
Hipersensibilidad, comportamiento repetitivo y otros rasgos de autismo.
No todas las personas en el espectro autista presentan todos los síntomas descritos como clásicos y, de hecho, ninguno de esos rasgos es patognomónico o decisivo. Consecuentemente, la ausencia de cualquiera de ellos no es excluyente del diagnóstico de autismo.
Algunos estudios e informes familiares señalan anomalías observables en los primeros 12–18 meses de vida pero es a partir de los 24 meses cuando se aprecian, con mayor intensidad, los síntomas característicos de Asperger y autismo. Por tanto el diagnóstico fiable se realiza a partir de esa edad.
Desarrollo del lenguaje.
El desarrollo del lenguaje en los primeros años de vida, por ejemplo, presenta un retraso significativo o características peculiares en una mayoría de personas con trastornos del espectro autista,TEA.
En niños de alrededor de dos años de edad los síntomas más frecuentes son: la ausencia de una mirada normal a los ojos; el no compartir interés o placer con los otros; la falta de respuesta al ser llamado por su nombre; el no “llevar y mostrar” cosas a los demás y el no señalar con el dedo índice.
Respecto a las alteraciones cualitativas de la comunicación los primeros estudios realizados en el autismo identificaban que un 50% de los personas afectadas no desarrollaban lenguaje hablado funcional a lo largo de su vida (si tenemos en cuenta el actual concepto de TEA este porcentaje disminuye sensiblemente).
Existen casos de personas que empiezan a hablar aparentemente con normalidad y que luego pierden su lenguaje. También se sabe que aquellos que desarrollan el habla a veces lo hacen con ciertas características peculiares como ecolalia, perseveración, inversión pronominal, entonación anormal, etc.
Además, en casos de autismo severo el lenguaje no suele ser utilizado de manera social para compartir experiencias y vivencias.
Hipersensibilidad sensorial.
Muchas de estas personas, especialmente durante la infancia, padecen también fenómenos de hipo e hipersensibilidad a los estímulos sensoriales.
Esta alteración puede explicar fenómenos frecuentemente observados como por ejemplo taparse los oídos, no tolerar determinados alimentos o tejidos, rechazar el contacto físico, auto-estimularse con la saliva o mirando reflejos ópticos o incluso responder inusualmente al dolor.
Comportamiento repetitivo.
El comportamiento repetitivo es un síntoma no específico que históricamente ha sido considerado como un marcador de psicopatologías. El término se utiliza para referirse a una amplia gama de comportamientos que se llevan a cabo a menudo, de manera invariable y que no son apropiados o son raros.
Este comportamiento se observa en una amplia gama de trastornos psicológicos y condiciones médicas, con niveles subclínicos reportados en la población normal, comúnmente en niños pequeños, y entre las condiciones en las que se observa se encuentran los trastornos del espectro autista (TEA).
A menudo se producen patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades. esto significa que las personas con autismo presentan intereses especiales poco frecuentes en otras personas de su edad (fascinación por partes de objetos, piezas giratorias, letras o logotipos, etc.), aunque lo más característico es que no comparten sus intereses con los demás.
En las personas con mayor capacidad intelectual los intereses restringidos son más sofisticados y pueden incluir el hacer colecciones, listados, recopilar datos sobre temas específicos: astronomía, monedas, mapas, trenes, programas informáticos, etc.
En todo caso, normalmente no están interesados necesariamente en compartir su conocimiento de manera recíproca.
En las personas con Asperger/TEA pueden aparecer otros rasgos, por ejemplo, movimientos corporales estereotipados (aleteos, giros sobre uno mismo, balanceo, ambulación sin funcionalidad, etc.) o que el juego tienda a ser repetitivo y poco imaginativo (hacer hileras, agrupamientos, fascinación por contar y repetir… lo que se entiende como un fallo en el juego simbólico).
Inflexibilidad ante cambios.
Muchas personas con Asperger/TEA presentan también ansiedad ante los cambios de sus rutinas y/o del entorno (horarios, recorridos, objetos o personas que cambian su ubicación o postura, etc.)
Relación social.
Otro rasgo común a las personas con TEA son las alteraciones cualitativas en la interacción social: encuentran difícil ajustar su comportamiento al de los demás ya que no entienden muy bien las convenciones y normas sociales. No les resulta sencillo apreciar las intenciones de los demás o hacer amigos.
Estas limitaciones sociales están especialmente marcadas en la infancia, atenuándose un poco a lo largo de la vida ya que su interés social va aumentando espontáneamente (aunque no en todas las personas).
La investigación (en la biología subyacente de la conducta repetitiva) se ha concentrado en las funciones de neurotransmisores, principalmente la serotonina y la dopamina, pero este tipo de estudios escasean, es una investigación que recién comienza y aún está marcada por incoherencias. Aún así hemos de valorar que sugiere que la misma química y estructuras neuronales subyacen al comportamiento repetitivo en una serie de trastornos diferentes, no solo a los trastornos del espectro autista.
Fuentes:
– Grupo de Estudio de Trastornos del Espectro Autista. Instituto de Investigación de Enfermedades Raras- Instituto de Salud Carlos III
– Comportamiento repetitivo en niños con autismo de alto funcionamiento y trastorno obsesivo compulsivo. Zandt, F.; Prior, M.; Kyrios, M. (2007) Repetitive Behaviour in Children with High Functioning Autism and Obsessive Compulsive Disorder. J Autism Dev Disord 37:251–259, A través de http://quelindafamilia.blogspot.com/