realizado usando las tecnologías de la información y comunicación (TICs). El acoso escolar es una forma de maltrato, no es un conflicto aislado, por ejemplo no es acoso:
     –  Una pelea aislada en el patio.
     –  No invitar a la casa a jugar, a menos que se trate de una actitud reiterada que anime al grupo a rechazar y ningunear al otro menor de forma reiterada.
     –  Discutir por una partida de ajedrez, fútbol o cualquier otra cuestión que requiera la expresión de opiniones.
     –  Peleas entre dos grupos que sean aisladas y eventuales.
     –  No querer ser amigo de alguien, ya que todos somos libres de elegir quién nos gusta y quién no para entablar una amistad.
     – Sentir que un compañero no le cae bien. No todo el mundo nos gusta por igual. No es acoso el simple hecho de que una persona no te guste siempre que no se ataque o agreda a esa persona.
     – Relacionarse “solamente”con dos o tres compañeros.
     – No querer ir a un cumpleaños. ↓

La violencia en las escuelas, y más concretamente el maltrato entre iguales o acoso escolar, ha venido siendo objeto de debate en los últimos tiempos, sobre todo tras algunos hechos de especial gravedad difundidos por los medios de comunicación social, y con una amplia repercusión mediática, que han propiciado la existencia en la ciudadanía de un clima de temor y preocupación sobre lo que puede estar ocurriendo en los centros escolares.

Sin embargo, la conflictividad en la escuela ha existido siempre. Todos podemos recordar experiencias pasadas donde algunos de nuestros compañeros fueron objeto de burlas, descalificaciones o eran excluidos
para participar en los juegos del patio. La diferencia esencial con el momento presente es que ahora estas conductas ni se aceptan, ni se justifican. (Informe del defensor del pueblo de Andalucía).

Debemos distinguir y delimitar claramente dos conceptos: violencia escolar y conflictividad
escolar.
Cuando nos referimos a la primera, a la violencia, estamos aludiendo a situaciones graves de conflictividad que se producen en el entorno educativo y en las que concurren factores de especial relevancia tales
como agresiones físicas o sexuales, robos o vandalismo. Por el contrario, el término conflictividad escolar es más amplio ya que recoge no sólo los episodios graves de violencia expresa, sino también ese conjunto de
situaciones problemáticas –vejaciones, faltas de respeto, desobediencia, indisciplina, etc.– que pasan desapercibidas para los medios de comunicación, pero llegan a conformar situaciones de quiebra generalizada
de la convivencia en algunos centros docentes, afectando especialmente a la normal impartición de las clases e incluso provocando serios problemas de salud a alumnos y docentes (depresiones, fobia escolar, etc.)
Es necesario, por consiguiente, diferenciar los conceptos que integran ese complejo fenómeno denominado conflictividad escolar, distinguiendo con un criterio claro y comprensible, los supuestos graves de ruptura de la convivencia escolar (agresiones físicas y psicológicas, vandalismo, insultos, amenazas, agresiones con el uso de las TIC, etc.), de aquellas situaciones menos graves o leves (simple indisciplina, falta de respeto, desobediencia, etc.) que son consustanciales a
la propia dinámica de los grupos de menores que conviven en un mismo entorno y que sólo precisarían de medidas disciplinarias también de carácter educativo.

 

 Para hablar de acoso debemos indagar acerca de la intencionalidad de las conductas de los chicos y chicas y ver si hay un líder intentando aislar a un compañero. Además hay que tener en cuenta que el acoso está íntimamente relacionado con la discriminación pero que no son sinónimos. Hay conductas discriminatorias que no necesariamente desembocan en acoso y la intervención para solucionarlas es diferente a la intervención para evitar y prevenir el acoso. 

El acoso escolar se puede realizar a través de diversas modalidades. La víctima puede sufrir un maltrato directo, es decir, agresiones de tipo intimidatorio que, a su vez, pueden incluir un daño físico o verbal, o bien, puede ser objeto de un maltrato indirecto, como lo es la exclusión social. De esta forma, las modalidades de acoso escolar podrían quedar englobadas en maltrato físico, maltrato verbal y exclusión social. En la primera la víctima podrá ser amenazada, recibirá golpes, le robarán o esconderán sus cosas y material y, en los supuestos más graves, podrá ser objeto de acoso sexual.

