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Dispraxia verbal.

La dispraxia es la dificultad de no poder controlar los movimientos del propio cuerpo. Esto afecta la motricidad fina y gruesa. Estadísticas con personas que presenten dispraxia son difíciles de encontrar pero las estimaciones van desde 2% a 10% de la población. Los varones representan alrededor del 70-80% de los casos diagnosticados.

Es dificil encontrar la causa de la dispraxia y no se sabe de forma clara cuál es su origen.

Las últimas investigaciones la relacionan con inmadurez en el desarrollo neuronal o a una lesión en las primeras etapas del desarrollo del tejido nervioso, como por ejemplo:

– Afectación del feto durante el embarazo (drogas, tabaco o alcohol).
– Un parto traumático con sufrimiento del feto
– Niños prematuros (niños nacidos por debajo de las 37 semanas de gestación).
– Antecedentes genéticos. 

La dispraxia verbal es la que se produce en personas con habla muy poco inteligible pero cuyos gestos y expresión facial indican

que quieren comunicarse.

En principio los síntomas del trastorno se restringieron a los referentes a aspectos articulatorios y fonológicos, sin embargo pueden presentarse dificultades tanto en de habla como de lenguaje. Los síntomas
habituales (no es necesario que coexistan todos a la vez) son:
–  Períodos de apreciable ininteligibilidad.
–  Errores en los sonidos del habla. Emisión distorsionada de gran número de sonidos. Se debe diferenciar a los niños con dispraxia verbal   de los niños con un déficit únicamente a  nivel fonológico y encontrar evidencia del fallo motor o fallo práxico. A un niño con problemas fonológicos le cuesta combinar fonemas para hacer palabras pero a uno con dispraxia verbal además le cuesta combinar rasgos para hacer fonemas. Por otro lado, los niños con dispraxia verbal muestran dificultad para realizar las tareas de diacocinesis, pero no tienen problemas de coordinación fonorespiratoria.
–  Errores en la articulación de vocales.
–  Se suele apreciar esfuerzo, tanteos o titubeos en la producción de algunos o incluso todos los fonemas.
–  Dificultad para producir voluntariamente fonemas aislados o secuencias de fonemas que han sido producidos correctamente en otras ocasiones. Se mejora el habla con actividades masivas de repetición voluntaria, consciente y precisa de sílabas y secuencias de sílabas.

–  Fallos en la ejecución, en aislar y secuenciar movimientos orales, no de habla, de nivel automático.
–  Aumento del número de errores con el incremento de la longitud del enunciado.
–  Alta incidencia de errores relacionados con el contexto, como por ejemplo errores de metátesis.
–  Inconsistencia de los patrones de errores de articulación.
–  Patrones desviantes durante el desarrollo del habla.
–  Evolución muy lenta durante el tratamiento. Monfort y Juárez señalan que además de la estimulación reforzada del lenguaje los programas de intervención incluyen entrenamiento específico en aptitudes perceptivas, motoras, cognitivas y/o conductuales relacionadas con la comunicación y el lenguaje que se encuentran significativamente deficitarias en el niño.

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Fuentes: Fernando Mulas ed., “Bases biológicas del lenguaje y clínica”. En Trastornos del lenguaje. Hierry Deonna, Schlumberger, Crespo-Eguílaz, Etchepareborda, López-Lázaro, Ortiz-Alonso, Maestú, Fernández-Lucas, Amo, Campo, Capilla-González, Castaño y Narbona y «Dispraxia verbal» de Ygual-Fernández y Cervera-Mérida en el mismo libro.

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