
Modelos de intervención en el síndrome de Asperger.
La intervención en la persona con síndrome de Asperger debe establecerse de forma individualizada y atendiendo a las dificultades concretas que presente esa persona. Dependerá de la edad y el género del SA la selección del método y sistema de intervención, y deberá incluir especialmente sistemas que mejoren la relación social y el déficit comunicativo o expresivo de la persona con Asperger. Evidentemente cuanto antes se inicie la intervención más efectiva va a ser y mejores resultados se obtendrán, pero también depende del grado de afectación y de la comorbilidad, que la evolución sea más o menos rápida o eficaz. El objetivo es conseguir una comunicación eficiente que optimice la adaptación social, optimizar el uso comunicativo del lenguaje en el contexto natural, dando atención prioritaria a las habilidades comunicativas o pragmáticas, pero sin olvidar que el lenguaje es un sistema global y que a medida que un niño desarrolla sus destrezas de comunicación la distinción entre contenido, forma y uso se hace más borrosa. El énfasis en enseñar un lenguaje funcional no es incompatible, ni mucho menos, con la necesidad de fundamentar el programa de intervención en el modelo de desarrollo normal. Nos referimos fundamentalmente a la importancia de diseñar los objetivos, los contenidos y las actividades de enseñanza de acuerdo a la edad evolutiva del sujeto y basándonos en los datos evolutivos y psicolingüísticos de la secuencia de desarrollo normal.
Las intervenciones específicas, tales como los enfoques y prácticas de enseñanza, las técnicas de manejo de la conducta, las estrategias de apoyo emocional y las actividades dirigidas a fortalecer la capacidad social y comunicativa, deberían ser concebidas e implementadas de modo cuidadoso, individualizado y consistente (esto es, en todos los entornos, en todas las situaciones y con todo el personal educativo).
Debería evaluarse el beneficio de las recomendaciones específicas (o de la falta de ellas) de modo empírico, es decir, basándose en la evaluación de acontecimientos observados, documentados y representados en gráficas, conservando las estrategias útiles y descartando las inútiles de modo que se promueva un ajuste constante del programa a las condiciones específicas individuales de la persona con SA.
Es importante observar, no obstante, que existen grados de tendencia a la concreción y rigidez, falta de perspicacia, torpeza social, etc., que caracterizan a las personas con SA, y los cuidadores deberían abarcar el amplio rango de manifestación y complejidad del trastorno, evitando el dogmatismo y procurando establecer un juicio clínico práctico, individualizado y con sentido común.
Los programas de intervención normalmente están centrados en desarrollar tres áreas o habilidades fundamentales: intencionalidad o uso funcional de actos comunicativos, habilidades conversacionales y discurso narrativo.
Al inicio, la intervención se centra en hacer sentir al niño la necesidad de comunicar y más concretamente en las necesidades físicas y sociales de comunicación del propio sujeto. No interesa tanto la evaluación de los problemas que la persona presenta, por ejemplo determinando si tiene el esperado número o rango de actos comunicativos, como la evaluación de los actos comunicativos para ver si se acoplan a los propósitos o fines del comunicador.
Las estrategias específicas para resolver problemas deben ser enseñadas para que la persona con Asperger se enfrente a los requerimientos de situaciones difíciles que se presenten frecuentemente.
Es necesario entrenar para que pueda reconocer esas situaciones y aplicar las estrategias aprendidas y también debe cultivarse la conciencia social, centrándose en los aspectos relevantes de situaciones dadas, y señalando los aspectos irrelevantes de las mismas. Para esto es necesario que durante la intervención se hagan explícitas las discrepancias entre las percepciones de la persona con SA y las percepciones de los demás. Generalizar las estrategias, integrar lo aprendido, compensará sus dificultades a la hora de procesar secuencias visuales, especialmente si éstas tratan de temas sociales, y reforzará la habilidad para interpretar a la vez la información visual y la auditiva, ya que es importante no solamente ser capaz de interpretar correctamente el comportamiento no verbal de las demás personas, sino también interpretar lo que se está diciendo junto con estas señales no verbales.
Por la misma razón debe fomentarse la autoevaluación: es importante que la persona con SA se dé cuenta de cómo puede manejar fácilmente situaciones que son potencialmente peligrosas, aprendiendo la necesidad de usar estrategias conocidas, fortaleciendo la autoestima y aumentando las situaciones en las que puede lograrse el éxito.
Se deben utilizar situaciones sociales ideadas en el entorno terapéutico, que exijan el manejo de habilidades de receptividad visual y otras habilidades no verbales, y deben enseñarse asimismo estrategias para descifrar las dimensiones no verbales más significativas inherentes a estas situaciones.
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