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Trastorno hipocondríaco.

Hipocondría se define como trastorno mental que se caracteriza por una preocupación constante y obsesiva por la propia salud y por una tendencia a exagerar los sufrimientos, que pueden ser reales o imaginarios.

El trastorno hipocondríaco es un trastorno de ansiedad en el que el paciente tiene miedo de padecer una enfermedad o está convencido de tenerla a raíz de la interpretación que él mismo realiza de sus propias síntomas somáticos. Un ejemplo sería el de la persona que tiene estreñimiento y piensa que puede tener un cáncer de colon. Además, en el trastorno hipocondríaco, la preocupación del paciente persiste aún después de haberse realizado las pruebas médicas que demuestran la ausencia de enfermedad. Es decir, en nuestro paciente ejemplo, aún teniendo un resultado normal de una colonoscopia, la preocupación por padecer un cáncer de colon se mantendría.

«La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal u otro signo que aparezca en el cuerpo. Puede ocurrir, por ejemplo, con lunares, pequeñas heridas, toses, incluso latidos del corazón, movimientos involuntarios, o sensaciones físicas no muy claras. Aunque el médico le asegure que no tiene nada, el hipocondríaco solamente se queda tranquilo un rato, pero su preocupación vuelve de nuevo. Para entenderla más profundamente se pueden consultar los procesos psicológicos subyacentes en la hipocondría.» Dr. José Antonio García Higuera.

La interpretación catastrófica de los signos corporales es el mecanismo por el que se dispara la hipocondría. Por qué se dispara ese mecanismo es difícil de determinar. Se sabe que este trastorno afecta a menudo a ambientes familiares, es decir, que muchos miembros de una familia tienden a estar afectados. Esto nos puede indicar que hay familias que son especialmente sensibles y están muy inclinadas hacia la interpretación de los signos de enfermedad en todos los ámbitos de la vida. Durante las reuniones familiares no se habla más que de enfermedades, se comenta constantemente si se está bien o mal, se vive con muchísima angustia cualquier signo de enfermedad en alguno de los hijos, etc. etc. De esta forma los miembros de la familia aprenden a interpretar de esa forma cualquier signo corporal y lo asocian con angustia, miedo o ansiedad. Es una interpretación, aunque también se podría pensar que existe una predisposición genética. Lo importante no es el por qué, sino como solucionarlo.

El hipocondríaco se siente muy incomprendido, nadie es capaz de detectar su enfermedad. Como piensa, naturalmente que necesita que encuentren su enfermedad para poder solucionarla no solamente se angustia, sino que lógicamente se deprime creyendo que lo que le pasa no tiene solución. El hipocondríaco sufre mucho, se cree enfermo y tiene sensaciones que el siente que se lo indican y lo único que recibe son palabras que le dicen que no tiene nada y que «todo es psicológico». Cuando se dice que todo es psicológico en realidad se le esta diciendo que todo es cuento; aunque desde luego lo que él (ella) siente es totalmente real, todo menos cuento. Los procesos psicológicos tienen una realidad total en el cuerpo y el dolor, la angustia y las enfermedades psicosomáticas son completamente reales, aunque los procesos que las desencadenan sean psicológicos y no correspondan a una enfermedad física.

Tiene tratamiento que se basa, por un lado, en la prescripción farmacológica que el psiquiatra determine más adecuado para cada paciente y, por otro lado, en el tratamiento psicoterapéutico. Gracias a la combinación de ambos muchos de los pacientes con este trastorno consiguen llevar una vida normal. Una vez que se detecta que un paciente es hipocondríaco se definen claramente los objetivos de la terapia con el objetivo de que pierda la angustia y el miedo a la enfermedad que teme. Para ello se plantean primero una serie de prohibiciones y tareas. Se le pide que no acuda a más médicos ni a las urgencias hospitalarias, que no hable de salud ni de enfermedad, para lo cual es muy conveniente la colaboración de la familia del paciente, y una vez que se ha establecido este marco fuera de la consulta comienza el tratamiento psicológico propiamente dicho.

Un médico con sentido común debe de saber llevar el problema por cauces correctos, evitando hacer exploraciones invasivas o innecesarias, debe aconsejar frecuentemente al paciente para tratar los síntomas sin negarlos ya que la angustia es real y por ello se debe poner tratamiento de apoyo personal o psicológico. El objetivo básico consiste en hacer que el paciente pierda el miedo a estar enfermo. A veces es el propio pensamiento de estar enfermo que provoca un miedo y una angustia muy grandes, es quien genera la sensación que se teme y se interpreta como enfermedad. Esa angustia es una sensación desagradable e inexplicable que genera más miedo. De esta forma, la propia ansiedad asociada al pensamiento de estar enfermo se convierte en un disparador de los miedos a la enfermedad. Se establece así un círculo vicioso en el que el miedo a la enfermedad causa unas sensaciones que son a su vez interpretadas como enfermedad. Otras veces, al intentar eliminar la sensación temida se potencia.

