
Además de la familia el elemento socializador más importante del menor es el colegio.
Además de la familia el elemento socializador más importante del niño es el colegio. Con cierto apoyo y atención los niños y niñas con síndrome de Asperger pueden estar escolarizados en centros ordinarios sin necesidad de adaptación curricular significativa ya que son hiperrealistas, piensan con lógica y de forma muy concreta, tienen habilidades especiales y tienen una forma de procesar el universo diferente pero no deficiente.
Sin embargo es imprescindible mejorar la calidad educativa y reducir las desigualdades y se ha de entender la educación inclusiva desde los paradigmas de calidad educativa, igualdad de oportunidades y accesibilidad universal a lo largo de todo el ciclo vital, asegurando la educación permanente de las personas con discapacidad como fórmula de promover su autonomía personal, el libre desarrollo de su personalidad, ejerciendo siempre el derecho a tomar sus propias decisiones y eligiendo su modo de vida, y su inclusión social.
Por eso se reclama constantemente a los poderes públicos, tanto pos parte de las familias como de las asociaciones y fundaciones que tratan con personas con síndrome de Asperger, que se garantice el principio de acceso normalizado del alumnado con discapacidad a los recursos educativos ordinarios, proporcionando los apoyos necesarios a personas como las afectadas por el síndrome de Asperger u otros TEA.
Lo más normal es que los niños pasen por la escuela infantil sin que nadie les diagnostique pero, aunque estos niños suelen relacionarse normalmente con su familia, no ocurre lo mismo fuera de ella.
A menudo se ven las primeras dificultades cuando entran en preescolar, con problemas de comportamiento (hiperactividad, falta de atención, agresión, rabietas) y porque tienden a evitar la interacción social espontánea o muestran poca habilidad para hacerlo.
Tienen problemas para mantener conversaciones simples o tienden a ser repetitivos y perseverantes cuando hablan y/o dan respuestas raras, prefieren las rutinas y no les gustan los cambios, tienen dificultades para regular las respuestas sociales y emocionales (emplean la rabia, violencia, o con excesiva hiperactividad o ansiedad) y tienden a interesarse de forma exagerada en objetos o temas concretos.
Estos síntomas se parecen a los que definen el autismo en la primera infancia así que los niños con Asperger pueden verse en la escuela elemental como extraños o con comportamientos inusuales, pero lo más frecuente es que no se pase de ahí y se diluyan en la corriente dominante. La mayoría de ellos muestran interés social por otros niños, aunque no mucho. Normalmente tratan de socializarse con un solo niño o con muy pocos y sólo llegan a tener relaciones superficiales.
A lo largo de la escuela primaria los problemas pueden pasar de ser suaves y fácilmente abordables hasta graves e intratables. Todo depende de factores como el nivel de inteligencia, el manejo apropiado de los docentes en la escuela y de los padres en casa, el temperamento del niño, y la presencia o ausencia de factores que lo compliquen, como la hiperactividad, problemas de atención, ansiedad, problemas de aprendizaje, etc.
Durante la enseñanza primaria los niños con Asperger encuentran las mayores dificultades porque es donde hay menor tolerancia a las diferencias. En esta etapa sus problemas de conducta se suelen atribuir erróneamente a problemas emocionales o de motivación y se crean conflictos con maestros y compañeros.
En el patio, la clase de educación física o el comedor estos niños pueden quedarse aislados y/o ser objeto de burlas. Aunque quieren hacer amigos y adaptarse en su entorno no encuentran más que incomprensión y rechazo. Su conducta tiende a empeorar y pueden aparecer cuadros de depresión.
En el instituto, en la educación secundaria, afortunadamente, la tolerancia a la excentricidad es mayor y muchos chicos y chicas con Asperger hacen amistades con otros adolescentes que comparten sus mismos intereses y, con un poco de ayuda consiguen adaptarse al entorno.
El problema está en que los afectados en edad preadolescente y adolescente suelen ser víctimas de marginación y acoso escolar por sus compañeros de estudios y esta circunstancia dificulta su integración social futura y su avance en las escuelas.
Establecer pautas educativas abre las vías de una regulación y un avance madurativo claro ya que los mayores problemas vienen derivados de la incapacidad de procesar conceptos abstractos e integrar la información, y de la dificultad para las habilidades sociales.
