
La pragmática comunicativa y síndrome de Asperger.
La pragmática comunicativa es una de las dificultades más notables en las personas con Síndrome de Asperger.
Desde 1970 existe numerosa documentación que valida la importancia de enseñar habilidades comunicativas y lingüísticas a las personas con Asperger. Actualmente se reconoce mundialmente que la intervención del lenguaje y la comunicación ocupa un lugar central en el programa de tratamiento.
Dificultades de comunicación en la parte de la pragmática.
Mucha gente cree que las personas con síndrome de Asperger no tienen problemas de comunicación por el simple hecho de que hablan. Además, como suelen tener un vocabulario muy rico y buena sintaxis no se les detectan las dificultades comunicativas tan fácilmente como a personas no verbales dentro del espectro autista. El problema es que la parte comunicativa en la que el Asperger provoca dificultades es en la pragmática. Es decir, en el modo en que el contexto influye en la interpretación del significado.
Por lo general el hablante hace deducciones e inferencias sobre la intencionalidad de las frases, incluye significados sobreentendidos, metáforas y significados no literales que son, precisamente, en lo que las personas con síndrome de Asperger muestran dificultades. Les cuesta no hacer una interpretación literal de un enunciado, tienen problemas para detectar el sarcasmo o para interpretar, por ejemplo gracias a la entonación con la que se emite, que una afirmación es irónica.
Ahí radican los problemas comunicativos de las personas con síndrome de Asperger. Aunque hay que reconocerlo, se mejora muchísimo con el tiempo y cuanto más se interviene sobre estas dificultades mejor es el pronóstico y evolución de dicha dificultad.
Objetivos de intervención centrados en mejorar la pragmática comunicativa.
Se asume, pues, que esta intervención debe centrarse en objetivos comunicativos y lingüísticos de forma prioritaria. Y que la intervención en otras áreas del desarrollo, habilidades sociales y capacidades mentalistas, competencias de ficción e imaginación, habilidades de imitación, entre otras, no presuponen una mejora per se en el desarrollo comunicativo y lingüístico. Esto no quiere decir que no se haya que programar también objetivos referidos a estas áreas. Sino que se precisa una intervención focalizada y sistemática centrada en objetivos comunicativos y lingüísticos para tratar los trastornos de comunicación de esta población.
Los primeros trabajos seriamente documentados se centraban en desarrollar habilidades formales del lenguaje (habilidades fonológicas y morfosintácticas) y/o habilidades semánticas (conocimiento léxico y su organización). Estos contenidos se han venido trabajando tradicionalmente. Se ha abordado desde dos distintos paradigmas o modelos de instrucción claramente diferenciados en sus orígenes, el modelo conductual y el modelo de aproximación lingüística o psicolingüística.
Sin embargo, desde 1980 el foco central de la intervención se ha desplazado hacia los aspectos funcionales o pragmáticos del lenguaje. Se ha aceptado que los aspectos formales del lenguaje no pueden ser potenciados sin referirlos al uso social del lenguaje en el contexto natural. Así mismo, se ha reconocido que el trastorno del lenguaje de las personas en el espectro autista se caracteriza fundamentalmente por una alteración en el uso social del mismo.