
Los autistas SÍ sienten y manifiestan emociones.
En este espacio siempre hemos defendido que las personas afectadas por trastornos del espectro autista sí tienen emociones y que además las expresan, aunque no sea de la forma «habitual» como las expresan los neurotípicos.
Afortunadamente cada vez son más los investigadores y grupos de estudio que escuchan a los familiares de autistas, que son, al final, quienes conviven con los afectados y conocen mejor su «idioma».
De esta forma que se están creando grupos de estudio que tratan de averiguar el especial lenguaje no verbal con el que los afectados se expresan emocionalmente, sin atender únicamente a la «necesidad» de que aprendan a expresarse como los neurotípicos.
En nortedecastilla.com han publicado un reportaje, muy acertado, sobre uno de estos grupos de investigación que podéis leer pinchando en el siguiente enlace: https://nortecastilla.es/v/20110307/valladolid/inventario-emociones-20110307.html
No obstante he hecho un extracto de lo sustancial de esa noticia, que reproduzco a continuación:
En la década de los cuarenta, los austriacos Leo Kanner y Hans Asperger describieron un cuadro desconcertante y peculiar en el desarrollo humano, el autismo. Ambos coincidieron en la identificación de niños que llamaban la atención por su aislamiento, su rígida adherencia a rituales, su cerrada oposición a los cambios y extrañas peculiaridades comunicativas.
Con personas que tienen estas características resulta difícil establecer una comunicación convencional o, al menos, los esquemas universales no son al completo aplicables.
Dada su atípica expresividad y peculiaridad comunicativa surgen varias preguntas: ¿Tienen emociones los autistas, cómo las expresan, cómo entenderles e interpretar sus señales? ¿Son capaces de captar las emociones en los demás y de reaccionar adecuadamente ante ellas?
En general se parte de la hipótesis de que la conducta expresiva emocional contempla un patrón común intercultural en la especie humana.
La literatura científica habitualmente usa como referente la expresión emocional universal como si fuera la única, y casi todo lo que se hace para trabajar con las personas con autismo en el mundo de las emociones es intentar ver qué es lo que tienen alterado y cómo se les puede enseñar para que lo tengan de la forma más parecida al de las personas sin autismo. Pero existen grupos de trabajo e investigación que se separan de ese procedimiento e intentan estudiar la atipicidad y tratar de clarificar su significado.
Como dice la profesora Julia Alonso (Universidad de Valladolid) «las personas con autismo no tienen esa tipicidad de la expresión emocional que tenemos los demás.
Cuando expresan alegría no siempre están riendo o sonriendo; pueden estar completamente serios, aparentemente indiferentes e inexpresivos y estar llenos de alegría.
Además, nos damos cuenta de que ellos tienen también una expresión emocional más restringida, no tienen un rango tan amplio y variado como el resto de las personas y, por lo tanto, pueden utilizar una misma expresión para distintas emociones».
Como consecuencia esta investigación propone por un lado, que existe expresión emocional en las personas con autismo, aunque su manifestación resulte atípica y no se encuentre dentro de los patrones normalizados. Por otro, que a menudo la diversidad de emociones expresadas en estas personas es restringida.
Es importante no solo empeñarnos en enseñarles a ser como los demás, sino también empeñarnos en comprender cómo son ellos.
Quizás de ese modo cuando interactuamos con las personas con autismo podamos entender que una expresión emocional habitual no siempre tiene el mismo significado, que una expresión facial seria no siempre implica ausencia de alegría ni deba interpretarse como indiferencia o falta de interés y que una misma expresión es muy posible que esté presente en emociones diferentes.
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Julia Alonso García Imagen de Antonio Quintero |