Por este motivo, aunque sean unos lectores precoces no tiene por qué dárseles bien la lengua o la filosofía ya que ambas materias manejan muchas abstracciones.
Las personas con Asperger suelen preferir asignaturas más concretas y lógicas como las matemáticas, aunque su éxito en ellas vendrá determinado también por el cociente intelectual de cada uno y por la intensidad del síndrome.
Los Asperger pueden y deben escolarizarse en centros ordinarios, dentro del programa de integración, incluso en educación secundaria, pero requieren ayuda profesional para mejorar sus habilidades sociales. La colaboración de los maestros y profesores con los niños y adolescentes ha de ser estrecha y personalizada y debe propiciar la predictibilidad y la abstracción analítica.
El uso de rutinas altamente estructuradas y fijas junto con el empleo de claves o sistemas visuales que les faciliten la comprensión y uso de la información secuencial son principios que debe conocer toda persona que trabaje o se relacione con alumnos que tengan el síndrome de Asperger.
Pero cuidado, porque la administración coge a los niños con necesidades educativas especiales, como los afectados por el síndrome de Asperger, y los escolariza en aulas ordinarias pero dejando a criterio de sus tutores la forma de educarles.
A los profesores y maestros no se les forma, de modo que, aun disponiendo de muy buena voluntad, en realidad no saben y no pueden enfrentarse a las necesidades especiales de los niños.
Todo el sistema educativo ordinario resulta ser un espejismo, una pantomima, que en lugar de incluir a estos niños socialmente no hace más que seguirles manteniendo aislados y excluidos.
La administración no se responsabiliza de nuestros hijos ni les ofrece garantías inclusivas, ni siquiera la atención mínima que necesitan. Al final quienes reclaman, luchan y pelean por el bienestar de las personas con diversidad funcional somos los familiares ya que nadie, ni las administraciones públicas, ni los centros educativos, ni los políticos, ni los funcionarios, nos ayudan a garantizar los derechos de nuestros hijos, aunque se trata de sus derechos fundamentales, no de un capricho ni un privilegio.
Se debe garantizar la identificación temprana de las necesidades educativas, así como la disposición de recursos humanos, didácticos y tecnológicos que permitan ofrecer respuestas adecuadas a las necesidades existentes en cada caso y para la identificación temprana de la discapacidad y una atención preventiva y compensadora se necesita mayor coordinación entre las distintas instancias y dispositivos por lo que es necesaria la revisión y actualización urgentes de la legislación estatal y autonómica en materia educativa.
La opción por la educación inclusiva, para que sea real, debe movilizar inversiones e ir acompañada de recursos suficientes.
En tanto se alcanza un sistema educativo coherente con el principio de inclusión es necesario que la legislación establezca la obligación de garantizar la libre elección de la modalidad educativa y de escolarización por parte del alumnado con discapacidad o de sus familias, respetando sus preferencias y ofreciéndoles información adecuada.
Los principios de no discriminación, accesibilidad universal y diseño para todos deben incorporarse en los procesos de enseñanza-aprendizaje y en los de evaluación, en la aplicación de los materiales didácticos y las nuevas tecnologías, así como en los contenidos de formación y adquisición de competencias del profesorado.
Por eso ha de promoverse en la formación inicial, como en la formación permanente del profesorado y los orientadores educativos, una adecuada cualificación y especialización acomode su intervención al alumnado con discapacidad.
Es importante que el alumnado con discapacidad encuentre una oportunidad y no una barrera, en el acceso a la información, a la comunicación y al conocimiento, por lo que los centros que escolaricen a este alumnado deberían establecer, para quienes así lo soliciten, medidas de flexibilización y/o alternativas en las metodologías de aprendizaje de las materias.
Así mismo, el plan de becas y ayudas al estudio ha de estar al alcance de todos los estudiantes con discapacidad, con independencia del grado y tipo de la misma, y se deben adoptar las medidas económicas necesarias para asegurar que ningún alumno o alumna con discapacidad se vean privados, por falta de recursos económicos, del derecho a acceder a una educación inclusiva de calidad.
Sacha Sánchez-Pardíñez
7 Julio 2017