
El debate educativo.
Lo peor del debate educativo es, en realidad, que nadie se ha molestado en preguntar a los niños y niñas qué es lo que piensan ellos sobre el sistema, qué cambiarían, qué necesitan e incluso qué sobra.
Los estudiantes se han de adaptar al sistema en lugar de ser el sistema el que se adapte a las necesidades del menor, a su ritmo de aprendizaje o a la utilidad futura de los conocimientos adquiridos durante el periodo escolar. Estamos generando dificultades de escritura, de atención y de autocontrol en los futuros adultos, además de coartar su libertad de movimiento, de pensamiento y de elección porque ni el Estado, ni los docentes, ni la sociedad, ni los padres tienen en cuenta (casi nunca) la opinión de los estudiantes de primaria, sus necesidades (y no hablemos ya de los niños y niñas de educación infantil) porque son menores y, por tanto, no son «ciudadanos de derecho».
Los alumnos de secundaria manifiestan más su opinión pero en escasas ocasiones se tiene en cuenta tampoco. «Menos aún se atiende a la opinión ni a las demandas de los alumnos con diversidad funcional a los que, de forma general, se les calla con un ‘no hay presupuesto para más’ (…) Se aburren los que aprueban, los que suspenden y hasta los que encuentran la disciplina y la concentración para sacar sobresaliente. Pregúntenles y lo comprobarán.» Asegura José Ignacio Torreblanca. Resultaría muy interesante conocer cuál es la experiencia de aprendizaje de los alumnos y escucharles cuando aseguran que nuestro sistema educativo es enormemente aburrido (aparte de poco eficaz, discriminatorio y segregador).
La personalidad del profesor es un atributo importante e influyente en el éxito del programa educativo. Así, el docente debe sentir un gran entusiasmo por la educación y en ocasiones ser capaz de una gran creatividad para resolver problemas, además de una disposición calmada y respuestas emocionales equilibradas. Normalmente son profesionales entrenados para educar principalmente a los niños y niñas con un desarrollo normal. Sin duda, la formación académica y la experiencia práctica en la clase de estos profesionales les ha equipado para identificar y tratar algunas de las discapacidades del aprendizaje más comunes en el niño, como la dislexia, la disgrafía, dificultades del lenguaje, los problemas motores y algunas de las alteraciones de conducta. Sin embargo, la mayoría de los profesores ubicados en los centros no especializados no están familiarizados con los perfiles inusuales de habilidades cognitivas y problemas sociales del menor con el síndrome de Asperger.
El alumno/a tiene derecho a recibir adaptaciones no significativas, adaptaciones metodológicas, etc. aunque no tenga un desfase curricular de dos años. No existe excusa alguna para negar ayuda a un niño/a que lo necesita. En caso que las adaptaciones no significativas no sean suficiente se puede solicitar evaluación psicopedagógica, dictamen de escolarización, etc. para que las adaptaciones necesarias se pongan en marcha.
La mayoría de los profesores que se han actualizado y reciclado intenta imponer una organización y estructuración de la clase flexibles, y en ocasiones cambiantes, con el propósito de estimular el trabajo colaborativo entre los niños y fomentar y extender los vínculos sociales entre ellos. Claramente, el estudiante con un desarrollo típico se adapta rápidamente a cualquier estructura impuesta y cambia de grupo, de mesa de trabajo y de clase con entusiasmo y sin problemas. Pero cuidado, en contraste, algunos estudiantes con el síndrome de Asperger no suelen estar tan dispuestos a la aceptación de los cambios nimios en sus rutinas cotidianas, por lo que podrían mostrar una disposición desfavorable con respecto a la flexibilidad de la organización de la clase. No pasaría nada si esa dificultad se atendiera pero la escuela no está preparada para atender dificultades concretas de individuos concretos y menos aún cuando esa dificultad viene provocada por un cambio de sistema que inicialmente está pensado para el bien del alumno.
Hay que valorar el trabajo de los docentes. De ellos depende, en gran parte, el futuro de nuestros hijos. Los maestros y maestras preparan a los menores para que en el futuro sean independientes, sin embargo, el sistema debería enseñar al estudiante a ser resolutivo, a encontrar la información que necesita, a transmitir a otros de forma efectiva esa información, a aplicar los conocimientos adquiridos en la vida diaria… Y además, debería conseguirse que esas competencias fueran adquiridas por el alumnado de forma lúdica, amena y atractiva. Ir al colegio no debería percibirse por los estudiantes como una obligación sino como una experiencia gratificante, como una oportunidad y como algo útil a la par que divertido. Para eso es imprescindible escuchar a los docentes, a los padres y también al estudiante.
Queremos una escuela inclusiva dotada con los recursos y los apoyos necesarios en la que estén todos los alumnos: los diversos y los que no lo son, los extraordinarios, los ordinarios y los que no son ninguna de esas cosas. Todos y cada uno de los niños han de tener espacio en la escuela ordinaria. Estudiar en escuelas regulares u ordinarias es un derecho de todos los niños y niñas.
…………….
Fuentes:
– Los niños se aburren. El País. Jose Ignacio Torreblanca. 8 Diciembre 2016. @jitorreblanca http://elpais.com/elpais/2016/12/07/opinion/1481127996_234022.html
– Mundo Asperger y otros mundos, Sacha Sánchez-Pardíñez, 2016. En MuNDo AsPeRGeR. https://mundoasperger.com/2014/06/sindrome-de-Asperger-y-problemas-con-el.html