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Identidad de género, sexualidad y rol de género el autismo.

¿Sabes cuántos tipos de sexualidades existen? ¿Conoces cuál es la dimensión de la diversidad sexual en el ser humano? ¿Has oído hablar de intersexual, pansexual, bigénero, demigénero, género fluido, tercer sexo o asexual? La diversidad en la orientación sexual y en la identidad de género son elementos de una realidad cada vez más reivindicada y visible a nivel social y, por ello, también relevante para el colectivo de personas con TEA.

Todas las sociedades tienen un conjunto de categorías de género que pueden servir como base de la identidad social. En la mayoría existe una división básica entre los atributos de género asignados a hombres y mujeres (binarismo de género) al que la mayoría de las personas se adhieren. Sin embargo, también hay algunas personas que no se identifican con algunos (o todos) los aspectos de género que están asignados a su sexo biológico; algunos de esos individuos son transgéneros o de género no binario. De hecho algunas sociedades tienen categorías adscritas a un tercer género diferente al masculino/femenino.

Identidad de género.

La identidad de género alude a la percepción subjetiva que un individuo tiene sobre sí mismo en cuanto a su propio género, que podría o no coincidir con sus características sexuales. Sería la expresión individual de género.

La identidad de género puede considerarse como el sexo psicológico o psíquico y se constituye en uno de los tres elementos de la identidad sexual:

– Identidad de género.

– Orientación sexual.

– Rol de género.

La idea popular que se tiene de las personas con algún TEA suele ser de personas poco sociales. Con esta premisa se asume que su sexualidad se ve reducida. Hay que asumir que las personas con algún TEA tienen unas necesidades sexuales convencionales, con deseos de intimidad sexual. No obstante, con más frecuencias pueden desarrollar conductas sexuales problemáticas derivadas de sus problemas para la comunicación e interacción. (Dr. García Cruz).

Una de las características de los Derechos Humanos es que son universales, lo que significa que los poseemos todos y todas sin importar género, estado de salud, orientación sexual, discapacidad, religión, lengua, etc. La diversidad sexual es toda la gama de orientaciones sexuales e identidades de género que forma parte de la vida cotidiana de los seres humanos.

Orientación sexual.

Nadie puede negarte algún servicio, ofenderte o degradarte por tu orientación sexual o identidad de género. Se representan con las siglas LGBTTT:

   – Lesbianas: mujeres con atracción sexo-afectiva a mujeres.

   – Gays: hombres con atracción sexo-afectiva a hombres.

   – Bisexuales: personas con atracción sexo-afectiva hacia hombres y mujeres.

   – Transgéneros: personas que cambian de rol de género asignado socialmente.

   – Travestis: personas que adoptan la vestimenta e identidad del otro género de manera temporal.

   – Transexuales: personas que se realizan alguna modificación  corporal con el objetivo de asemejarse al otro sexo.

Entre las personas con trastornos del espectro autista se dan muchos casos de identidad no binaria (que no se sienten ni hombre ni mujer, sino otra cosa), transgénero o transexuales. Transexualidad es una condición que causa que la identidad de género del individuo no coincida con la identidad sexual que se le atribuye a partir de criterios biológicos.

Las personas con alguna orientación sexual o identidad de género como las anteriores han sido discriminadas de diversas formas que van desde las más sutiles como la burla, los chistes y la difamación, hasta el grado más extremo evidente como los crímenes por homofobia y transfobia.

  • La homofobia es el rechazo, desprecio y discriminación  hacia las personas lesbianas, homosexuales o bisexuales.
  • La transfobia es el rechazo, desprecio y discriminación hacia las personas transexuales, transgéneros o travestis.

El desconocimiento sobre la diversidad sexo-genérica se traduce en prejuicios y estereotipos que construyen creencias erróneas, aceptadas de manera automática como verdades, discriminación y aversiones hacia la diversidad como la homofobia y la transfobia.

Naciones Unidas considera que “la garantía de igualdad y no discriminación que ofrecen las normas internacionales de derechos humanos, se aplica a todas las personas, independientemente de su orientación sexual y su identidad de género u otra condición”.

Sin embargo, a pesar de todos los avances conseguidos en materia de derechos, cuando al factor de discapacidad se añaden otras variables como la sexualidad o las identidades de género no normativas, la vulnerabilidad es mayor, así como la exclusión y la discriminación en la sociedad.