Cuando las agresiones son verbales, el agresor o agresores insultarán, pondrán motes, o descalificarán a la víctima. Y cuando la modalidad es la exclusión social, a la víctima se le ignorará o no se le permitirá participar en
las actividades. En muchas ocasiones, y en los casos de mayor gravedad, lamentablemente el alumno o alumna acosado suele sufrir simultáneamente más de un tipo de maltrato, y así, además de recibir golpes o ser objeto de descalificaciones, también suele estar marginado en las actividades del grupo, especialmente en el tiempo de recreo.

El acoso escolar está constituido por la repetición y la continuidad de distintas conductas de acoso o violencia escolar. Por tanto ha de establecerse en función de la existencia de conductas de acoso y nunca en función de los daños. La repetición de conductas de maltrato contra un niño victimizado en un proceso de acoso escolar es suficiente como para generar esa vivencia de amenaza y peligro que luego genera el síndrome de estrés postraumático.

En resumen, entonces, se podría decir que existen los siguientes tipos de acoso:
   – Físico, como golpear, patear, empujar, romper pertenencias.
   – Verbal, que implica burlarse, poner apodos, insultar.
   – Social, que representa acciones como la de hacer el vacío, aislar al hostigado, ignorarle o difundir rumores sobre esa persona para dañarle.
Los tres tipos de intimidación (físico, verbal, social) tienen un componente de maltrato psicológico importante latente en todos y cada uno de ellos.

Por otro lado, y de más reciente aparición, está el ciberbullying o ciberacoso. Es el acoso escolar a través de e-mails, blogs, mensajería instantánea, redes sociales, mensajes de texto, imágenes digitales enviadas a través de teléfonos móviles, salas de chat, carteleras web y demás páginas disponibles.

Lamentablemente permite sostener el hostigamiento a toda hora y desde cualquier lugar así que repercute en la escuela aunque no se realice dentro de ella. Puede ser directo (envío de mensajes, agresiones directas en redes sociales, salas de chat o juegos on line) o indirecto (por delegación, supone un desarrollo de mayor capacidad estratégica).

Presenta ciertas características similares al acoso tradicional (conducta agresiva, desequilibrio de fuerzas entre hostigador y hostigado, y reiteración), pero también algunas diferencias, fundamentalmente el anonimato que brindan las nuevas tecnologías y la accesibilidad permanente. 

Muchas son las formas utilizadas por los acosadores para infringir daño utilizando las TIC, sin embargo las más habituales serían las siguientes:
   – Envío repetido de mensajes ofensivos e insultantes hacia un determinado individuo.
   – Luchas online a través de mensajes electrónicos (chat, mensajería instantánea vía móvil, SMS, redes sociales, etc.) con un lenguaje enfadado y soez.
   – Envío de mensajes que incluyen amenazas de daños y que son altamente intimidatorios. Además, se acompañan de otras actividades (acecho, seguimiento) en la red que hacen que la persona tema por su propia seguridad.
   – Enviar o propagar cotilleos crueles o rumores sobre alguien que dañan su reputación e imagen o la dañan ante sus amigos.
   – Pretender ser alguien que no se es y enviar o difundir materiales e informaciones online que dejan mal a la persona en cuestión, la ponen en riesgo o causan daño a su reputación ante sus conocidos y/o amigos.
   – Compartir online información secreta o embarazosa de alguien. Engañar a alguien para que revele información secreta o embarazosa que después se comparte online. Publicación de datos personales, fotografías, etc.
   – Excluir intencionalmente a alguien de un grupo online, como una lista de amigos.
   – Enviar programas basura: virus, suscripción a listas de pornografía, colapsar el buzón del acosado, etc.
   – Grabar y colgar en internet vídeos de peleas y asaltos a personas a quienes se agrede y que después quedan expuestas a todos.
   – Grabar actividades sexuales en el móvil o con webcam y enviarlo a la pareja, quien lo comparte con sus amigos con la intención de molestar y denigrar intencionadamente.
   – Utilizar un blog personal para denigrar y hablar mal de una persona.
   – Manipular materiales digitales: fotos, conversaciones grabadas, correos electrónicos, cambiarlos, trucarlos y modificarlos para ridiculizar y dañar a la víctima.
   – Robar contraseñas para suplantar la identidad de la víctima y de este modo insultar o vejar a terceras personas, creando enemistades para aquella.


También está proliferando en los últimos tiempos la creación de rankings negativos. Consiste en abrir un perfil en alguna red social como si fuera la víctima, incluso con una foto de la misma, y poder descalificarla (ranking a la más fea, a la más empollona, etc.)↓



Los docentes pueden trabajar para prevenir también la aparición del ciberacoso y pueden tener herramientas para detectar cuándo sus alumnos se inicien en dichas prácticas y también es fundamental que a nivel familiar haya acuerdos y comunicación acerca del uso de Internet y telefonía móvil.

