
Descubridores del Asperger y del autismo.
El término “autismo” fue originalmente acuñado por el psiquiatra Eugen Bleuler, en 1911, para describir lo que él percibía como uno de los síntomas más importantes de la esquizofrenia: el aislamiento social.
Autismo quiere decir literalmente “retirada a uno mismo”, lo que parece describir el desapego activo que, según él, afectaba a algunos de sus pacientes.
La confusión entre esquizofrenia y autismo se resolvió años después, en los años cuarenta, cuando Leo Kanner en América y Hans Asperger en Austria comenzaron a identificar un trastorno «diferente».
Kanner, por ejemplo, partía de la premisa de que esos niños estaban experimentando esquizofrenia infantil aunque era consciente de que no exhibían todos los síntomas de la esquizofrenia.
El artículo de Kanner fue publicado en Inglaterra donde el término “autismo infantil” llegó a ser ampliamente utilizado en los años 50 y 60.
Hans Asperger, por su parte, identificó un trastorno de personalidad que afectaba a algunos de los niños referidos por la clínica psiquiátrica infantil pero que estaban descritos imperfectamente por el término autismo.
La descripción que realizó en 1943, basada en cuatro casos clínicos de niños que tenían dificultades para integrarse socialmente, detalló la «psicopatía autista» como fundamentalmente marcada por el aislamiento social.
Cincuenta años más tarde se han propuesto variadas estandarizaciones del síndrome de Asperger como entidad diagnóstica, muchas de las cuales difieren significativamente del trabajo original de Asperger.
Por ejemplo, a diferencia de la descripción que el mismo Asperger hizo resaltando su capacidad cognitiva superior, en la actualidad se describe el síndrome de Asperger en personas que no presentan déficit de inteligencia, pudiendo estar ésta en la media o sobre la media.
En algunos sistemas clasificatorios de diagnóstico como el DSM-V y la CIE-11 no aparece el síndrome de Asperger como entidad clínica diferente de otras. De hecho en el DSM ha pasado a ser un «trastorno del espectro autista de nivel 1» y en CIE un «trastorno del neurodesarrollo sin déficit cognitivo». La CIF, por el momento, mantiene la denominación de síndrome de Asperger.
La primera persona que habló del autismo, aunque sin llamarlo así, ahora se sabe que fue Grunya Efimovna Sukhareva, que en 1926 publicó una descripción de los rasgos autistas en menores que describía las características tanto en hombres como en mujeres.
El informe de Sukhareva se basó en la observación de seis niños durante un periodo de dos años.
En su publicación hablaba de la psicopatía esquizoide según la clasificación de Eugen Bleuler y Ernst Kretschmer (el significado en su momento era ‘excéntrico’).