Las personas con síndrome de Asperger encuentran difícil ajustar su comportamiento al de los demás ya que no entienden muy bien las convenciones y normas sociales.
Esta habilidad es fundamental en nuestras interacciones sociales y nos permite entender que los deseos, sentimientos, e intenciones de los demás pueden ser diferentes de los nuestros pero las personas con Asperger, y con trastornos del espectro autista en general, no tienen un adecuado nivel de desarrollo de la teoría de la mente en muchos casos y, por tanto, presentan una incapacidad para «leer» la mente de los demás.
Suelen tener problemas para compartir el mundo emocional, el pensamiento y los intereses y no les resulta sencillo apreciar las intenciones de los demás, desarrollar juegos o hacer amigos.
En consecuencia el mundo social no les resulta fácil y, en muchas ocasiones, no les interesa, mostrando conductas aislamiento. Estas limitaciones sociales están especialmente marcadas en la infancia, atenuándose un poco a lo largo de la vida ya que, su interés social, va aumentando espontáneamente y ello favorece el aprendizaje de nuevas competencias.
Las personas neurotípicas desarrollan de forma innata este complejo sistema de interacción social y en general el desarrollo es completo a los 4 años pero en el niño con Asperger este desarrollo tiene lugar a partir de los 9 y puede no realizarse hasta los 14 años.
La teoría de la mente de las personas con Asperger es, además, más racional y menos intuitiva que en las personas neurotípicas. En la práctica hay que preguntarse cuáles son las consecuencias reales del déficit en el desarrollo de la teoría de la mente para las personas diagnosticadas con síndrome de Asperger. Las más frecuentes serían:
– Hacen interpretaciones literales de lo que se les dice.
– No son capaces de anticiparse a lo que las personas hacen o dicen.
– No saben mentir y siguen de forma obsesiva ciertas normas básicas de las interacciones sociales.
– No saben pedir ayuda de manera intuitiva (hay que enseñarles a hacerlo).
– No saben distinguir entre acciones de los otros intencionadas y/o accidentales.
Ozonoff plantea que las funciones ejecutivas de planificación y control son deficitarias tanto en el autismo de alto funcionamiento (AAF) como en el Síndrome de Asperger (SA) aunque ambos grupos (ahora incluídos dentro del concepto global de trastornos del espectro autista o trastornos del neurodesarrollo) superan las tareas de la teoría de la mente y él no es el único teórico que asegura que el síndrome de Asperger no disminuye la teoría de la mente aunque sí hay déficits en otras áreas (como en la función ejecutiva).
Lo cierto es que muchos adultos diagnosticados con Asperger aseguran ser empáticos y muy capaces de ponerse en el lugar de otros, percibir correctamente las emociones de otros y deducir qué piensan o qué sienten los demás con relativo acierto lo cual, de poderse comprobar, desmontaría la teoría del déficit en la teoría de la mente y teoría de la falta de empatía. Christopher Gillbert, investigador sueco muy activo en las investigaciones sobre trastornos del espectro autista, ha llamado al síndrome de Asperger «la enfermedad de la empatía» porque estas personas, dice, no saben leer la mente de los demás para averiguar qué piensan o cómo se sienten.
Por otro lado una investigación realizada por la American Psychological Association sugiere que, al contrario de lo que habitualmente se piensa, la empatía es fruto de un razonamiento más que de mera intuición. La principal autora del estudio, Jennifer Lerner, asegura que el cultivo de las relaciones personales y profesionales de éxito requiere la capacidad de inferir con precisión los sentimientos de los demás. Esto es ser eficiente en términos empáticos.
Por otro lado Hobson afirma que los niños con autismo carecerían de los componentes de acción y reacción necesarios para el desarrollo de relaciones personales recíprocas. La carencia de participación de estos niños en la experiencia social conllevaría un fallo en el reconocimiento de sentimientos, pensamientos, deseos, intenciones, etc. en otras personas y una grave alteración en la capacidad de abstraer y en la de sentir y pensar simbólicamente. Así, los niños con TEA tendrían dificultades en apreciar, entender y asimilar las claves que regulan las relaciones interpersonales además del fallo en la teoría de la mente.
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Fuentes:
– American Psychological Association, «En la empatía, vale más la reflexión que la intuición». Las teorías sobre la empatía de Jennifer Lerner en: https://www.investigacionyciencia.es/noticias/en-la-empata-vale-ms-la-reflexin-que-la-intuicin-14434
– Sobre la relación de la teoría de la mente con la pragmática puede consultarse “El conocimiento pragmático: el lenguaje en la mente” de M. Victoria Escandell Vidal, en Introducción a la pragmática, 1996, ed. Ariel lingüística.
– Mundo Asperger y otros mundos, de Sacha Sánchez-Pardíñez. El libro está disponible en: https://amazon.es/gp/product/B017IMQFYW?%2AVersion%2A=1&%2Aentries%2A=0
– Inteligencia emocional y empatía: https://www.mundoasperger.com/2018/01/inteligencia-emocional.html
– Deficiencias en la coherencia central, las funciones ejecutivas y la teoría de la mente: https://mundoasperger.com/2017/03/deficiencias-en-la-coherencia-central.html?m=1 y en https://mundoasperger.com/2016/04/deficit-de-coherencia-central-en-el.html?m=1
– La empatía, que parece fallar en las personas con Asperger-TEA, no es cuestión de intuición. Hiperempatía. En https://www.mundoasperger.com/2017/08/la-empatia-que-parece-fallar-en-las.html