
Cada Asperger es diferente de los neurotípicos, y de los otros Asperger.
Los testimonios reales de los que dispongo me han impulsado a escribir a menudo consideraciones, desafiando lo que los manuales diagnósticos dicen que “ha de ser” un/a diagnosticado/a con el síndrome de Asperger y empleando fórmulas como “a menudo”, “a veces”, “frecuentemente”, “en muchos casos” etc. a la hora de describir cada punto, ya que las características con las que se cataloga a las personas con cualquier trastorno del espectro autista en dichos manuales no siempre aparecen, no siempre son intensas o patológicas y a veces no se detectan en alguna persona que, por otro lado, sí cumplen el resto de criterios diagnósticos.
Esos manuales afirman que la persona con SA, por norma general, debe haber tenido una infancia asocial, y sin embargo, charlando con adultos se descubre que, en muchos casos, su infancia fue bastante común. Dicen esos manuales que la persona a la que se diagnostica con síndrome de Asperger no tiene amigos, pero no es así siempre, y son muchos los ejemplos en los que, si bien suelen ser pocos, sí los hay (y las relaciones sociales son bastante plenas). También dicen que la persona con SA no tiene sentido del humor pero en la práctica resulta que hay personas con el diagnóstico que lo tienen, y muy divertido, por cierto. Esos mismos manuales diagnósticos decían antes que la persona con SA se mostraba retraída e introvertida pero, con el tiempo, se ha descubierto que hay multitud de personas con Asperger que son justo todo lo contrario: desinhibidas, extrovertidas, etc.
Todo esto demuestra que los criterios diagnósticos solo pueden usarse como referencia, que son movibles y cambiantes, y que dependen de las investigaciones y generalización de resultados ya que, en el caso concreto del síndrome de Asperger, no existe por el momento un marcador biológico que pueda confirmar o desmentir el diagnóstico y, al final, depende más de la experiencia del diagnosticador y de los hallazgos nuevos que constantemente van apareciendo sobre este trastorno.
Así, con ejemplos reales que he encontrado en mi entorno por mi relación con adultos, adolescentes y niños diagnosticados con Asperger o por el testimonio de muchas personas con Asperger, o sus padres y madres, podríamos estar hasta pasado mañana demostrando o refutando uno por uno los criterios diagnósticos más ampliamente aceptados, porque cada Asperger es diferente de los neurotípicos, y diferente de los otros Asperger, y cada Asperger es igual a los neurotípicos e igual a los demás Asperger. Todos somos iguales y, afortunadamente, todos somos diferentes y en gran parte el éxito de la persona con Asperger dependerá de la adecuación al entorno y del entorno.
La diversidad es lo que convierte al mundo en un espacio interesante.
Sacha Sánchez-Pardíñez. Editora de MuNDo AsPeRGeR