El temor ante la incertidumbre, enfermar de gravedad en el caso del hipocondriaco, acaba resolviéndose a menudo anticipando los escenarios posibles. Anticipar se convierte en un juego mental, una incesante racionalización, que pretende básicamente mantener una cierta ilusión de control. No obstante, ocurre todo lo contrario, ya que la incertidumbre se basa justamente en ignorar el resultado final de toda circunstancia, con lo cual aquello que se pretende una solución acaba deviniendo un obsesivo problema.

El problema de la hipocondría puede durar meses, con la aparición de diferentes síntomas que no corresponden a hallazgos médicos reales, pero el temor a tener una enfermedad grave persiste, incluso suelen variar ante la evidencia de no tener nada físico con los anteriores síntomas pero sí se suele tener una sensación de que su temor de tener una enfermedad grave puede ser excesivo, irracional o infundado.

En la terapia se trata de que el pensamiento de estar enfermo no dispare un miedo terrible. Para ello se emplea, por ejemplo, la técnica de exposición a las sensaciones corporales, que consigue que el paciente pierda el miedo a los síntomas que interpreta como enfermedad y así aprende que si no huye de ellos, si no lucha contra ellos y los acepta, se pueden convertir en sensaciones admisibles que nos permiten seguir con nuestras actividades diarias sin mucho sufrimiento. Esta parte del tratamiento se realiza junto con un entrenamiento en técnicas de manejo de ansiedad.

También hay que enfrentar el miedo a la enfermedad y a la muerte. Para ello se emplea la desensibilización en la imaginación a situaciones temidas y evitadas, para que finalmente el paciente pueda acercarse a ellas sin angustia y sin miedo. El paciente puede entonces comenzar a reinterpretar sus sensaciones corporales y sentir también aquellas que son agradables o neutras y su cuerpo deja de ser una fuente de dolor o temor y se puede convertir en un generador de placer y confianza. Verse enfermo tiene en nuestra sociedad una connotación de debilidad. Por ello entrenar al paciente en basar su autoestima en otros medios de valoración y se le entrena en aumentarla.

Finalmente se trabaja para que el paciente pueda enfrentar con éxito otros problemas que aparecen en su vida cotidiana: toma de decisiones difíciles, como cambio de trabajo, separaciones, problemas de relación, etc. de forma que se pueda evitar que en el futuro se le desencadenen situaciones de depresión o angustia continuada que le pueden hacer recaer en sus problemas hipocondríacos.

En algunos casos los psicofármacos pueden ser una ayuda, sobre todo al principio del tratamiento. En esos casos se requiere la intervención de un psiquiatra pero hay muchos casos en los que el paciente se puede manejar sin ellos. Los estudios controlados que existen sobre este tratamiento, aunque no son definitivos, son muy esperanzadores, y demuestran que los medicamentos pueden ser una ayuda eficaz.

Suele nombrarse hipocondríaco/a a aquellas personas aquejadas de un pánico irracional a enfermar. Es una actitud que puede derivar en trastorno, al centrar la atención continuamente en los diferentes síntomas que todo cuerpo humano percibe sobre su propio funcionamiento. Por poco que nos prestemos a ello, captamos latidos del corazón, ruido intestinal, movimientos reflejos, sudoración, calor, frío, tensión, eccemas, protuberancias y un largo etcétera. Para el hipocondríaco son síntomas que interpreta como el desarrollo de una patología grave, incluso mortal. Por eso son enfermos imaginarios.

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Fuentes:
– Dr. José Antonio García Higuera, Hipocondría e hipocondríacos, en:
https://cop.es/colegiados/M-00451/Pronto.html
– El País. Cómo hacer frente a la hipocondría:
https://elpais.com/diario/2011/05/29/eps/1306650413_850215.html
–  La ansiedad puede alterar el procesamiento de las emociones en las personas con autismo. Por Jessica Wright. 6 de septiembre de 2017. Traducido por MuNDo AsPeRGeR. Original en inglés en:
https://spectrumnews.org/news/anxiety-may-alter-processing-emotions-people-autism/
– Neira Morales, “La ansiedad”, en:
http://neriamoralespsiquiatra.com/services/faqs-ansiedad/
– Maria Dolores Avia y Martínez Roca, Hipocondria. (1993).
– Tu otro médico: hipocondría:
https://www.tuotromedico.com/temas/hipocondria.htm

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