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Parentalidad positiva. Guía para padres y madres.

La Convención sobre los derechos del niño de Naciones Unidas reconoce a las familias como un grupo fundamental de la sociedad y el medio idóneo para el crecimiento de los niños y las niñas.

Parentalidad positiva. Guía para padres y madres., MuNDo AsPeRGeR

Crecer en un entorno familiar que les proporcione seguridad, amor y comprensión es la mejor manera de asegurarles su normal y pleno desarrollo físico, emocional y social. La socialización primaria en la familia es clave para la formación de futuros ciudadanos adultos, responsables y comprometidos con la sociedad.

Esta socialización se consigue ejerciendo una parentalidad responsable y positiva, basada en los derechos del niño, en el afecto y también en el establecimiento de normas y límites. Esta guía para padres y madres, elaborada con el apoyo del Ministerio de sanidad, servicios sociales e igualdad, es parte del trabajo de Save the Children para promover la parentalidad positiva y el buen trato y pretende dar continuidad a las acciones de sensibilización de campañas públicas como “Educa, no pegues” o “Corregir no es pegar”.

La parentalidad positiva se basa en tres condiciones: conocer, proteger y dialogar; exige paciencia, dedicación y esfuerzo. No siempre es fácil, pero educar en positivo es posible.

En muchas ocasiones, los adultos vemos comportamientos en los niños que no entendemos y podemos vernos desbordados por no saber actuar correctamente. A medida
que crecen, los niños manifiestan conductas y actitudes relacionadas con los cambios físicos, cognitivos, emocionales y de desarrollo social que están experimentando.

Entender el comportamiento de tu hijo o hija implica conocer los aspectos principales de cada etapa de su desarrollo, sus necesidades y cómo responder ante ellas adecuadamente.
Es importante tener presente que cada niño o niña es único y diferente a los demás y tiene su propio proceso evolutivo y desarrollo (algunos empiezan a hablar antes que otros o pueden empezar a caminar sin haber gateado antes, por ejemplo).

Las características que exponemos a continuación responden a patrones generales de desarrollo evolutivo que pueden aparecer antes o después, dentro de unos márgenes
temporales determinados. Es importante estar atentos a retrasos (que podrían estar indicando algún tipo de déficit sensorial o físico que provoque problemas madurativos) con
el fin de consultar con especialistas lo antes posible.

La parentalidad positiva se basa en tres condiciones: conocer, proteger y dialogar. Ofrecemos aquí pautas y herramientas que pueden ayudar a los padres y las madres en su tarea más apasionante, la de educar a los hijos.

   – Conocer y entender a los niños y las niñas: cómo sienten, piensan y reaccionan según su etapa de desarrollo.

  – Ofrecer seguridad y estabilidad: los niños y las niñas tienen que con ar en sus padres y madres, sentirse protegidos y guiados.
– Optar por la resolución de los problemas de manera positiva: sin recurrir a castigos físicos y humillantes.

Educar en positivo y desde el buen trato significa educarles sin recurrir a gritos, insultos, amenazas, humillaciones, azotes o cachetes. Estos castigos causan en los niños y las niñas dolor, tristeza, miedo, soledad, culpabilidad y baja autoestima, y está demostrado que no son e caces en la educación de los hijos.

Guía para padres y madres sobre educar en positivo. Save the children.
¿Quién te quiere a ti?
Guía para padres y madres: Cómo educar en positivo.

Esta guía para padres y madres, elaborada con el apoyo del Ministerio de sanidad, servicios sociales e igualdad, es parte del trabajo de Save the Children para promover la parentalidad positiva y el buen trato y pretende dar continuidad a las acciones de sensibilización de campañas públicas como “Educa, no pegues” o “Corregir no es pegar”.

La parentalidad positiva exige paciencia, dedicación y esfuerzo. No siempre es fácil, pero educar en positivo es posible. Ofrecemos aquí pautas y herramientas que pueden ayudar a los padres y las madres en su tarea más apasionante, la de educar a los hijos.
La Convención sobre los derechos del niño de Naciones Unidas reconoce a las familias como un grupo fundamental de la sociedad y el medio idóneo para el crecimiento de los niños y las niñas.
Crecer en un entorno familiar que les proporcione seguridad, amor y comprensión es la mejor manera de asegurarles su normal y pleno desarrollo físico, emocional y social.
La socialización primaria en la familia es clave para la formación de futuros ciudadanos adultos, responsables y comprometidos con la sociedad.
Esta socialización se consigue ejerciendo una parentalidad responsable y positiva, basada en los derechos del niño, en el afecto y también en el establecimiento de normas y límites (…) Las relaciones afectivas que mantenemos con personas allegadas como nuestra pareja, amigos íntimos, padres o hermanos se diferencian de las que mantenemos con
compañeros de trabajo o vecinos por el sentimiento de cercanía, de confianza mutua y lo mucho que significan para nosotros.
La construcción de un vínculo adecuado implica expresar abiertamente el afecto que sentimos, hacer sentir a la persona querida y aceptada tanto por las cualidades que nos gustan de ella, como por las que no. Conlleva crear espacios de intimidad, dedicar tiempo e implicarnos activamente en conseguir el bienestar del otro, escucharnos, abrazarnos.
Las principales figuras vinculares para los niños y las niñas son aquellas personas que se hacen cargo de su cuidado y protección sean o no sus padres biológicos.
Este proceso se da durante la interacción diaria entre el niño o niña y sus cuidadores (cuando el adulto responde ante las necesidades básicas de cuidado, afecto y protección) pero no perdura por sí misma, es necesario alimentarla y dedicarle tiempo a lo largo de nuestra vida.
Los vínculos afectivos que se crean los primeros años de vida son esenciales en la construcción de nuestra identidad y nuestro equilibrio emocional. Aunque el niño o la niña al nacer dependa totalmente de sus cuidadores, a medida que crecen y se hacen más autónomos siguen necesitando su afecto y apoyo incondicional.
La imagen que vamos construyendo de nosotros mismos es el reflejo de lo que nuestros seres más queridos nos devuelven y condiciona las relaciones que tenemos con los demás, nuestra autoestima y la forma de afrontar los problemas.Un vínculo afectivo sano con tu hijo o hija garantizará relaciones futuras de confianza, procurará en el niño o niña mayor seguridad en sí mismo y servirá de “salvavidas” cuando surjan los conflictos. Permite que el niño o la niña desde pequeño desarrolle esquemas mentales en los que asocie a sus padres con sentimientos de seguridad, afecto y tranquilidad, percibiendo así el mundo como un entorno amable y poco amenazante.
El vínculo no es un fenómeno rígido e inalterable en las relaciones humanas, puede ir cambiando según el contexto social, la familia, el momento de vida y la persona con la que surja la relación.
Es posible que un niño establezca un vínculo poco seguro con su madre o padre durante su primera infancia, pero existe la posibilidad de que cambie, tornándose más seguro y estable si existe voluntad y compromiso real por parte del adulto en mejorar la relación. Lo que el niño y la niña aprende es aquello que prevalece en el tiempo, lo que se ha repetido con sus principales figuras vinculares a lo largo de su vida.

¿Quién te quiere a ti? Guía para padres y madres: Cómo educar en
positivo. Save the Children: https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/guia_quien_te_quiere_a_ti_vok.pdf
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