Es necesaria una supervisión responsable y específica del profesorado y personal no docente de los centros educativos, tanto en clase como en espacios no estructurados  como el recreo, transporte escolar, comedor, excursiones, salida y entrada del centro educativo, etc. y, por tanto, se hace necesaria una intervención preventiva por parte de docentes, tutores, equipos directivos y orientadores de colegios e institutos así como de la inspección educativa en todos sus niveles.

Ni los padres ni los profesores pueden permitirse esperar hasta que un niño desarrolle secuelas psicológicas para tomar medidas ante el acoso, entre otras cosas porque las secuelas psicológicas más habituales que deja el acoso escolar son muy graves en la mayoría de los casos.


 «Si tiran a un niño por la escalera, el colegio es responsable civil, y el profesor, responsable penal«. Esther Arén, inspectora Jefe de la Policía Nacional y experta en acoso escolar, que pide a los docentes que hablen de él como un «delito» y nunca tapen un caso. 

Esta experta en ciberacoso y acoso escolar lleva años pisando las aulas para meterle a los chicos en la cabeza que las conductas violentas son un delito, que los que miran no deben guardar silencio y que no hay chivatos en esta historia sino niños ejemplares. Pero no son los únicos que necesitan pedagogía, dice, los padres, los docentes y los pediatras deben conocer el mundo en que se mueven los chavales y desterrar tabúes y mentiras como que «son cosas de niños o que lo mejor es taparlo». 

Arén conoce muy bien cómo piensan los niños de hoy porque visita colegios de toda la Comunidad de Madrid casi a diario para prevenirlos.

Aparece ante los chavales vestida con el uniforme, con las uñas pintadas de azul y sin pelos en la lengua. La respuesta son decenas de bocas abiertas y muchas sonrisas. Así se gana su confianza y pierden el miedo o la vergüenza. «Si les hablas en su idioma, se abren porque los niños son esponjas», reconoce en una entrevista para el diario El Mundo.

Hay que trabajar con los padres, los docentes, e incluso con los pediatras. «Nos dimos cuenta de que para abordar el acoso, había que hacer grupos multidisciplinares», explica. Y en ésas está su equipo (un centenar de profesionales), que con el tiempo han ido extendiendo las charlas a padres, docentes y pediatras.

El motivo de ampliarlo a los médicos es porque los niños llegan a estas consultas con sintomatología, «les hacen pruebas y no dan con lo que les pasa. Lo que ocurre es que en verdad tienen un problema de acoso y no quieren ir al colegio o lo somatizan. Algunos acaban teniendo problemas cutáneos por el estrés que les genera, otros hasta intentan suicidarse», lamenta.

El acoso escolar es causante directo de cientos de muertes al año, ya sea por homicidio o por inducción al suicidio, se lleva la vida de niños y jóvenes en todas partes del mundo, enferma a miles de estudiantes cada año también, que en general abandonan sus estudios, o los sobrellevan con angustia y cansancio como si de una cotidiana tortura se tratase.

Es necesario entender que las relaciones sociales en el medio escolar se encuentran entre las más significativas del proceso de socialización. Estas relaciones tempranas determinarán aspectos importantes de la personalidad y de los recursos psicológicos del individuo. Por tanto sufrir acoso escolar puede generar importantes daños sobre el desarrollo de la autoestima y la personalidad. ↓

Los niños acosadores siempre acosan por los mismos motivos: o bien para conseguir algo o bien porque sienten una envidia profunda ante alguna característica del niño acosado. Acosar es la forma que tienen para conseguir sentirse populares. «Nadie tiene la culpa de ser hostigado.

Nadie hace ni hizo nada para merecer ser dejado de lado, burlado o maltratado. Si te hacen creer eso, pedí ayuda. Contáselo a alguien. Acercarte al compañero que sufre acoso, tal vez sólo diciéndole “qué feo lo que te están haciendo, lo lamento”.

Así se va a sentir menos solo. Imagínate, por un ratito, cómo se debe sentir… trata de ser su amigo. Si te dan ganas, organiza alguna actividad con los chicos de tu grado para decir “nosotros queremos una escuela libre de bullying”. Propón que en tu aula haya un buzón, un cuaderno o una página web en la que se puedan dejar pedidos de ayuda. No siempre es fácil hablar y estas son otras maneras de hacerlo. En grupo acuerden quién será la maestra, tutora o coordinadora que recibirá estos pedidos y se comprometerá a ayudarles.» Libres de Bullying.

