
Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud.
La Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) tiene como objetivo principal brindar un lenguaje unificado y estandarizado así como un marco conceptual para la descripción de la salud y los estados relacionados con la salud (tales como educación, trabajo, etc.)
La CIF también enumera factores ambientales que interactúan con todos estos constructos. Por lo tanto, la clasificación permite a sus usuarios elaborar un perfil de gran utilidad sobre el funcionamiento, la discapacidad y la salud del individuo en varios dominios.
Dentro de las clasificaciones internacionales de la OMS, los estados de salud (enfermedades, trastornos, lesiones, etc.) se clasifican principalmente en la CIE (abreviatura de la Clasificación Internacional de Enfermedades) que brinda un marco conceptual basado en la etiología.
«El funcionamiento y la discapacidad asociados con las condiciones de salud se clasifican en la CIF. Por lo tanto, la CIE y la CIF son complementarias y se recomienda a los usuarios que utilicen conjuntamente estos dos elementos de la familia de clasificaciones internacionales de la OMS. La CIF supone un paso de gran trascendencia en la normalización de la terminología referida a las personas con discapacidad, por cuanto vincula esta condición a la de funcionamiento y le dota de una dimensión interactiva entre factores personales (relacionados o no con la salud) y factores externos o ambientales. Aparte de sus posibles valores en la unificación terminológica y clasificadora (de los lenguajes, las normas nacionales, las estadísticas, etc.), debe contribuir también a despojar de su connotación peyorativa a muchos términos que, sin variar de forma sustancial, sí adquieren, a partir de ella, una dimensión nueva.» Víctor M. Rodríguez Muñoz.
«A lo largo de la década del 2000 se puso en marcha un largo proceso de revisión de los conceptos de discapacidad, minusvalía, enfermedad, etc. en el que tuvo un destacado papel el Real Patronato de Prevención y Atención a Personas con Minusvalía (hoy Real Patronato sobre Discapacidad).
Este proceso culminó con la aprobación, por la 54 Asamblea Mundial de la Salud, de la nueva clasificación revisada (CIDMM 2) que pasó a denominarse, de forma definitiva, Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (conocida por sus siglas abreviadas CIF). (OMS, 2001).
La clasificación mantiene la pretensión de universalidad y estandarización del lenguaje de la anterior, y se encuadra de igual forma en una perspectiva relacionada con la salud. Sin embargo, en lo que puede considerarse un verdadero cambio de paradigma, realiza una apuesta decidida para trascender el ámbito de la enfermedad y situarse en el del Funcionamiento, término genérico para designar todas las funciones y estructuras corporales, la capacidad de desarrollar actividades y la posibilidad de participación social del ser humano.
La perspectiva que adopta esta clasificación, aún procediendo del ámbito de la salud, trasciende el modelo médico, ya que incorpora componentes de tipo social o individual no ligados a la noción de enfermedad y sus consecuencias: La CIF está basada en la integración de estos dos modelos opuestos
(médico y social). Con el fin de conseguir la integración de las diferentes dimensiones del funcionamiento, la clasificación utiliza un enfoque «biopsicosocial».
Por lo tanto, la CIF intenta conseguir una síntesis y, así, proporcionar una visión coherente de las diferentes dimensiones de la salud desde una perspectiva biológica, individual y social. (OMS, 2001, p. 22.). No se trata ya, por tanto, de establecer tres niveles de consecuencias de la enfermedad (deficiencia, discapacidad y minusvalía), sino más bien de considerar a la salud como un elemento que puede tener consecuencias en el funcionamiento de los individuos y, por tanto, en la condición de discapacidad.» Guía de la UNED para el profesorado y el alumnado con discapacidad.
A menudo se nos olvida que existe la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (CIF) además de la CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades, el sistema recomendado por la Organización Mundial de la Salud) y del conocido sistema americano recogido en el manual diagnóstico DSM que actualmente está en su quinta edición.
La CIF establece la siguiente clasificación:
Mientras la CIE proporciona diagnóstico de enfermedades, trastornos u otras condiciones de salud la CIF informa sobre el funcionamiento. La información sobre el diagnóstico unida a la del funcionamiento nos proporciona una visión más amplia y significativa del estado de salud de las personas o poblaciones, que puede emplearse en los procesos de toma de decisiones.
El concepto de funcionamiento se puede considerar como un término global, que hace referencia a todas las funciones corporales, actividades y participación; de manera similar, discapacidad engloba las deficiencias, limitaciones en la actividad, o restricciones en la participación.
