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Causas del desarrollo neurológico alterado.

Un desarrollo neurológico alterado puede tener múltiples causas: genéticas, exposición a tóxicos, infecciones, falta de adecuada oxigenación, prematuridad, bajo nivel socioeconómico y otros. Las manifestaciones de un trastorno del neurodesarrollo serán variadas tanto en el tipo como en la intensidad, pudiendo encontrar dificultades en lo que llamamos “funciones cerebrales superiores” como el lenguaje, la atención, la memoria, la coordinación, las habilidades grafomotoras, la impulsividad o la interacción social y síntomas físicos como alteraciones en la estructura cerebral, convulsiones o anomalías visibles en un electroencefalograma.

Así, los trastornos del neurodesarrollo son un grupo heterogéneo de problemas neurológicos en los que hay alteraciones de la cognición, la comunicación, la conducta y la motricidad causadas por un desarrollo cerebral atípico. No son trastornos estáticos ni en su presentación ni en sus características ni en su extensión sino que se someten a evolución y cambio. Se producen porque hay una alteración del diseño típico del cerebro (causas genéticas) o porque una lesión/agresión interrumpe ese desarrollo típico (causa ambiental)[1].

Las dificultades de interacción, resultado de un desarrollo social atípico, de unos intereses especiales que no son compartidos por sus iguales y de las dificultades en el procesamiento de la información, son una característica indiscutible en las personas con trastornos autistas de alto funcionamiento, y Asperger, que les hace tener dificultades en la comprensión de otras claves sociales. Para estas personas el mundo es una encrucijada confusa en que los significados patentes, pero sobre todo los latentes, pueden escapar de su comprensión.

Seguramente por eso muestran relativa dificultad para establecer contactos sociales con sus compañeros, hacer y mantener amistades, responder empáticamente a las emociones de los demás, reconocer sus expresiones emocionales, etc. Lo cual no significa que no sientan emociones sino que la forma como decodifican, tanto las suyas como las que perciben en los demás, es diferente a la forma como las procesan las personas neurológicamente típicas.

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Cualquier interferencia importante en el neurodesarrollo típico causará alteraciones en la función cerebral y, según sea la causa, el momento del neurodesarrollo en el que aparece y las zonas cerebrales que afecta, unas funciones se verán más alteradas que otras pero todas sufrirán modificaciones que condicionarán la manera en la que el cerebro aprende y adquiere nuevas habilidades.

El DSMV incluye entre los trastornos del neurodesarrollo la discapacidad intelectual, los trastornos del espectro autista, el trastorno por déficit de atención-hiperactividad (TDAH), los trastornos específicos del aprendizaje, los trastornos de la comunicación y los trastornos de la motricidad.


En contra de este modelo diagnóstico y su nueva clasificación se alzan voces defendiendo que la clínica ya no es suficiente y que el modelo teórico de los trastornos del neurodesarrollo debe incorporar los avances biológicos. Podemos hacer una descripción de los problemas de una persona y podemos estudiar sus fenómenos cerebrales pero aún estamos lejos de comprender los mecanismos que hay en medio.

En este momento los trastornos del neurodesarrollo se clasifican según las manifestaciones que producen y resulta que todas las personas con autismo, incluso quienes poseen mayor nivel de procesamiento cognitivo, experimentan anormalidades en el desarrollo de sus habilidades cognoscitivas.

Aunque el nivel intelectual no se considera un criterio para el diagnóstico se sabe que el SA puede implicar un tipo diferente y particular de inteligencia: una disposición superior hacia la sistematización de la información.

De hecho, para algunas personas con TEA1, trastorno del espectro autista de nivel 1, su perfil cognitivo puede incluir una discrepancia muy importante entre el cociente intelectual verbal (CIV) y el cociente intelectual manipulativo (CIM) pudiendo producirse en cualquiera de los dos sentidos, es decir, mayor uno u otro. Por tanto no es que no exista imaginación en las personas con síndrome de Asperger sino que su imaginación está sesgada por su especial idiosincrasia.

Hablar de problemas de imaginación en el síndrome de Asperger merece una explicación más profunda, porque las personas con TEA pueden presentar sorprendentes “islotes de capacidad”, o habilidades especiales, que pueden ir desde la facilidad para hacer puzles a una sorprendente memoria para recordar detalles de información (este talento en áreas restringidas se denomina “síndrome de Savant”).

No significa que no tengan ningún tipo de imaginación, que no puedan inventar historias o dibujar de una forma muy creativa, o que no tengan habilidad para labores que requieran inventiva, sino que estas personas tienden a atender y procesar sólo los pequeños detalles, antes que los patrones globales, que implicarían una comprensión coherente de la información y fracasan, entonces, en la integración de la información para establecer un significado. Por lo general muestran altos rendimientos en tareas dependientes de procesos memorísticos, mecánicos o perceptivos, y un rendimiento deficiente en tareas que requieren procesos conceptuales de alto orden, razonamiento, interpretación, integración o abstracción.
Habitualmente la variedad de intereses no compromete a más de uno o dos temas a la vez y la intensidad de cada interés es muy amplia, hasta el punto de adquirir las características de una preocupación o de una obsesión (De la Iglesia 2007).


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[1] También la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la parálisis cerebral o el síndrome de Dravet son consecuencia de un desarrollo cerebral alterado y por tanto pueden considerarse trastornos del neurodesarrollo.
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Fuentes:
– Mas Salguero, M.J., “Cuando autismo y TDAH coinciden”, en Neuropediatria. Neuronas en crecimiento. Octubre 2015. Centro Médico Rambla Nova – Tarragona.
– De la Iglesia Gutiérrez, Myriam y José-Sixto Olivar Parra, Autismo y Síndrome de Asperger. Trastornos del espectro autista de alto funcionamiento. Editorial CEPE. Madrid, 2007
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