Mitos sobre el colectivo LGTBI+

Conocer los mitos permite poder desterrarlos y promover un cambio en el pensamiento social. A continuación les ofrecemos los mitos (falsedades) más comunes según el diario El Mundo:

– Promiscuidad. Las personas heterosexuales son más estables sexualmente. Falso. Es bastante habitual creer que las personas homo o transexuales, no tienen pareja estable, pero no es así. Tener más o menos relaciones sexuales no está asociado a la identidad ni orientación sexual o de género.

– Enfermedad mental. Se suelen asociar las denominadas diversidades sexuales con problemas psicológicos y personas que no saben lo que quieren, confundidas, indefinidas o perdidas. Nada más lejos de la realidad. La enfermedad mental afecta por igual a todos los seres humanos.

– Crianza anómala. Pensar que las parejas homoparentales, del mismo sexo, van a criar de manera inadecuada a sus hijos o hijas, y peor siempre que una pareja heterosexual, es una falacia. No está demostrado que sea así, ni tampoco que ese hecho incida en la orientación o identidad de la descendencia. Las personas LGTB+ se han educado en todo tipo de familias.

– Conversión. Se siguen proponiendo las denominadas terapias de conversión como si la diversidad sexual se debiera a una enfermedad que se pudiese y debiera curar. Pero no sólo esta es inútil sino que genera muchos perjuicios y conflictos de aceptación en las personas que se prestan a ellas. Cuando la aceptación es compleja lo mejor es acudir a especialistas que ayuden a gestionar esa aceptación, pues expresarte como eres no es malo, sino todo lo contrario.

– Afeminados y marimachos. La feminidad y masculinidad son construcciones culturales y no entiende de orientaciones. Aun así, se sigue creyendo, erróneamente, que los gais son afeminados y las lesbianas marimachos. Incluso que los primeros odian a las mujeres y las segundas a los hombres, pero no es así. Ser misántropo o sentir aversión hacia las personas no es una condición asociada a la homosexualidad.

– Van disfrazados. Muchas personas creen que las personas transexuales  se disfrazan del género o sexo opuesto. La identidad de género no es un disfraz y en ocasiones se confunde con el travestismo. Tampoco quieren ser lo que no son, sino hacer que su sentimiento e identidad coincida con su exterior.

– Más propensos a las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Es más probable tener enfermedades o infecciones de transmisión sexual si no eres heterosexual. Falso. Las ETS tampoco entienden de orientaciones sexuales ni géneros. Con ser humano y exponerse a éstas sin la protección adecuada, es suficiente.

– Conducta delictiva y consumo de drogas se han llegado a asociar con las orientaciones sexuales no normativas, quizá para ensuciar su imagen y generar mayor rechazo, pero estos comportamientos no dependen de la orientación sexual del individuo.

Sin embargo, tal como dice la Confederación Autismo España, éste ha sido un ámbito que, hasta el momento, ha recibido una limitada atención en la vida de las personas con TEA. La orientación sexual (incluso la sexualidad) así como el hecho de que su identidad de género pueda ser diferente a la indicada por su cuerpo de nacimiento, ha sido una dimensión inexplorada tanto desde la investigación como desde los sistemas de apoyo que se han desarrollado para dar respuesta a las necesidades asociadas a este tipo de trastorno.

Escasez de datos sobre TEA y sexualidad.

La falta de datos sobre los TEA en España, y en concreto de estudios en materia de diversidad afectivo-sexual e identidad de género, hace que apenas se disponga de información sobre las demandas y necesidades que puede presentar el colectivo al respecto.

Esta invisibilidad, así como la propia vulnerabilidad que presentan las personas con TEA de ser excluidas o aisladas socialmente por razón de su discapacidad, pueden verse incrementadas si, además, se suma la  discriminación vinculada a su orientación sexual o a su identidad de género.

La sexualidad incluye la identidad del género, la amistad, la autoestima, la imagen, el conocimiento del cuerpo, el desarrollo emocional y el comportamiento social, así como la expresión física del amor, del afecto y de los deseos. Es una parte más de la vida de una persona y en el caso del síndrome de Asperger no es una excepción.

Mejorar el alcance y la profundidad de las experiencias sociales es necesario para que las personas con Asperger desarrollen una sexualidad saludable. El aprendizaje de una conducta social adecuada con respecto al sexo ha de realizarse de acuerdo con las normas y reglas sociales del lugar de residencia de la persona con autismo.