En un documento elaborado por la UNED, la Universidad de Educación a Distancia, para informar a sus estudiantes con discapacidad sobre los recursos de los que disponen, explican que en nuestro país la Ley de Integración Social de los Minusválidos (LISMI), del año 1982, reflejó el espíritu legislativo a favor de la inclusión educativa de personas con discapacidad, por lo que a lo largo de la siguiente década se puso en marcha un largo proceso de revisión que culminó en 2001 con la aprobación en la Asamblea Mundial de la Salud de la clasificación revisada (CIDMM 2) que pasó a denominarse, de forma definitiva, Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud (conocida como CIF).
Esta clasificación mantiene la pretensión de universalidad y estandarización del lenguaje aunque se encuadra en una perspectiva relacionada con la salud (no de la educación). Sin embargo, en lo que puede considerarse un verdadero cambio de paradigma, realiza una apuesta decidida para trascender el ámbito de la enfermedad y situarse en el del funcionamiento, término genérico para designar todas las funciones y estructuras corporales, la capacidad de desarrollar actividades y la posibilidad de participación social del ser humano.
En la CIF la discapacidad pasa a designar, de forma genérica, las deficiencias en las funciones y estructuras corporales, las limitaciones en la capacidad de llevar a cabo actividades y las restricciones en la participación social del ser humano. La perspectiva que adopta esta clasificación, aún procediendo del ámbito de la salud, trasciende el modelo médico, ya que incorpora componentes de tipo social o individual no ligados a la noción de enfermedad y sus consecuencias: No se trata ya de tres niveles de consecuencias de la enfermedad (deficiencia, discapacidad y minusvalía) sino más bien de considerar a la salud como un elemento que puede tener consecuencias en el funcionamiento de los individuos y, por tanto, en la condición de discapacidad. La discapacidad estaría relacionada, por tanto, con una alteración en algún aspecto del funcionamiento de una persona.
La CIF pertenece a la familia de clasificaciones internacionales desarrolladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pueden ser aplicadas a varios aspectos de la salud.
Esta familia de clasificaciones de la OMS proporciona el marco conceptual para codificar un amplio rango de información relacionada con la salud (ej. el diagnóstico, el funcionamiento y la discapacidad, los motivos para contactar con los servicios de salud) y emplea un lenguaje estandarizado y unificado, que posibilita la comunicación sobre la salud y la atención sanitaria entre diferentes disciplinas y ciencias en todo el mundo.
Los dominios incluidos en la CIF se describen desde la perspectiva corporal, individual y mediante dos listados básicos:
(1) Funciones y Estructuras Corporales;
(2) Actividades Participación.
Como clasificación, la CIF agrupa sistemáticamente los distintos
dominios de una persona en un determinado estado de salud (ej. lo que una
persona con un trastorno o una enfermedad hace o puede hacer).
La familia de clasificaciones internacionales de la OMS constituye una valiosa herramienta para describir y comparar la salud de la población dentro de un contexto internacional.
La información sobre la mortalidad (proporcionada por la CIE) y sobre las consecuencias de la salud (brindada por la CIF) se pueden combinar en una única medida de la salud de la población.
Esta medida puede servir para conocer en todo momento cómo es esa salud y cómo se distribuye, así como para valorar las contribuciones de las diferentes causas de morbilidad y mortalidad. Por todas estas cuestiones la CIF ha pasado de ser una clasificación de “consecuencias de enfermedades” (versión de 1980) a una clasificación de “componentes de salud”.
Los componentes de salud identifican los constituyentes de la salud, mientras que
las “consecuencias” se refieren al efecto debido a las enfermedades u otras condiciones de salud. Así, la CIF adopta una posición neutral en relación con la etiología, de manera que queda en manos de los investigadores desarrollar
relaciones causales utilizando los métodos científicos apropiados.
De forma similar, este planteamiento es también diferente del abordaje basado en los determinantes de salud o en los factores de riesgo. Para facilitar el estudio de
los determinantes o factores de riesgo la CIF incluye una lista de factores ambientales que describen el contexto en el que vive el individuo.
CIF es una clasificación universal que establece un marco y lenguaje estandarizados para describir la salud y las dimensiones relacionadas con ella. Está en la línea de incorporar a la mirada sanitaria conceptos como bienestar, estado de salud o calidad de vida relacionada con la salud, superando la mirada biomédica, al incorporar una mirada bio-psico-social a la problemática del funcionamiento y la discapacidad humana.
Este aporte teórico y práctico es significativo para abordar el funcionamiento y la discapacidad incorporando el contexto en su evaluación, pero también es interesante para abordar los cambios epidemiológicos y demográficos que hemos experimentado, principalmente para enfermedades crónicas y el envejecimiento de la población.
