Los trastornos del espectro autista afectan al desarrollo de los denominados “procesos de humanización”, en el sentido que los sujetos que los padecen presentan déficits cualitativos significativos de aquellos aspectos psicológicos que definen al ser humano como tal.
La gravedad de estos síntomas conductuales es una causa importante de estrés para los padres puesto que altera profundamente la convivencia familiar, no sólo dentro del hogar, sino también en los lugares públicos, de forma que muchas de estas familias tienden a limitar sus actividades fuera de casa, para evitar situaciones embarazosas motivadas por la conducta de su hijo.
En este sentido, las familias, además de requerir servicios de diagnóstico necesitarán programas de atención en el hogar; diversificar las estrategias psiquiátricas para el tratamiento del estrés y apoyo social mediante redes de servicio formales e informales.
En este momento los
trastornos del neurodesarrollo se clasifican según las manifestaciones que producen y resulta que todas las personas con autismo, incluso quienes poseen mayor nivel de procesamiento cognitivo, experimentan anormalidades en el desarrollo de sus habilidades cognoscitivas.
Aunque el nivel intelectual no se considera un criterio para el diagnóstico se sabe que el Asperger puede implicar un tipo diferente y particular de inteligencia: una disposición superior hacia la sistematización de la información.
De hecho, para algunas personas con autismo de alto funcionamiento (AAF) o con síndrome de Asperger SA el perfil cognitivo puede incluir una discrepancia muy importante entre el cociente intelectual verbal (CIV) y el cociente intelectual manipulativo (CIM) pudiendo producirse en cualquiera de los dos sentidos, es decir, mayor uno u otro.
Por tanto no es que no exista imaginación en las personas con síndrome de Asperger sino que su imaginación está sesgada por su especial idiosincrasia.
Autismo de Kanner presenta una gravísima alteración de la comunicación y la interacción social que conlleva mejor pronóstico cuanto menos esté afectado el ámbito cognitivo.
En este sentido, conviene recordar que en torno al 75% de las personas con autismo presentan limitaciones intelectuales significativas y que las alteraciones en la interacción social constituyen el aspecto más característico del autismo infantil.
Se observa desde el nacimiento por una valoración inadecuada de los signos socio-emocionales (como si no comprendieran la comunicación no verbal); por un comportamiento desajustado al contexto social (por ejemplo con rabietas sin justificar, independientemente de lo que pase alrededor); y por la ausencia de signos sociales convencionales como la sonrisa o el saludo.
Las alteraciones en la interacción social constituyen el aspecto más característico del autismo infantil y se observa desde el nacimiento.
1) Alteraciones cuantitativas como la falta de reciprocidad o la evitación del contacto táctil y visual;
2) Alteraciones cualitativas como ausencia de juego, imitación y simbolización, también la falta de sincronización entre el lenguaje, cuando existe, y la expresión facial o que no juegan con los demás ni desarrollan el juego simbólico. A veces se produce ecolalia.
Respecto a las actividades repetitivas o estereotipadas hay que hacer notar que esta característica del comportamiento les produce restricción de intereses, apego a objetos, resistencia a los cambios, actividades rituales incomprensibles para el entorno, estereotipias motrices, orales, etc.
A menudo, en las personas con autismo, se producen otras alteraciones como temores y fobias a objetos cotidianos, sin saberse a ciencia cierta por qué, o a un determinado ruido (lavadora, timbre, sirena, etc.). Esta característica podría estar provocada por cierta
hipersensibilidad sensitiva que algunas personas con autismo tienen.
Aparecen con frecuencia
trastornos del sueño y en la alimentación. Duermen poco y/o mal, solo durante la primera parte de la noche o a partir de una determinada hora, y son selectivos con determinados alimentos y muy exigentes con ciertos ritos (temperatura, distribución de los alimentos en el plato, etc.).
Son frecuentes las rabietas o crisis, muy intensas, incomprensibles, y a veces acompañadas de autoagresiones (que en el fondo son un sistema de autorregulación). Así que, si unimos todos los elementos nos encontramos con un niño/a muy estereotipado, con un comportamiento muy rígido y con muchísimas dificultades para manejar conceptos abstractos, simbolizaciones o la complejidad de la interacción social.
Como comentábamos antes muchos estudios han establecido que hasta un 70% de las personas con autismo presentan una
discapacidad intelectual que puede oscilar desde tener un cociente intelectual afectado en el rango de ligero hasta un grado profundo.
Las nuevas investigaciones sugieren un porcentaje menor que el citado, pero esto podría deberse a que se ha incluido el Asperger y el autismo de alto funcionamiento en un solo espectro (trastornos del espectro autista) y, por tanto, ya que en estos trastornos la inteligencia no se ve afectada, el porcentaje global de discapacidad intelectual en el conjunto ha disminuido.
