
Educación emocional, inteligencia emocional y sistema educativo.
La educación emocional pretende dar respuesta a un conjunto de necesidades sociales que no quedan suficientemente atendidas en la educación formal. Existen múltiples argumentos para justificarla. Así, por ejemplo, un sector creciente de la juventud se implica en comportamientos de riesgo, que en el fondo suponen un desequilibrio emocional, lo cual requiere la adquisición de competencias básicas para la vida de cara a la prevención. (Rafael Bisquerra).
Carlos Caurín Alonso explicaba el pasado 14 de Abril en las Primeras Jornadas Educativas de La Pobla de Vallbona, en Valencia, España, las herramientas de educación emocional y empatía de las que el profesorado dispone para fomentar la convivencia y prevenir el acoso escolar, así como la importancia de la mediación en los conflictos entre alumnos. Como dijo Aristóteles, decía Caurín, es fácil enfadarse, lo difícil es enfadarse por la razón correcta, con la persona adecuada y durante el tiempo adecuado.
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Carlos Caurín dando una conferencia en Abril de 2018. |
El sistema educativo actual está basado en currículos de obligada impartición y objetivos a los que el alumnado ha de llegar para obtener el aprobado pero, aunque se dice que son contenidos transversales, no se educa a los alumnos y alumnas en competencias básicas que les convierta en ciudadanos, en personas, en seres humanos con valores, por lo que se puede afirmar que aprender a aprender es la competencia básica del aprendizaje.
Es decir, no basta con enseñarle a los alumnos una serie de temas y contenidos, sino que hay que dotarles de las herramientas necesarias para buscar información, para crecer en el aprendizaje y saber encontrar conocimiento por su cuenta. Hay que enseñarles a aprender y dentro de ese aprendizaje hay que fomentar la ética, la inclusión, la no discriminación, la aceptación de las diferencias, etc.
Es interesante leer a Rafael Bisquerra (puede hacerlo pinchando AQUÍ) sobre educación emocional y competencias básicas para la vida. Afirma que la educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias. La fundamentación está en el concepto de emoción, teorías de la emoción, la neurociencia, la psiconeuroinmunología, la teoría de las inteligencias múltiples, la inteligencia emocional, el fluir, los movimientos de renovación pedagógica, la educación psicológica, la educación para la salud, las habilidades sociales, las investigaciones sobre el bienestar subjetivo, etc. En su artículo, como ejemplo de marco teórico se expone la teoría de la inversión. Dice que el objetivo de la educación emocional es el desarrollo de competencias emocionales: conciencia emocional, regulación emocional, autogestión, inteligencia interpersonal, habilidades de vida y bienestar.
La práctica de la educación emocional implica diseñar programas fundamentados en un marco teórico, que para llevarlos a la práctica hay que contar con profesorado debidamente preparado; para apoyar la labor del profesorado se necesitan materiales curriculares; para evaluar los programas se necesitan instrumentos de recogida de datos, etc.
La educación emocional es una innovación educativa que se justifica en las necesidades sociales. La finalidad es el desarrollo de competencias emocionales que contribuyan a un mejor bienestar personal y social. Para ello se requieren una serie de condiciones interrelacionadas: en primer lugar diseñar programas fundamentados en un marco teórico; para llevarlos a la práctica hay que contar con profesorado debidamente preparado; para apoyar la labor del profesorado se necesitan materiales curriculares; para evaluar los programas se necesitan instrumentos de recogida de datos, etc.
La palabra clave de la educación emocional es emoción. Por tanto, es procedente
una fundamentación en base al marco conceptual de las emociones y a las teorías de
las emociones. Lo cual nos lleva al constructo de la inteligencia emocional en un
marco de inteligencias múltiples. De ahí se pasa al constructo de competencia emocional
como factor esencial para la prevención y el desarrollo personal y social.
El desarrollo de la competencia emocional, considerada como una competencia
básica para la vida, desemboca en la educación emocional, así que hay que definir objetivos,
asignar contenidos, planificar actividades, estrategias de intervención, etc., para poder
diseñar programas de intervención que van a ser experimentados y evaluados.
La evaluación de programas de educación emocional es un aspecto clave para pasar
de la intervención a la investigación. La novedad del tema obliga a construir instrumentos y proponer estrategias de evaluación en educación emocional. Estos instrumentos van a ser utilizados en la evaluación de las competencias emocionales y
también en la evaluación de programas.
Las emociones no las podemos evitar pero las podemos controlar. El miedo o la ira nos puede salvar la vida en una situación potencialmente peligrosa, por ejemplo… Por otro lado hay que tener en cuenta que emociones concretas pueden convertirse en un verdadero problema. La la tristeza, por ejemplo, si dura mucho nos puede dañar, la alegría si dura mucho también. No es una cuestión de que las emociones sean positivas o negativas sino de la intensidad de las mismas porque siempre, siempre, las emociones son intensas y deben derivar en sentimientos, sino ocurre esto nos encontramos ante un grave problema, es patológico.
Por otro lado hay que saber reconocer los sentimientos aunque son menos intensos que las emociones. La percepción es lo importante, cambia según la persona, de hecho una circunstancia puede no afectar en absoluto a alguien pero afectar muchísimo a otra persona. El hecho objetivo no deja de ser el mismo pero la percepción que cada persona tiene del mismo es lo que cambia.

Es muy importante hacer conexiones neuronales. Entrenar el músculo emocional para fomentar convivencia, igualdad de oportunidades, etc. y aceptar que el enfado es una emoción que, debidamente experimentada y gestionada, nos enseña a poner límites y a respetarnos a nosotros mismos. También puede aportarnos comprensión y cercanía con los demás.
Es una emoción tan humana y necesaria como la alegría y la tristeza. Además se necesita ser muy valiente para decir al otro que “eso que me hiciste me ha dolido”. No obstante, en esa demostración de vulnerabilidad se esconden dos posibles tesoros: el respeto hacia uno mismo y la cercanía con la otra persona.
En definitiva, la inteligencia emocional consiste en gestionar adecuadamente las distintas emociones que sentimos los seres humanos y, sobre todo, aprender a gestionar las emociones negativas como el miedo, odio, rencor, etc.
Es la capacidad de sentir, de entender, de guiar el pensamiento de forma inteligente, de controlar y modificar los estados anímicos en sí mismo y en los demás, de hacer frente con éxito a las presiones de la vida, de saber actuar con determinación y firmeza cuando se trate de defender posiciones fundamentales. La inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona para conocer e interpretar las emociones humanas, tanto externas como propias.
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Fuentes:
– Rafael Bisquerra, Educación emocional y competencias básicas para la vida:
http://revistas.um.es/rie/article/viewFile/99071/94661
Este artículo se enmarca en los trabajos del GROP (Grup de Recerca en orientació Psicopedagògica) del Departamento MIDE de la Universidad de Barcelona.
– Inteligencia emocional: https://mundoasperger.com/2018/01/inteligencia-emocional.html
– Cómo quitar el Grrr… al enfado: https://elblogdeeleftheria.wordpress.com/2018/02/18/como-quitar-el-grrrr-al-enfado/
– Del blog «Padres y Profesores». El porqué de la educación emocional desde la infancia: http://padresyprofesores.com/2017/03/13/la-educacion-emocional-desde-la-infancia/