
Colaboración del centro educativo con la familia del menor con trastornos del neurodesarrollo.
El autismo es algo más que una entidad objeto de estudio e investigación, es ante todo, una condición que afecta al día a día de las personas con trastornos del espectro autista (TEA) y sus familias.
Sabemos de la importancia de esta colaboración y que es incuestionable el papel relevante, único e insustituible que tienen las familias en la educación de sus hijos. Especialmente en el caso del alumnado con TEA la colaboración y participación de los familiares en los programas educativos favorece el desarrollo del alumno, la generalización y reforzamiento de aprendizajes a otros contextos diferentes del escolar y, además, facilita que estos aprendizajes sean más estables y duraderos en el tiempo.
La vida de una persona con TEA es mucho más larga que los años de escolaridad obligatoria y sus necesidades educativas se extienden más allá del ámbito escolar. Además, los profesionales cambian, y son los padres los que permanecen durante más tiempo junto a ellos. Si uno de nuestros fines educativos es mejorar la calidad de vida de las personas con TEA y sus familias no se puede intervenir de espaldas a ellos y se debe conocer y considerar sus expectativas y necesidades personales específicas.
Colaborar con las familias implica su consideración en la organización y gestión de los centros a través de los diferentes estamentos de participación, la difusión y concienciación social de las necesidades y servicios de las personas con TEA, la defensa de los derechos e intereses de los alumnos, objetivos educativos consensuados entre profesionales y padres para asegurar su validez, a través de una cultura de colaboración, en la que haya una relación igualitaria, basada en el reconocimiento, el respeto y la confianza.
Actuaciones que fomentan esta colaboración pueden ser: mantener reuniones periódicas con ellos, llevar el diario o agenda que va y viene de casa a la escuela con información preferentemente positiva, informar de los aprendizajes que se están trabajando sobre todo al inicio de los mismos, solicitar su ayuda según disponibilidad y aptitudes, en salidas extraescolares, talleres creativos (pintura, teatro, música, guiñol…), talleres de orientación laboral, fiestas y celebraciones, y en general cualquier actividad educativa dentro o fuera del recinto escolar.
En esta línea de trabajo una propuesta novedosa pero muy interesante es la puesta en funcionamiento de los grupos abiertos o comunidades de aprendizaje donde varios adultos (profesores, otros profesionales de los centros, padres, hermanos, voluntarios) comparten el aula con los alumnos de un grupo, lo que se ha demostrado que además de posibilitar la atención individualizada mejora la convivencia y reduce los problemas de comportamiento; no se trata de que los padres estén siempre dentro del aula y sustituyan a los profesionales sino que la presencia de más de un adulto proporciona ventajas incuestionables. Igualmente, desde el centro deben favorecer la creación y el funcionamiento de espacios de formación e intercambio de experiencias y escuela de padres, fomentar el asociacionismo, la reivindicación y el establecimiento y uso de redes de apoyo social.
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Fuente: INTERVENCIÓN EDUCATIVA EN EL ALUMNADO CON TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA, Francisco Tortosa Nicolás, Servicio de Atención a la Diversidad. Dirección General de Promoción Educativa e Innovación. Consejería de Educación, Ciencia e Investigación. C/ Gran Vía Escultor Salzillo, 42. 2ª Esc. 5ª planta. 30005. Murcia: