
Nuestros hijos e hijas son queridos. Que estén en el espectro autista no impide que les amemos.

Creo que algunas personas no entienden que cuando padres/madres de personas en el espectro autista se quejan por la ansiedad, frustración, estrés y demás no se quejan de sus hijos e hijas sino de las situaciones que soportan para ayudar a sus hijos/as.
Sufrimos muchísima ansiedad teniendo que pelearles sus derechos (en el colegio, en la Administración, en los centros de salud…) De mayores los exigirán ellos pero ahora lo hacemos nosotras.
No queremos cambiarles ni les culpamos de nada. Solo faltaba.
La ansiedad, estrés y malestar NO NOS LO PROVOCAN LOS HIJOS y las quejas NO SON sobre los hijos.
Sí, tenemos una vida dura. Sí, lo pasamos mal. Sí, queremos y luchamos para que la vida de nuestros hijos e hijas no sea tan dura. Ni la nuestra, que lo es. Pero no tenemos una vida dura por culpa de nuestros hijos e hijas en el espectro autista sino por la lucha que llevamos adelante a diario para ayudarles y para cambiar todo lo que está mal y necesitan que se cambie. Estaría bien que dejaran de demonizarnos.
Me reúno a menudo con padres y madres que acaban de conocer el diagnóstico de sus peques. Algunos necesitan información sobre qué es el espectro autista, algo de orientación, una pequeña guía, otros simplemente que se les escuche. Muchos lloran.
He visto a muchos padres y madres llorar pero a NINGUNO llorando porque no quieran a sus hijos o porque les incomoden sus hijos. Lloran de miedo, porque no saben qué le deparará el futuro a esos peques en una sociedad tan egoísta y lloran de alivio porque ya saben por dónde empezar. Con el diagnóstico en las manos ya saben cómo iniciar el camino.
Vivimos sometidos a objetivos y reglas que hay que cumplir y conseguir dentro de plazo. Y pobre del que no lo consigue.
Es odioso.
Por ejemplo, de los 2 a los 3 años le retiramos el pañal a casi todos los niños porque a los 3 años ingresan en la escuela ordinaria en donde nadie les cambiará un pañal ni les acompañará al baño.
Así que se intenta que llegado ese momento, por su bien, sepan ir solitos al baño. Si tienen otro ritmo, o no pueden, su vida se convertirá en un infierno.
Desde ese momento, puede incluso que desde antes, ya no se atienden las necesidades de los niños ni se respetan sus ritmos así que sabemos que a nuestros peques les van a dejar fuera del sistema, les van a excluir, a discriminar, a despreciar…
Y eso es lo que nos genera malestar y angustia. No nuestros hijos.