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¿Es posible la autorregulación en personas con TEA?

Una de las principales manifestaciones de los trastornos del espectro autista, incluido el síndrome de Asperger, es el déficit en la autorregulación emocional o la inestabilidad emocional.

Los trastornos del espectro autista afectan a:

Déficits en la autorregulación del aurosal fisiológico, causado por emociones intensas. Arousal es el nivel de activación cerebral. Implica tanto el ritmo de los procesos cerebrales como el nivel general de atención frente a los estímulos del medio y está regulado por el sistema de activación reticular. Puede variar desde un nivel de sobreactivación, como en el caso de emociones intensas o de estados de alerta, hasta un nivel atencional óptimo para la acción intencional, o hasta niveles de infraactivación, como en el caso de estados de relajación o de sueño.
Dificultades en la inhibición de conductas inapropiadas en respuesta a emociones positivas o negativas.
Problemas para centrar la atención después de emociones intensas.
Desorganización de la conducta coordinada en respuesta a una activación emocional.

Regulación del arousal.

Las personas con autismo tienen una pobre regulación del arousal. Tienen graves déficits en la modulación del arousal. Concretamente, Dawson y Lewy (1989) sostienen que la capacidad de procesar estimulación social en los niños y niñas con autismo puede estar disminuida debido a su novedad, complejidad e impredictibilidad.

Estas características ocasionan que «los estímulos sociales puedan ser particularmente elevadores del nivel del arousal y, por tanto, puede que sea más probable que excedan en el niño el umbral mínimo de aversión«.

Si los estímulos sociales (sutiles, complejos, pasajeros y variados) son elevadores del nivel el arousal entonces habrá problemas para establecer relaciones sociales armonizadas. Es decir, habría alteraciones en los procesos reguladores.

Aprendizaje.

En los actuales planteamientos la cuestión no es qué puedo hacer cuando la persona presenta una determinada conducta o cómo puedo conseguir que pare determinado comportamiento (enfoque patológico o reactivo). La cuestión consiste en averiguar qué tengo que enseñarle a esa persona cuando no está realizando esa conducta o qué quiero que haga en determinada situación en vez de la conducta mostrada (enfoque constructivo o proactivo).

Esto significa que la educación es el mejor procedimiento de intervención o, en otras palabras, que la intervención no consiste en qué hacer cuando la conducta ha ocurrido sino en qué hemos de hacer para que la siguiente vez, en esa situación, en lugar de realizar esa conducta se realice otra adecuada. Hay que averiguar qué forma comunicativa, social o de control de su entorno necesita esa persona en concreto.

Estos enfoques constructivos, proactivos, tienen más eficacia que las acciones reactivas, las realizadas para parar la conducta una vez que ya se ha desencadenado.

Concepto de regulación.

El concepto de regulación se ha convertido en un concepto central con respecto a los procesos de desarrollo.

En palabras de Schore (1996) «el concepto de regulación es uno de los pocos constructos teóricos utilizados por, literalmente, todas las disciplinas científicas«.

Dante Cicchetti, en el editorial del número especial de la revista Development and Psychopathology sobre los procesos reguladores, escribe lo siguiente: «… los procesos reguladores pueden examinarse en la actualidad a lo largo de varias dimensiones separadas, aunque interrelacionadas, que van desde los microniveles de la organización biológica a través de los macroniveles de la organización social, cultural y familiar. Los sistemas biológicos y socioculturales se conciben como reguladores principales en el desarrollo normal y patológico «.

En el mismo número especial Porges comenta su modelo jerárquico de autorregulación y propone cuatro niveles.

  1. el nivel I se refiere a los procesos neurofisiológicos,
  2. el nivel II a los fisiológicos,
  3. el III a los procesos motores y
  4.  el IV a procesos dirigidos a negociar interacciones sociales, que son contingentes con feedback ambiental.

Schore (1996) propone un acercamiento multinivel para comprender las bases estructurales y funcionales del desarrollo de la regulación del afecto en bebés desde el nacimiento hasta los 24 meses.

Este autor describe las transacciones entre la figura cuidadora principal y el bebé. Estas transacciones «actúan como entorno facilitador del crecimiento para la maduración posnatal. Fallos en este complejo proceso pueden ocasionar futuras psicopatologías” .

Más recientemente el Grupo de Tours (Adrien, Martineau, Barthélémy, Bruneau, Garreau y Sauvage, 1995) han realizado una investigación sobre la regulación en autismo y concluyen que los niños y niñas con autismo «tenían mucha más dificultad que los niños y niñas con retraso mental para ejecutar tareas de regulación de la actividad (…). Por lo tanto, en los niños y niñas autistas estaba más alterada la capacidad para ejecutar y regular la propia conducta«. Es decir, hay una deficiencia básica de regulación en el autismo.

Programa base.

Un programa base ha de configurar secuencias fáciles de comprender, de predecir y muy ordenadas, establecer límites claros y proponer gradualmente la gratificación, utilizar refuerzos (positivos cuando el niño hace algo bien y negativos cuando deja de hacerlos), programar todo lo que se va a hacer, mantener relaciones estables, dar siempre instrucciones y consignas claras y simples, programar sesiones breves y mantener una actitud directiva.

