
¿Queda alguien que no sepa qué es el síndrome de Asperger?
Queda mucha gente desinformada. Quedan millones de personas que no saben qué es el síndrome de Asperger o ni siquiera lo han oído mencionar. Por eso hemos decidido escribir este artículo: corto, conciso y clarificador; para difundirlo por todo el mundo.
El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo caracterizado por deficiencias en la interacción social y la coordinación motora y por los inusuales y restrictivos patrones de interés y conducta. Es decir, con problemas sociales, intereses casi obsesivos por temas muy concretos, conducta inesperada en algunas ocasiones y, a veces, torpeza física.
La persona con Asperger tiene un aspecto externo normal (nada «le delata» físicamente como persona con Asperger), suele ser inteligente y no tiene retraso en la adquisición del habla (comienza a hablar en tiempos normales y de forma normal y acorde con la edad aunque con el tiempo falla su lenguaje pragmático, es decir, el uso social que se hace del mismo).
La capacidad intelectual de las personas con síndrome de Asperger es normal y su lenguaje normalmente solo se ve alterado cuando es utilizado con fines comunicativos. Sin embargo, presentan problemas para relacionarse con los demás.
Suelen fijar su atención hacia un tema concreto, de manera obsesiva muchas veces, por lo que no es extraño que aprendan a leer por sí solos a una edad muy precoz, o se vuelvan auténticos expertos en algún tema que les apasione.
Una persona con este síndrome también se encontrará afectada, de manera variable, en sus conexiones y habilidades sociales, con rasgos repetitivos y una limitada gama de intereses, aunque conforme se vaya haciendo mayor mejorará mucho en estas áreas de dificultad si recibe la atención que necesita (hablan sin parar de su tema de interés pero no se les da nada bien conversar sobre temas que les atraen poco o les resultan banales, rechazan convenciones sociales – tipo hablar del tiempo en el ascensor- y tienen dificultades para ser ellos quienes inicien la conversación).
Las personas con síndrome de Asperger necesitan adquirir habilidades sociales, requieren apoyo terapéutico/psicológico, etc. por lo que es importante ponerles en manos de profesionales tan pronto como sean diagnosticados. Si además padecen rechazo social o acoso escolar el problema se agrava y su autoestima se resiente de forma que suelen sufrir ansiedad además de los síntomas que desarrollan por padecer el trastorno. Normalmente sufren alguna comorbilidad que también les aporta rasgos distintivos o diferentes (trastorno por déficit de atención e hiperactividad, superdotación intelectual, depresión…)
Sus rasgos especiales suelen hacerse patentes a partir de los 3 años de edad aunque algunos de estos niños presentan comportamientos “especiales” casi desde su nacimiento (presentan esa misma hiperactividad y déficit de atención en alguna época, su comportamiento es excesivamente infantil, aprenden a leer solos, no miran a los ojos al hablar, tienen rabietas que para los demás son incomprensibles y desmesuradas, etc.). Lo habitual es que el diagnóstico se realice en torno a los 5 años de edad aunque también es frecuente que antes hayan obtenido diagnósticos erróneos como trastorno obsesivo compulsivo, depresión o paranoia. (Sacha Sánchez, Síndrome de Asperger. Síndrome invisible. Valencia, 2013, ed. Psylicom).
Algunas de las características del trastorno conocido como síndrome de Asperger son: desear hacer amigos sin saber cómo hacerlos, y considerar amigos a meros compañeros, que pueden abusar de ellos y de su confianza; mostrar comportamientos socialmente inapropiados (demasiado infantiles, poco «simpáticos», muy cortantes, etc.); peculiaridades tanto motrices, en algunos casos, como en su forma de expresarse (vocabulario muy rico que resulta pedante, aparente frialdad a la hora de hablar, aparente antipatía porque no filtran bien lo que es adecuado o no decir en cada momento y pueden ofender a otras personas sin querer hacerlo, etc.); falta de entendimiento de las reglas implícitas de los juegos y de las relaciones de grupo o sociales, y su ingenuidad y credulidad (pueden ser engañados e inducidos a cometer acciones inapropiadas).
Esto los convierte en presa fácil para los acosadores de todas las edades y niveles educativos, aunque es en la adolescencia es cuando este problema se agrava hasta alcanzar cotas dramáticas de sufrimiento e indefensión, máxime si tenemos en cuenta que las personas con Asperger pueden llevar años padeciendo en silencio e impunemente la burla, el desprecio, la exclusión social e incluso agresiones físicas sin saber o poder comunicarlo a sus padres o familias.