
Problemas que se pueden dar en el niño/a en la comunidad lingüística.
Se entiende por comunidad lingüística aquella en cuyos sistemas fonético, fonológico, léxico, morfosintáctico, semántico y pragmático está inmerso el individuo. Dentro de cada comunidad lingüística con la evaluación psicolingüística detectan las dificultades específicas y determinamos el grado de desviación correspondiente.
La comunicación del menor se considera atrasada cuando el niño o niña está notablemente retrasado en comparación a sus compañeros en la adquisición de destrezas del habla o lenguaje. No obstante, los problemas estructurales del lenguaje no se pueden evaluar precozmente (en la primera infancia) cuando el lenguaje verbal está casi ausente.
El TEL constituye una categoría clínica global que se compone de una serie de trastornos del lenguaje que afectan a distintos dominios lingüísticos, con unos perfiles distintos y con unas respuestas al tratamiento diferentes. Hablaremos entonces de los subgrupos:
– Trastorno de la programación fonológica.
El origen de este trastorno de la comunicación puede ser variado: en general, cuando la causa puede localizarse en una lesión o disfunción cerebral o del sistema nervioso se emplea el término orgánico y, si no es posible descubrir causas similares a las mencionadas, se consideran trastornos funcionales.
Se trata de personas con habla muy poco inteligible pero cuyos gestos y expresión facial indican que quieren comunicarse.
En principio los síntomas del trastorno se restringieron a los referentes a aspectos articulatorios y fonológicos, sin embargo pueden presentarse dificultades tanto en de habla como de lenguaje.
– Trastorno fonológico-sintáctico.
Se caracteriza por errores de la producción, utilización, representación u organización de los sonidos tales como sustituciones de un sonido por otro (utilización del sonido /t/ en lugar de /k/ u omisiones de sonidos tales como consonantes finales).
Las alteraciones, anomalías, perturbaciones o trastornos dificultan la comunicación lingüística, afectando no solo a aspectos lingüísticos sino también intelectuales y de la personalidad, interfiriendo en las relaciones y rendimiento escolar, social y familiar de los individuos afectados.
Es el trastorno específico del lenguaje más habitual, tanto entre personas con TEA, como en quienes no presentan ningún trastorno autista. Se expresa por pobreza semántica y gramatical acompañada de una vocalización deficiente, lo cual condiciona un lenguaje poco inteligible sobre todo para los adultos no familiarizados con su forma de hablar.
Si bien la comprensión está más o menos alterada se manifiesta especialmente como un déficit expresivo.
– Agnosia verbal auditiva.
Es la falta de capacidad del cerebro para reconocer los objetos familiares, a pesar de existir un adecuado imput sensorial. Cualquier sentido puede ser afectadopor la agnosia: a) agnosia visual: incapacidad para identificar estímulos visuales; b) agnosia táctil: incapacidad para identificar objetos con el tacto, c) agnosia auditiva: incapacidad para reconocer y diferenciar sonidos, palabras…
– Trastorno léxico-semántico.
En estos casos la afectación reside principalmente en la capacidad para evocar la palabra adecuada al concepto o a la idea. A pesar de que la producción verbal es fluente, a poco que se analice, se aprecia una pobreza expresiva.
– Trastorno semántico-pragmático.
Sucede cuando el uso social o comunicativo del lenguaje está alterado. Las habilidades pragmáticas que fallan son normalmente: inicio inadecuado, coherencia, conversación estereotipada, uso contextual de la conversación y compenetración. En un trabajo reciente Shields y su equipo comparan niños con trastorno semántico-pragmático con niños autistas de funcionamiento elevado (AAF) y encuentran similitudes entre ambos grupos.
En los dos grupos los resultados indican disfunción de hemisferio derecho y disfunción cognitiva social.
IMPORTANTE: En una revisión de Gagnon, al comparar AAF y niños diagnosticados de síndrome semántico pragmático, se concluye que no se pueden establecer diferencias sintomáticas que marquen una frontera entre unos y otros.
Los problemas para comprender el significado implícito en el grupo semántico-pragmático y la pobreza lexical en el grupo léxico-sintáctico conllevan una interpretación literal de los mensajes que dificultan mucho la comunicación.
En cada una de las seis categorías diagnósticas aparecen afectadas predominantemente unas capacidades psicolingüísticas pero en muchos casos se ven afectadas otras capacidades lingüísticas como consecuencia del trastorno nuclear.
Además existen transiciones diagnósticas, una muestra más de la complejidad del lenguaje y de la necesidad de un diagnóstico individualizado, además de la necesidad de un tratamiento centrado en la sintomatología del sujeto.
Así que la variada sintomatología y la heterogeneidad que caracteriza el TEL hace patente la necesidad de hacer subgrupos, no sólo para precisar la descripción del fenotipo sino además para facilitar una identificación e intervención tempranas.
Las seis categorías establecidas las reagruparon Rapin y Allen en tres grupos: niños con trastorno del lenguaje expresivo; con trastornos del lenguaje expresivo y receptivo o con trastorno de procesamiento de orden superior. Pero la clasificación de uso común establece tres grupos de acuerdo a los trastornos
a) de input o entrada, con el déficit en la percepción del estímulo y la descodificación posterior, que se caracteriza por una pobre comprensión y una expresión no siempre alterada;
b) trastornos de performance o desarrollo en los que tanto la expresión como la comprensión suelen estar alteradas; y
c) trastornos de output o salida con alteraciones en la ejecución del lenguaje y déficits expresivos, aunque con la comprensión conservada.
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Fuentes:
– «Clínica», en Trastornos del lenguaje, de Mulas ed., por Crespo-Eguílaz, Carbona, Mulas, Etchepareborda, Díaz-Lucero y Ruíz-Andrés, 2008
– «Bases biológicas del lenguaje y clínica». Por Thierry Deonna, Schlumberger, Crespo-Eguílaz, Etchepareborda, López-Lázaro, Ortiz-Alonso, Maestú, Fernández-Lucas, Amo, Campo, Capilla-González, Castaño y Narbona en Trastornos del lenguaje, de Mulas ed.
– Mas Salguero, M.J., “Cuando autismo y TDAH coinciden”, en Neuropediatria. Neuronas en crecimiento. Octubre 2015. Centro Médico Rambla Nova – Tarragona.
– De la Iglesia Gutiérrez, Myriam y José-Sixto Olivar Parra, Autismo y Síndrome de Asperger. Trastornos del espectro autista de alto funcionamiento. Editorial CEPE. Madrid, 2007
– Mulas, Etchepareborda, Díaz-Lucero y Ruíz-Andrés, Trastornos del Lenguaje, Mulas ed., 2008.