Por lo general se entiende que en el espectro autista hay trastornos en los que el cociente intelectual se ve gravemente afectado y otros en los que no hay afectación o ésta es mínima.
Así, en el caso del síndrome de Asperger, la persona presentará una inteligencia normal, a veces incluso superior a la media, y el cociente se verá disminuido así como aumente el grado de afectación en el espectro, siendo menor en los casos de autismo de Kanner que en los autismos de alto funcionamiento, etc.
De hecho en el diagnóstico diferencial se usa el cociente intelectual como elemento de valoración (aunque no de diagnóstico), así como la adquisición de lenguaje o la torpeza motora, ya que los problemas de adquisición de lenguaje son propios de grados más elevados de afectación en el espectro autista y, sin embargo, la torpeza motora es una característica casi exclusiva del síndrome de Asperger.
El grado de posible discapacidad intelectual asociada tiene importancia a la hora de determinar el tipo de apoyos que van a ser necesarios e influye en el pronóstico que se va a hacer en relación a la vida adulta de la persona. Por cierto, la capacidad intelectual en el autismo puede ser armónica o disarmónica, con “picos” aislados de marcada competencia.
La hipótesis de un continuo autista fue propuesta por Lorna Wing para recoger y explicar los distintos grados de afectación en la interacción social, la comunicación y la imaginación, de modo que en un extremo del continuo se situaría el desarrollo normal y en el otro extremo el autismo o síndrome de Kanner.
Con esta aportación se empieza a considerar el autismo como un continuo en el que se altera cualitativamente un conjunto de dimensiones: los trastornos de la relación social; el trastorno de la comunicación y la falta de flexibilidad mental.
Gracias a Wing el Asperger se ha ubicado entre los trastornos del desarrollo en general y en el espectro del trastorno autista en particular. De acuerdo a su hipótesis las personas con Asperger no presentarían problemas en uno de los tres elementos de la tríada (las dificultades de comunicación y lenguaje) y tendrían un desarrollo cognoscitivo conservado. Habría afectación, no obstante, en la interacción social y por la aparición de un modelo restringido de actividades e interés.
Finalmente, no hay que olvidar la complejidad y lentitud del proceso de detección y diagnóstico de los trastornos del espectro autista, sobretodo comparado con el del síndrome de Down.
En este último caso, el diagnóstico inicial se realiza a partir del estudio cromosómico del sujeto, lo que permite en la actualidad, no solamente emitirlo a las pocas horas del nacimiento, sino realizarlo también prenatalmente.
Con respecto al autismo, la situación es muy distinta, puesto que la ausencia de marcadores biológicos, las profundas diferencias interindividuales, la ausencia habitual de dismorfias y de alteraciones somáticas, la levedad e inespecificidad de los primeros síntomas, y la existencia, en muchos casos, de áreas evolutivas muy poco afectadas, retrasan la detección y el diagnóstico y dan lugar, en un número notable de casos, a opiniones profesionales divergentes.
Fuentes:
– Autismo Madrid. Conocer bien el autismo: una guía para hablar correctamente de las personas con autismo. En https://goo.gl/MT0anW
– – García, E., Jorreto, R. (2005). “Síndrome de Asperger: Un enfoque Multidisciplinar”. Actas sobre la primera jornada científicosanitaria sobre síndrome de Asperger. Sevilla: Asociación Asperger Andalucía.
– The Complete Guide to Asperger’s Syndrome, Tony Attwood. 2015.
– Aston, M. (2001) The Other Half of Asperger Syndrome. The National Autistic Society. Págs. 18-52- Periódico 20 Minutos. Conocer bien el autismo: una guía para hablar correctamente de las personas con autismo. https://20minutos.es/noticia/1715920/0/conocer-autismo/guia-hablar/correctamente/
– Libro «Mundo Asperger y otros mundos», de Sacha Sánchez-Pardíñez. El libro digital está disponible en: https://amazon.com/dp/B017IMQFYW
– El País Digital: http://elpais.com/elpais/2017/02/15/mamas_papas/1487148152_860465.html?id_externo_rsoc=FB_CM
– Psicología y mente. https://psicologiaymente.net/clinica/diferencias-sindrome-trastorno-enfermedad#! -Diferencias entre síndrome, trastorno y enfermedad, en MuNDo AsPeRGeR. https://mundoasperger.com/2013/12/diferencias-entre-sindrome-trastorno-y.html
– Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Guía de autismo en lectura fácil, https://oadis.msssi.gob.es/novedades/docs/tripticosAutismo.pdf