
Kanner, Asperger y Wing.
1) la dificultad para la interacción social;
2) las alteraciones del lenguaje y de la comunicación en el plano expresivo y en el receptivo;
3) la insistencia obsesiva en la invarianza, es decir, la necesidad de que nada cambie y todo permanezca igual.
Identificó además otras características secundarias que pueden estar presentes. No siempre aparecen. Estos otros rasgos incluyen los problemas de alimentación y sueño, los de conducta, una memoria excelente o hipersensibilidad a ciertos estímulos.
También en 1943 Hans Asperger, sin conocimiento de los estudios de Kanner, daba a conocer la descripción de un grupo de niños que presentaban una marcada discapacidad social. A pesar de ello tenían adecuación cognitiva y verbal. También reunían una serie de características clínicas que daban lugar a lo que él denominó originalmente “psicopatía autística” [1].
Estos rasgos clínicos eran extraordinariamente coincidentes con las características que Kanner había descrito. En su estudio Asperger identificó un patrón de comportamiento y habilidades, predominante en niños varones, que incluía cierta ausencia de empatía; reducidas habilidades para las sociales y dificultad para hacer amigos. También desarrollaban conversaciones solitarias; un profundo arraigo por un interés especial; movimientos torpes, problemas con la coordinación motora e inflexibilidad.
Las personas con síndrome de Asperger muestran parte estas características, todas o solo algunas. Las presentan en un grado mayor o menor según cada persona. Se acepta que este síndrome representa un trastorno del desarrollo, con base neurológica, de causa desconocida, en el que existen anormalidades en tres amplios aspectos del desarrollo.
Esos tres campos coinciden con las tres características del autismo de Kanner, a saber:
1) conexiones y habilidades sociales,
2) el uso del lenguaje con fines comunicativos y
3) ciertas características de comportamiento y de estilo, relacionadas con rasgos repetitivos o perseverantes, o con una limitada pero intensa gama de intereses.
La presencia de estas tres disfunciones define clínicamente todos los trastornos del espectro autist. Se suman también las dificultades para comprender la conducta social de los demás.
En el mundo de habla inglesa el trabajo de Hans Asperger fue prácticamente ignorado, sin embargo, en Europa tuvo cierta influencia sobre la psiquiatría infantil. Asperger, años más tarde, leyó acerca del trabajo de Leo Kanner y argumentó, si bien con poca convicción, que habían identificado síndromes separados pero con unas grandes coincidencias.
Judith Gould y Lorna Wing, en los años 70, llegaron a la conclusión de que existe un continuo autista. En 1981 Wing usó el término “síndrome de Asperger” por primera vez, para describir a un subgrupo de pacientes dentro del continuo autista. Gracias a ella el término llegó a ser usado ampliamente en el mundo de habla inglesa también.
Ese mismo año publicó una revisión del trabajo de Asperger describiendo el síndrome de Asperger incluyendo un grupo de personas que manifiestan un trastorno social primario, de naturaleza autista, pero que no cumplían la totalidad de criterios diagnósticos del autismo.
Este trabajo permitió a Wing señalar por primera vez las características clínicas del síndrome de Asperger:
1. Interacción social inapropiada con rasgos ingenuos y unipolares. No hay empatía ni reciprocidad. La capacidad para hacer amigos se encuentra muy limitada y en algunos casos es incapaz de establecer lazos afectivos.
2. Habla: no se observa retraso en su inicio; sin embargo el contenido es extraño, pedante y estereotipado. La comunicación verbal es poca o nula. Se pueden observar voz monótona, gestos inapropiados o poca expresión facial. (Sobre este punto puede profundizarse más en el capítulo sobre lenguaje de este mismo libro).
3. Presentan resistencia al cambio y gusto por actividades repetitivas. Ante algunos temas u objetos se les encuentra absortos.
4. Sus movimientos o posturas son extraños y mal coordinados. En algunas ocasiones, sus movimientos son estereotipados.
5. Presentan buena memoria de repetición, intereses especiales y muy limitados.
La hipótesis de un continuo autista la propuso Wing para explicar los distintos grados de afectación en la interacción social, la comunicación y la imaginación. En un extremo del continuo se situaría el desarrollo normal y en el otro extremo el autismo clásico. Con esta aportación se empezó a considerar el autismo como un continuo en el que se altera cualitativamente un conjunto de dimensiones: los trastornos de la relación social; el trastorno de la comunicación y la falta de flexibilidad.
Gracias a Wing el síndrome de Asperger se ha ubicado entre los trastornos del neurodesarrollo, en el espectro del trastorno autista en particular. De acuerdo a su hipótesis las personas con síndrome de Asperger no presentarían problemas en uno de los tres elementos de la tríada (las dificultades de comunicación y lenguaje) y tendrían el desarrollo cognoscitivo conservado. Habría afectación, no obstante, en la interacción social aparición de un modelo restringido de actividades e interés.
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[1] De la Iglesia Gutiérrez, Myriam. José-Sixto Olivar Parra, Autismo y Síndrome de Asperger. Trastornos del espectro autista de alto funcionamiento. Editorial CEPE. Madrid, 2007