Oh Snap!

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Soy una trastornada, ¿y qué?

Imagino a alguien con el argumento «quiero optar a una plaza de empleo público reservada para personas con discapacidad, una cita semanal con un psicólogo, ser atendida por un terapeuta ocupacional, una persona de apoyo y una beca PORQUE SOY PELIRROJA»… y es que me duele todo.

Pedir atención temprana, y atención a cualquier edad, tratamiento, diagnóstico y terapia gratuitas, reconocimiento de la discapacidad social, empleo adaptado, cuotas protegidas, ajustes escolares, etc. y negar que estar en el espectro autista supone tener un trastorno para mí es incompatible. Es que me estalla la cabeza.

No entiendo cómo puede ser que el colectivo se quede con el término «autista» para reivindicarlo más allá del insulto pero se tenga tanto ¿miedo? a usar el término «trastorno».

Sin la mayoría neurotípica la dificultad está igualmente.

Por ejemplo, ante una hipersensibilidad auditiva un entorno silencioso ayuda y uno bullicioso dificulta pero… ¿Las tormentas con truenos, qué? No las provoca la mayoría neurotípica y sí pueden ser invalidantes para algunas personas en el espectro autista.

Cierto es que el mundo neurotípico nos lo pone más difícil. La mayoría de trabas con las que se encuentra la persona con autismo las ha puesto la persona sin autismo, pero no todas. Eso significa que tenemos ciertas dificultades (aumentadas por el contexto) con respecto al entorno.

Esas dificultades no las tienen todos. Las tenemos unos cuantos y hacen que nuestra vida sea más difícil y dura que la de la mayoría.

Entonces… Es un trastorno, es un problema, es una desventaja, es una dificultad y por eso exigimos apoyos y ajustes razonables. De hecho, SUFRIMOS un trastorno. ☺️

Yo tengo no uno, ni dos… Tengo varios trastornos y también varias enfermedades crónicas, degenerativas, agudas y de otra índole. Tengo discapacidad.

¿Me quieres llamar trastornada para insultarme? Bueno… No hiere quien quiere sino quien puede. ¿Discapacitada? Pues también.

Al final soy una persona con discapacidad, trastornos, enfermedades y ¡con sentido común! 

Si alguien usa todo eso para herirme tienen un problema, porque no pueden.

No me asustan los términos «discapacidad» o «trastorno». Me asusta que por negarlos me nieguen derechos que son míos.

Por un lado entiendo que yo, que soy minoría, tengo que hacer un esfuerzo para integrarme entre la mayoría.

Por otro lado exijo que esa mayoría me de la oportunidad de integrarme y me lo facilite en la medida en que sea posible. Es cosa de todos, ni solo mía ni solo de los demás.

Cualquier terapeuta que no entienda eso será un mal profesional, igual que cualquier persona divergente comete un error si no acepta que tiene dos opciones: quedarse fuera o esforzarse para estar dentro.

Una puede elegir quedarse fuera pero si quiere entrar tiene que intentarlo y tienen que permitírselo. Es más, en un estado de derecho tienen que facilitárselo.

Si le damos una silla de ruedas y una rampa a quien no puede caminar debemos dar herramientas también a otros, con otras dificultades, es de justicia. Pero primero hay que aceptar que no podemos andar (o que tenemos dificultades, las que sean).

Pedir ayuda sin admitir que la necesitamos no es coherente.

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