
¿Cuáles son los síntomas característicos del autismo y del Asperger?
No todas las personas presentan todos los síntomas descritos como clásicos y ninguno de ellos es patognomónico decisivo. Consecuentemente, la ausencia de cualquiera de ellos no es excluyente del diagnóstico de autismo o de Asperger.
Aunque algunos estudios e informes familiares señalan anomalías observables en los primeros 12–18 meses de vida es a partir de los 24 meses cuando se aprecian con mayor intensidad los síntomas característicos de las formas más severas de trastornos del espectro autista y lo que conicemos como síndrome de Asperger suele piderse diagnosticar a partir de los 3 años de edad.
En niños de alrededor de dos años los síntomas más frecuentes son: la ausencia de una mirada normal a los ojos; no compartir intereses con los otros; la falta de respuesta al ser llamado por su nombre; el no “llevar y mostrar” cosas a los demás y no señalar con el dedo índice.
Se consideran, sin embargo, características propias de un trastorno del espectro autista (TEA) las siguientes:
b) Alteraciones cualitativas de la comunicación: Los primeros estudios realizados en el autismo identificaban que un 50% de las personas afectadas no desarrollaban lenguaje hablado funcional a lo largo de su vida (si tenemos en cuenta el actual concepto de TEA este porcentaje disminuye sensiblemente). Existen casos de niños y niñas que empiezan a hablar y luego pierden su lenguaje. Frecuentemente, aquellos que desarrollan el habla lo hacen con ciertas características peculiares: ecolalia, perseveración, inversión pronominal, entonación anormal, etc. Lo más característico es el que el lenguaje no es utilizado de manera social para compartir experiencias y vivencias; presentando dificultad para iniciar o mantener una conversación recíproca; comprender sutilezas, bromas, ironía o dobles intenciones.
Este fallo de la comunicación verbal se acompaña además de pobreza o ausencia de la comunicación no verbal: gestos, posturas o expresiones faciales que acompañan normalmente al habla o la sustituyen. El desarrollo del lenguaje en los primeros años de vida presenta un retraso significativo o características peculiares en la mayoría de personas con TEA.
c) Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades: Las personas con trastornos del espectro autista presentan intereses especiales, que no son frecuentes en otras personas de su edad (fascinación por partes de objetos, piezas giratorias, letras o logotipos, etc.), aunque tal vez lo más característico sea que no comparten sus intereses con los demás.
Su juego tiende a ser repetitivo y poco imaginativo (hacer hileras, agrupamientos, fascinación por contar objetos y repetir acciones, etc.). En las personas con mayor capacidad intelectual los intereses restringidos son más sofisticados y pueden incluir hacer colecciones, listados, recopilar datos sobre temas específicos como astronomía, monedas, mapas, trenes, programas informáticos, etc. En todo caso, normalmente no están interesados necesariamente en compartir su conocimiento de manera recíproca.
De hecho muchas personas presentan ansiedad ante los cambios de sus rutinas y/o del entorno (horarios, recorridos, objetos o personas que cambian su ubicación o postura, etc.), etc. Cuando hay cambios o alteraciones en las rutinas pueden aparecer movimientos corporales estereotipados (aleteos, giros sobre uno mismo, balanceo, ambulación sin funcionalidad, etc.) que se llaman estereotipias y que les ayudan a regularse y controlar sus emociones (en eso se diferencian de los tics que suelen aparecer en el síndrome de Tourette: las estereotipias «relajan» y los tics «alteran» a la persona que los sufre).
Muchas de estas personas, especialmente durante su infancia, padecen fenómenos de hipo e hipersensibilidad a los estímulos sensoriales. Esta alteración sensorial puede explicar fenómenos frecuentemente observados como por ejemplo taparse los oídos, no tolerar determinados alimentos o tejidos, rechazar el contacto físico, auto-estimularse con la saliva o mirando reflejos ópticos o responder inusualmente al dolor (generalmente con poca sensibilidad al dolor pero también se dan casos de hipersensibilidad al mismo).
Recuerde que estos rasgos son muy generales y puramente orientativos. Cada persona, aunqye tenga el mismo diagnóstico que otra, presentará unos rasgos comunes al colectivo de personas con trastornos del espectro autista pero tanbién unas características únicas que le hacen diferente. Por tanto las dificultades y necesidades de cada uno/a serán también diferentes. Consulte a un profesional y acuda siempre a personas bien formadas y, en lo posible, con experiencia en el trato a personas con trastornos del neurodesarrollo.
Fuentes:
– Baron-Cohen, S. Autismo y síndrome de Asperger. 2010, Alianza editorial.
– Libro Mundo Asperger y otros mundos, de Sacha Sánchez-Pardíñez; 2015.
– Libro Síndrome de Asperger. Síndrome invisible. 2013, Sánchez-Pardíñez, S., Psylicom Ediciones, colección de materiales para TEA.