Independientemente del programa que sigamos, es importante recordar que siempre va a ser a largo plazo.

Sería de gran importancia crear métodos para evaluar los procesos reguladores.

Podemos alimentar la autorregulación mediante enseñar a hacer elecciones (p.e. elegir entre dos deseos).

También es importante tener en cuenta las claves del contexto relativas a las posibilidades de una acción. Así, podemos enseñar a inhibir algunas acciones dependiendo de las claves del contexto (por ejemplo enseñar una clave para informar que algo, en ese momento, no es apropiado hacerlo).

Otro modo de desarrollar la autorregulación es enseñar habilidades de relajación.

¿Es posible la autorregulación en personas con TEA?, MuNDo AsPeRGeR
Javier Tamarit para el periódico 20Minutos

Como dice Javier Tamarit podemos llevar a cabo una desensibilización sistemática a estímulos nuevos o a cambios en el entorno utilizando la relajación.

Conductas autísticas.

El obsesivo deseo y la insistencia en la igualdad, las conductas repetitivas y los repertorios restringidos de actividades e intereses son aún un conjunto de síntomas del autismo que no cuentan con una explicación satisfactoria.

Las conductas repetitivas podrían ser vistas como una consecuencia de estos procesos reguladores alterados (incluyendo los niveles de regulación fisiológico, emocional, social y cognitivo). En el nivel fisiológico, los niños y niñas con autismo manifiestan patrones específicos alterados de medidas psicofisiológicas.

En un estudio clásico realizado por McCulloch y Williams en 1971 encontraron que los niños y niñas con autismo mostraban un aumento de la variabilidad de su ritmo cardíaco.

Esto sugiere «un fallo parcial de feedback negativo entre los componentes cardioaceleradores y deceleradores del centro cardioregulador en el tronco cerebral«.

Estos resultados apoyan la hipótesis de que «la función del tronco cerebral dorsal es críticamente dañada antes o durante el proceso del nacimiento en niños y niñas que posteriormente muestran características del síndrome autista«.

Veinticuatro años después de este estudio, Hashimoto y sus colegas (1995) han obtenido evidencia de que el tronco cerebral es anormal en bebés con autismo.

Las conductas anormalmente repetitivas podrían considerarse «una de entre las posibles manifestaciones externas de una alteración en los procesos reguladores, debido a razones cognitivas, perceptivas y/o biológicas, de la persona en interacción con su entorno. Esta alteración puede ser pasajera (como en muchos casos en los que se manifiestan conductas repetitivas en personas normales) o más permanentes (como en el caso de las personas con autismo, quienes presentan una alta vulnerabilidad para estas conductas). No obstante, hay momentos del desarrollo normal en los que se manifiestan conductas repetitivas (como por ejemplo en los bebés, justo en el tiempo previo al gateo), las cuales podrían cumplir una función como mecanismos preparadores del desarrollo motor«. (Grupo CEPRI).

Consecuencias de la falta de autocontrol.

La falta de autocontrol hace que no fiscalicemos nuestras emociones o, dicho de otro modo, que las emociones nos controlen a nosotros y las personas, como actores de nuestra propia existencia, manejamos nuestra felicidad de acuerdo a la interpretación subjetiva que hacemos de nuestra vida.

Si las sensaciones y los sentimientos provienen de las emociones el control de los pensamientos supondría el control emocional.

Por tanto los desequilibrios emocionales retrasan el propio crecimiento personal y solo finalizan con la aceptación.

Además, la inestabilidad emocional suele producirse por los altibajos de ánimo a veces sin motivo o por causas insignificantes.

Al final el sentimiento destructivo que provoca la inestabilidad emocional se irradia hacia cualquier parcela de la vida poniendo a prueba el umbral de tolerancia a la frustración de la persona con Asperger.

Sus limitaciones características de introspección y autorreflejo con respecto a los demás impiden frecuentemente un autoajuste espontáneo a las demandas sociales e interpersonales.

La práctica de la comunicación y las habilidades sociales no significa que la persona adquiera espontaneidad y naturalidad comunicativa o social. Sin embrago, prepara mejor a la persona con síndrome de Asperger para enfrentarse a las expectativas sociales e interpersonales, aumentando su atractivo como interlocutores en una conversación, o como amigos o compañeros potenciales.

Las personas inestables oscilan fácilmente entre la alegría y la tristeza, la aceptación y el rechazo e incluso entre la sorpresa y la ira, y esos cambios de ánimo en la persona con síndrome de Asperger pueden ser progresivos o pueden producirse explosivamente.

De una forma u otra provocan, al final, ansiedad, así que la tolerancia a la frustración y el manejo del autocontrol serán también pilares básicos de la intervención en las personas con síndrome de Asperger de cualquier edad. Conviene, pues, que se enfoquen las situaciones problemáticas que ocurren a menudo enseñando a la persona la secuencia exacta de las acciones apropiadas que tendrán por resultado un comportamiento efectivo.

