
Tener o ser Asperger.
El conflicto terminológico entre “tener autismo”, que se defiende especialmente entre los padres y madres de personas con trastornos del espectro autista, “ser autista” lo prefieren muchos adultos con Asperger o autismo funcional: En las redes sociales se puede comprobar que adultos con Asperger y con autismo de alto funcionamiento están alzando la voz para autodenominarse autistas y, en lo referente a Asperger, existen muchas corrientes de identidad que defienden la idea de que Asperger se es, no se tiene, partiendo de la consideración del síndrome como una condición de la persona diagnosticada.
De acuerdo con estas teorías se es Asperger así como se es pelirrojo, alto, delgado, etc. y no cabe la opción de “tener” Asperger del mismo modo que en otras condiciones, como por ejemplo la homosexualidad, no “se tiene homosexualidad” sino que se es homosexual , no se tiene “zurdidez” sino que se es zurdo, ni se tiene “pelirrojez” sino que se es pelirrojo.

En muchas ocasiones el activismo explica la preferencia por la denominación de “autista” desterrando la denominación “Asperger” con la que, dicen, no se identifican. Estos colectivos tratan de desterrar también el término “trastorno” para sustituirlo por el de “condición”, de modo que el acrónimo TEA (trastornos del espectro autista) deje de utilizarse en favor de CEA (condición del espectro autista).
Lo que se debe intentar es usar el lenguaje en su forma menos discriminatoria y estigmatizante procurando, a la vez, destruir mitos y falsas creencias sobre los trastornos del espectro en general, y sobre el síndrome de Asperger en particular, por lo que en nuestro blog se utiliza la fórmula “tener Asperger” como la de “ser Asperger” con la finalidad de no entrar en el debate sobre la identidad. La justificación para el empleo de ambas nomenclaturas es la siguiente: desde el momento en que se clasifica como síndrome o trastorno se entiende que es algo que le ocurre a la persona y que provoca una diferencia sustancial con otras que no comparten esos rasgos (a las que genéricamente nos referiremos como “neurotípicos” dada su evolución neurológica típica y común).