2) Las aplicaciones de la CIF: desde su publicación como una versión de prueba en 1980 ha sido empleada para diferentes fines, por ejemplo:
– como herramienta estadística – en la recogida y registro de datos (ej. en encuestas y estudios de población o en sistemas de manejo de información);
– como herramienta de investigación – para medir resultados, calidad de vida o factores ambientales;
– como herramienta clínica – en la valoración de necesidades, para homogeneizar tratamientos con condiciones específicas de salud, en la valoración vocacional, en la rehabilitación y en la evaluación de resultados;
– como herramienta de política social – en la planificación de sistemas de seguridad social, sistemas de compensación, y para diseñar e implementar políticas;
– como herramienta educativa – para diseño del “currículum”, y para aumentar la toma de conciencia de la sociedad y para poner en marcha actividades sociales.
Dado que la CIF es intrínsecamente una clasificación de salud y de aspectos
relacionados con la salud, también se emplea en otros sectores como las compañías de seguros, la seguridad social, el sistema laboral, la educación, la economía, la política social, el desarrollo legislativo y las modificaciones
ambientales.
Ha sido aceptada como una de las clasificaciones sociales de las Naciones Unidas e incorpora las Normas Uniformes para la Igualdad de Oportunidades para las Personas con discapacidad. Como tal, la CIF nos brinda
un instrumento apropiado para implementar los mandatos internacionales sobre
los derechos humanos, así como las legislaciones nacionales.
Tiene un amplio rango de aplicaciones, por ejemplo, en la seguridad social, en la evaluación de la atención médica y en estudios de población de ámbito local, nacional e internacional. Ofrece un marco de referencia conceptual para la información que es aplicable a la atención médica personal, incluyendo la
prevención, la promoción de la salud y la mejora de la participación, eliminando
o mitigando los obstáculos sociales y promoviendo el desarrollo de soportes
sociales y elementos facilitadores. También es relevante para el estudio de los
sistemas de atención a la salud, tanto para la formulación como para la evaluación de políticas.
Según aporta la ya citada guía para estudiantes con discapacidad, de la Universidad de Educación a Distancia, el funcionamiento y la discapacidad se organizan en torno a dos grandes apartados:
• Las Funciones y Estructuras Corporales: funciones fisiológicas y
estructuras anatómicas que pueden presentar deficiencias.
En esta nueva clasificación, la discapacidad pasa a designar, de forma genérica,
las deficiencias en las funciones y estructuras corporales, las limitaciones en la capacidad de llevar a cabo actividades y las restricciones en la participación social del ser humano.
La perspectiva que adopta esta clasificación, aún procediendo del ámbito de la salud, trasciende el modelo médico, ya que incorpora componentes de tipo social o individual no ligados a la noción de enfermedad y sus consecuencias.
• Las actividades y la participación: entendidas como la realización o
desempeño de tareas y acciones por parte de un individuo o el acto de involucrarse en una situación vital.
La discapacidad estaría relacionada, por tanto, con una alteración en algún aspecto del funcionamiento de una persona. Las deficiencias en las funciones y estructuras corporales, las limitaciones en la actividad, entendidas como las dificultades que una persona puede tener en el desempeño
de actividades y las restricciones a la participación son, como vimos en la
definición, los parámetros que delimitarían una condición de discapacidad. Pero la principal novedad que aporta esta nueva concepción es la consideración de los factores denominados contextuales que pueden tener una incidencia directa sobre el funcionamiento y la discapacidad.
Estos factores pueden ser:
– Factores ambientales: constituidos por el ambiente físico social y actitudinal en el que viven las personas. Son externos al individuo y pueden tener una influencia positiva o negativa en el funcionamiento de las personas.
– Factores personales: que integran todas las características de un individuo que no forman parte de una condición o estado de salud (edad, sexo, estilos de vida, hábitos, educación, profesión, etc.).
Este conjunto de factores contextuales pueden desempeñar un papel determinante en una condición de discapacidad. En general, aunque más referido a los de carácter ambiental, se suele hablar del efecto facilitador o, por el contrario, del efecto de barrera que pueden tener sobre el funcionamiento
de un individuo.
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Fuentes para consulta:
– REAL PATRONATO SOBRE DISCAPACIDAD (Ed.) (2007). Conclusiones y propuestas de actuación. II Congreso Nacional sobre Universidad y Discapacidad. XI Reunión del Real Patronato sobre Discapacidad. Madrid: Editor.
– BARAÑANO, M. (ed.) (2006). Adaptar la igualdad, normalizar la diversidad. II Congreso Nacional sobre Universidad y Discapacidad. XI Reunión del Real Patronato sobre Discapacidad. Madrid: Vicerrectorado de Estudiantes, Universidad Complutense de Madrid.
– BARTON, L. (ed.), Cast. R. Filella (trad.) (1998). Discapacidad y Sociedad. Madrid: Morata.
– UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA (2008). III Congreso Nacional sobre Universidad y discapacidad. XII Reunión del Real Patronato sobre Discapacidad. Zaragoza: Autor.