Perfil neuropsicológico.

El perfil neuropsicológico de puntos fuertes y débiles de la persona con Asperger ha de servir de base para establecer líneas de enseñanza adicionales, por ejemplo, la conexión entre experiencias concretas que sean frustrantes o que provoquen ansiedad y los sentimientos negativos ha de ser enseñada a la persona con SA de un modo concreto, mostrando la causa-efecto, para que sea capaz de aprender gradualmente a discernir sus propios sentimientos.

Asimismo, la conciencia del impacto de sus acciones sobre otra gente debe ser fomentada. 

Conclusiones:

Una de las manifestaciones del Asperger/trastornos del espectro autista es el déficit en la autorregulación emocional o la inestabilidad emocional. La educación es el mejor procedimiento de intervención.

Es muy útil, pues, hacer un análisis funcional de la conducta y distinguir los procesos de manejo en las crisis (agudo y reactivo), emocionalmente, y la intervención en las crisis (manejo largo y proactivo) con prevención psicoeducativa.

Hay que averiguar, pues, qué forma comunicativa, social o de control de su entorno necesita esa persona en concreto para poder intervenir. Los enfoques constructivos, proactivos, tienen más eficacia que las acciones reactivas (las realizadas para parar la conducta una vez que ya se ha desencadenado).

Fuentes:
– Análisis y propuestas para la intervención en los trastornos del espectro autista. Javier Tamarit. https://mundoasperger.com/2016/02/analisis-y-propuestas-para-la.html
– Regulación, autorregulación y otros conceptos relacionados. https://mundoasperger.com/2017/07/regulacion-autorregulacion-y-otros.html
– Grupo de Estudio de Trastornos del Espectro Autista. Instituto de Investigación de Enfermedades Raras- Instituto de Salud Carlos III. – “Comportamiento repetitivo en niños con autismo de alto funcionamiento y trastorno obsesivo compulsivo”. Zandt, F.; Prior, M.; Kyrios, M. (2007) Repetitive Behaviour in Children with High Functioning Autism and Obsessive Compulsive Disorder.
– Libro Mundo Asperger y otros mundos, de Sacha Sánchez-Pardíñez.
– Adrien, J.L., et alii (1995): «Disorders of regulation of cognitive activity in autistic children». Journal of Autism and Developmental Disorders, 25,3, 249-263.
– Baron Cohen, S. (1989): «Do autistic children have obsessions and compulsions?» British Journal of Clinical Psychology, 28,193-200.
– Ciccetti, D. (1996): «Editorial: Regulatory processes in development and psychopathology». Development and Psychopathology, 8, 1-2
– Dawson y Lewy, (1989): «Arousal, attention and the socioemotional impairments of individuals with autism» En G. Dawson (ed): Autism: Nature, diagnosis and treatment. New York: The Guilford Press (p. 49-74)
– Happè, F. (1994): «Annotation: Current psychological theories of autism: the «theory of mind» account and rival theories». Journal of Child Psychology and Psychiatry, 35, 2, 215-229.
– Hashimoto, Tayama et alii. (1995): «Development of the brainsetm and cerebellum in autistic patients» Journal of Autism and Developmental Dosorders, 25, 1-18.
– Hughes y Russel, (1993): «Autistic children’s difficulty with mental disengagement from an object: Its implications for Theories of Autism». Developmental Psychology, 29, 3, 498-510.
– Hutt, C. el alii. (1975): «Cardiac arrhythmia and behaviour in autistic children». Acta Psychiatric Scandinava, 51, 361-372.
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– Loverland, K. (1991): «Social affordances and interaction II: Autism and the affordances of the human environment». Ecological Psychology 3, 2, 99-119.
– Ozonoff, S. et alii. (1991): «Executive ffunction deficits in high-functioning autistic individuals: Relationship to theory of mind». Journal of Child Psychology and Psychiatry, 32,7,1081-1105.
– Ozonoff, S. et alii. (1994): «Excecutive function abilities in autism and Tourette Syndrome: An information processing approach». Journal of Child Psychology and Psychiatry, 35,6,1015-1032.
– Porger, S.W. (1996): «Physiological regulation in high-risk infants: A model for assessment and potential intervention». Development and Psychopathology, 8, 43-58.
– Schore, A.N. (1996): «The experience-dependent maturation of a regulatory system in the orbital prefrontal cortex and the origin of developmental psychopathology». Development and Psychopathology, 8, 59-87.
– Libro Síndrome de Asperger. Síndrome invisible. 2013, Sánchez-Pardíñez, S., Psylicom Ediciones, colección de materiales para TEA.
– Atención temprana e intervención en la primera infancia en:https://mundoasperger.com/2016/03/atencion-temprana-e-intervencion-en-la.html
– Atención temprana en los trastornos del espectro autista y específicamente en las chicas, en: https://mundoasperger.com/2017/04/atencion-temprana-i-jornada-de-atencion.html
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