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Reacciones de menores al trauma. Inmediatas o tardías.

Estamos en tiempos de violencia social ¿cómo afecta eso a nuestros hijos?, ¿qué podemos hacer para que estén bien? Las reacciones de los niños, niñas y adolescentes al trauma pueden ser inmediatas o pueden aparecer mucho tiempo después y, normalmente, no sabemos cómo responderán a situaciones de estrés, traumas, experiencias impactantes, violencia, etc.
Los niños, al igual que los adultos, se sienten asustados y amenazados por cualquier situación de violencia. 
Eventos traumáticos puntuales o situaciones de estrés continuas trastocan nuestro mundo,  dejamos de sentirnos seguros, perdemos el control sobre lo  que nos puede pasar y las reacciones de nuestros hijos se van a ver influenciadas por nuestro comportamiento. Nosotros, y los adultos cercanos a ellos, somos sus  modelos y les enseñamos a través de nuestras acciones, palabras y lenguaje no verbal, cómo interpretar la situación y cómo reaccionar ante ella.

Los niños reaccionan al trauma de distintas maneras. La intensidad de sus reacciones dependerá, entre otras cosas, del nivel de exposición a la violencia a la que estén sometidos. Mientras más cercanos hayan  estado o estén a  situaciones de conflicto o traumáticas más probabilidades tienen de que se vean afectados por ellas. Si han sido víctimas o han presenciado eventos violentos su reacción será más intensa.

Por otro lado, cada niño expresa sus sentimientos de  manera diferente. La mayoría de las veces se sienten  confundidos con lo que está pasando y con sus propios sentimientos y reacciones. Algunos niños reaccionan alejándose sin poder hablar del asunto, otros hablan sin  parar de lo que ha sucedido, hay niños que se sienten tristes y enojados en algunos momentos y en otros actúan como si nada hubiese sucedido.
Las reacciones de los niños al trauma pueden ser inmediatas pero también pueden aparecer mucho tiempo después. A distintas edades, tienen diferentes niveles de desarrollo emocional y sus reacciones a situaciones de estrés dependerán y variarán de acuerdo a la edad. Una niña de seis años, por ejemplo, puede mostrar su temor acerca  de algo que le pasa negándose  a ir a la escuela.  Un adolescente,  por su parte, puede minimizar su preocupación pero volverse irritable, pelear  más con sus padres o bajar el rendimiento escolar.
Familiarizarnos con las reacciones típicas de los niños y conocer  y entender cómo reaccionan nuestros propios hijos ante los conflictos que estamos viviendo nos ayudará a brindarles el apoyo y la seguridad emocional que necesitan para manejar la situación y disminuir el impacto negativo que ésta pueda tener en ellos.
Protejamos a nuestros hijos de la violencia y la intolerancia pero, para eso, debemos también atender nuestros propios miedos, traumas o situaciones difíciles. Si nosotros no estamos bien difícilmente vamos a poder ayudar a nuestros hijos e hijas a estar bien.
Cuando finalmente aparecen las reacciones de los niños al trauma podemos ir las siguientes recomendaciones para ayudar a nuestros hijos e hijas:
– Nuestros hijos están asustados y confundidos con lo que está pasando. Nuestra tarea principal es tranquilizarles, tratar de restablecer en ellos un sentimiento de seguridad, que sientan que están a salvo, que están protegidos y que son queridos, que a pesar de los peligros que pueda haber nosotros estamos ahí con ellos para cuidarles.
– Aunque los niños, por lo general, son muy resistentes y tienen defensas naturales que les ayudan a sobrellevar momentos difíciles necesitan un apoyo especial de sus padres y madres.
El factor más importantes que ayuda a proteger la salud física, mental y emocional de los niños son los padres y madres en el hogar.  Podemos ayudarles a trabajar sus emociones, a fortalecer sus defensas emocionales, podemos brindarles el apoyo y la protección necesaria para enfrentar la situación de la siguiente forma.
– Fomenta relaciones sociales y aumentassu círculo de apoyo. Promueve los lazos y el intercambio con familiares, vecinos, amigos, compañeros de estudio, de modo de que el círculo de apoyo del niño crezca. Es importante que aprenda a establecer relaciones positivas y saludables tanto con adultos como con otros niños y niñas. Recibir apoyo de otras personas le ayudará.
– Que esté callado no significa que esté calmado. Observa a tus hijos, en especial a los más callados. Aún cuando no hablen de lo que sienten o de sus temores, dolencias físicas, cambios de comportamiento, problemas para dormir pueden ser indicativos de estrés emocional.

Ayúdales a expresar cómo se sienten por medio de dibujos, juegos, escritos, u otras actividades propias de su edad.

– Dedícale tiempo extra y un momento especial a cada uno. Reserva un momento privado y especial para estar con cada niño. Tan sólo quince minutos al día, dedicados a ellos, pueden ser suficientes para ayudarles a sentirse seguros y para apoyar su salud emocional.
– Habla de otra cosa. Aunque los niños sean muy pequeños los comentarios continuos, las especulaciones que asustan y las imágenes o conversaciones constantes acerca de una situación negativa aumentan sus temores e inseguridades. Limita esas discusiones frente a los niños y procura espacios y momentos libres de temas conflictivos.
– Construye una muralla protectora con cosas buenas. Planifica actividades familiares que le ayuden a tener una buena reserva de experiencias positivas y que le sirvan de protección ante los momentos difíciles.

Pueden ser juegos de mesa, ver una película juntos o visitar un lugar que les guste y sea seguro, por ejemplo.

– Planifica arreglos prácticos que brinden seguridad. Planifica lo que deben hacer si pasa algo, cómo mantenerse comunicados y a dónde ir. Haz planes que den un sentido de seguridad como evitar ciertas calles o regresar a cierta hora. Comparte con tus niños los planes, eso les hará sentirse seguros a ellos también.
– Combate la intolerancia y promueve la convivencia. Es importante revisar nuestra propia agresividad, nuestro lenguaje y los comentarios que hacemos sobre cada situación conflictiva. Los insultos, las generalizaciones del tipo ‘todos esos xxx son unos xxx’ metiendo a todo un grupo en el mismo saco nos hacen daño a todos y fomentan la intolerancia y la discriminación.
Debemos evitar el uso de un lenguaje que exprese descalificaciones, burlas, humillaciones u ofensas.
Tratemos de promover en nuestro hogar, en la familia, con los vecinos y con los niños y jóvenes un ambiente de tolerancia y respeto a las ideas de los otros. Esto no quiere decir que aceptemos las injusticias, que no tengamos y defendamos nuestras ideas o que cambiemos automáticamente nuestra forma de pensar. Si hay responsables hay que señalarlas pero sin generalizar u ofender.

Protejamos a nuestros hijos de un ambiente intolerante que hace un gran daño físico, social, moral y emocional a nuestras familias y nuestra sociedad. La tolerancia se construye también desde nuestros hogares a través del diálogo, fomentando la paz y el respeto al otro y a las diferentes ideas.

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Este texto ha sido adaptado por MuNDo AsPeRGeR del original que aparece en la guía «¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos?» Si quiere puede seguir leyendo sobre este tema puede hacerlo AQUÍ.
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