El tipo de orientación debe estar relacionado con los problemas sexuales para él o ella y su entorno. Es por lo tanto importante determinar y evaluar si los signos sexuales son claros, indefinidos o inexistentes y se ha de ver la sexualidad dentro de un contexto global, de forma que la instrucción y práctica sexual no consistan únicamente en ayudar a la persona con autismo a aprender a masturbarse y alcanzar el orgasmo. 

El Dr. García Cruz afirma que la educación sexual en personas con trastornos del espectro autista (TEA) es fundamental, y que se ha observado que las personas autistas presentan mayor riesgo de ser víctimas de acoso sexual (78% frente al 47 de la población general). Este porcentaje es mayor en los subgrupos con déficit de educación sexual.

La sexualidad y la expresión sexual de la gente con el Síndrome de Asperger o con trastornos del espectro autista crea reacciones diversas. La discapacidad o la diversidad no van a impedir los derechos básicos de la persona a amar y ser amado, descubrir nuevas amistades y relaciones emocionales, la búsqueda de su felicidad y siempre que sea posible, formar su familia.

Educación en sexualidad.

Estas personas tienen sensaciones, necesidades y una identidad sexual y, evidentemente, la sexualidad debe estar siempre en el contexto total de las relaciones humanas. Esta educación sexual debe proceder principalmente de los tutores legales y siempre atendiendo a las necesidades de cada etapa.

Se deben responder las preguntas que el/la adolescente formule, siempre desde la honestidad, pero sin abrumar con exceso de información. Otros entes pueden participar en la educación de la sexualidad de la persona con TEA, tanto profesionales de la educación, como sanitarios o psicólogo/as.

El hecho que muy pocos informes sobre los TEA se hayan centrado en los problemas sexuales se debe, probablemente, a la tendencia general en la sociedad a ignorar o, incluso, a suprimir la sexualidad como parte natural e integrada en el desarrollo de la personalidad. Esto se puede decir tanto de la parte de la sociedad no afectada por el síndrome, como en particular, de la parte afectada.

En el siglo veinte muchos (dis)capacitados (antes llamados minusválidos) físicos y psíquicos han sido recluidos en instituciones donde su vida cotidiana fue ensombrecida por la vigilancia y el control. Esta gente no ha tenido la oportunidad de tener una vida privada en la cual su sexualidad podía desarrollarse en un marco de seguridad emocional. El resultado fue suprimir la sexualidad o la ocultación de la actividad sexual, a menudo en circunstancias que eran humillantes y no deseadas.(Informe Danés).

Las mujeres con perfil Asperger pueden percibir su sexualidad de diversas maneras. Debido a los numerosos tabúes en torno a la discusión de la sexualidad entre las mujeres, las mujeres con perfil Asperger rara vez tienen foros para conversar explícitamente sobre este tema.

Las sensibilidades sensoriales pueden ser particularmente desafiantes para las mujeres con perfil Asperger. Las mujeres con diagnósticos de Espectro autista frecuentemente reciben medicamentos con efectos secundarios que conducen a una reducción de la excitación sexual. Esto puede llevar a que más mujeres Asperger se perciban a sí mismas como asexuales.

Hay que educar sobre lo que es adecuado y cuándo lo es, sobre el respeto a la pareja, sobre la diversidad sexual y sobre la seguridad sexual. Es importante que la información provenga de una fuente personal, dado que los individuos con TEA suelen recurrir más a fuentes de información como Internet (no hace falta hablar de los peligros de la combinación “sexualidad, Internet y adolescencia”) y. sobre todo, hay que tratar la sexualidad y sus conductas con naturalidad.

No debe reprimirse a la persona y, más importante aún, las alteraciones inapropiadas de la conducta sexual deben corregirse del mismo modo que se abordarían otras conductas no sexuales, con fines educativos y constructivos, nunca con castigos.

Por ejemplo, en 1983 Gillberg ya mencionaba tres problemas fundamentales que surgen en los debates sobre la sexualidad entre personas con autismo, especialmente entre las que junto al autismo acompañan déficit intelectual importante, y que son:

  1.   Tienen tendencia a masturbarse en público.
  2. Muestran una conducta sexual inapropiada hacia otra gente.
  3. Muchos emplean técnicas de automutilación cuando se masturban.
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