Para acabar definitivamente con el acoso entre menores es fundamental el asesoramiento institucional, diseñando planes concretos de prevención e intervención para colegios, clubes y otras instituciones.
También es importante la capacitación docente. Por ejemplo, en entidades como «Libres de Bullying» brindan talleres participativos con exposición de vídeos, role-playing y estrategias concretas de detección e intervención.
También son muy importantes los talleres de prevención del acoso dirigidos a los propios menores, adaptados a la edad de los participantes y valorando si son alumnado de primario o secundaria.
La orientación a los padres es fundamental para la prevención como respecto a qué hacer cuando se está produciendo acoso, tanto si su hijo es víctima como si es acosador.
Hay que poner en marcha servicios de ayuda, apoyo y asesoramiento a los propios menores, formas de hablar de lo que les está ocurriendo sin que teman las consecuencias ni se sientan avergonzados (sensación muy habitual entre víctimas de acoso) y que les permita explicar libremente y sin presiones qué les está sucediendo, dónde y por parte de quién.
En este sentido en países como España se han puesto en marcha teléfonos gratuitos de asistencia, apoyo e información que son un primer paso para ayudar al alumnado que sufre acoso a salir del bucle.

El acoso escolar es un enemigo silencioso que se nutre la soledad, la tristeza y el miedo. Por eso intentamos que cada niño y cada adolescente alrededor del mundo sepa que está mal y que hay gente que está dispuesta a ayudar a la víctima esté donde esté. Afortunadamente asistimos al surgimiento de una conciencia social que valora la violencia y el acoso escolar como formas de maltrato entre iguales y, paralelamente, la demanda de los poderes públicos de soluciones que garanticen una adecuada convivencia en las aulas compatible con los principios y valores en los que se fundamenta la educación.

La convivencia pacífica en los colegios e institutos es un objetivo fundamental del proceso educativo que conlleva actitudes y comportamientos respetuosos, positivos y de consenso por parte de todos los sectores de la comunidad escolar. Su finalidad es la formación para una vida social adulta y la mejora del clima escolar.

 Existe un criterio compartido entre la sociedad en torno a que uno de los elementos que favorece la ardua labor que conlleva el proceso educativo del alumno es, sin duda, el ambiente existente en las aulas y en los centros escolares.

La escuela, por tanto, cobra un especial protagonismo como instrumento de desarrollo personal, social y ético del alumnado, y está llamada a jugar un papel fundamental en la protección a los menores contra cualquier forma de violencia. Pero a pesar de estos loables principios y proclamas, lo cierto es que para algunos alumnos el centro escolar representa un lugar de sufrimiento, un escenario de maltrato y una forma de exclusión.

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Fuentes para consulta:
– El problema del acoso escolar. http://www.mundoAsperger.com/2015/06/el-problema-del-acoso-escolar.html
– Acoso escolar en niños con problemas del neurodesarrollo. https://mundoasperger.com/2017/05/acoso-escolar-en-ninos-con-problemas.html
– Esos niños con nombre y apellido a los que llamáis «Asperger» sufren un acoso escolar brutal. https://mundoasperger.com/2017/12/esos-ninos-con-nombre-y-apellido-los.html
– Informe especial del Defensor del Menor de Andalucía relativo a acoso escolar y ciberacoso: prevención, detección y recuperación de las víctimas: https://infocoponline.es/pdf/ACOSOESCOLAR.pdf
– Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO). Ministerio de Industria, Energía y Turismo. “Guía de actuación contra el ciberacoso. Padres y educadores”. Boletín Oficial del parlamento de Andalucía Núm. 407 del 20 de febrero de 2017.
– Acoso, rechazo y violencia hacia quienes son diferentes:  https://mundoasperger.com/2017/11/acoso-rechazo-y-violencia-hacia-quienes.html
– Guía de actuación frente al acoso escolar de la asociación NACE: https://mundoasperger.com/2017/08/guia-de-actuacion-frente-al-acoso.html
– Maite Garaigordobil en «Sufrir acoso escolar no endurece: solo sirve para destrozar la vida». https://mundoasperger.com/2017/08/sufrir-acoso-escolar-no-endurece-solo.html
– Guía de CERMI contra el acoso escolar:
https://mundoasperger.com/2017/09/guia-de-cermi-contra-el-acoso-escolar.html
– Cinco tipos de acoso escolar: https://mundoasperger.com/2017/02/5-tipos-de-acoso-escolar.html

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