
Trastornos del neurodesarrollo según el DSM-V.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales es el producto de más de 10 años de esfuerzo de cientos de expertos internacionales en todos los aspectos de la salud mental.
Su dedicación y trabajo han producido un volumen que define y clasifica los trastornos mentales para mejorar los diagnósticos, el tratamiento y la investigación. En octubre de 2014 se publicó en España el 5ª Edición del DSM con muchas novedades entre las que se encuentra una reorganización de los manuales anteriores y también una nueva visión de los trastornos mentales.
El DSMV establece también varios especificadores a tener en cuenta para el diagnóstico:
– Si hay un déficit intelectual acompañante o no lo hay.
– Si TEA aparece con o sin deterioro del lenguaje.
– Si está asociado a una afección médica o genética, o a un factor ambiental conocido o si está asociado a otro trastorno del neurodesarrollo, mental o del comportamiento.
– Si el TEA aparece junto a catatonia.
Los criterios diagnósticos han sufrido también algunas modificaciones que hacen referencia a dos aspectos fundamentales:
a) Las deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diferentes contextos.
b) Los patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades. Lo que se ha dado en llamar intereses restrictivos u obsesivos.
La presencia de esos dos síntomas causan un deterioro significativo en la actividad social, en el entorno académico o en el laboral.
El DSMV incluye entre los trastornos del neurodesarrollo la discapacidad intelectual, los trastornos del espectro autista, el trastorno por déficit de atención-hiperactividad (TDAH), los trastornos específicos del aprendizaje, los trastornos de la comunicación y los trastornos de la motricidad.
En contra de este modelo diagnóstico y su nueva clasificación se alzan voces defendiendo que la clínica ya no es suficiente y que el modelo teórico de los trastornos del neurodesarrollo debe incorporar los avances biológicos. Podemos hacer una descripción de los problemas de una persona y podemos estudiar sus fenómenos cerebrales pero aún estamos lejos de comprender los mecanismos que hay en medio.
En este momento los trastornos del neurodesarrollo se clasifican en el DSMV según las manifestaciones que producen y resulta que todas las personas con autismo, incluso quienes poseen mayor nivel de procesamiento cognitivo, experimentan anormalidades en el desarrollo de sus habilidades cognoscitivas. Aunque el nivel intelectual no se considera un criterio para el diagnóstico se sabe que el Asperger puede implicar un tipo diferente y particular de inteligencia: una disposición superior hacia la sistematización de la información.
De hecho, para algunas personas con autismo de alto funcionamiento o Asperger su perfil cognitivo puede incluir una discrepancia muy importante entre el cociente intelectual verbal (CIV) y el cociente intelectual manipulativo (CIM) pudiendo producirse en cualquiera de los dos sentidos, es decir, mayor uno u otro. Por tanto no es que no exista imaginación en las personas con síndrome de Asperger sino que su imaginación está sesgada por su especial idiosincrasia.
Pese a los cambios introducidos con el DSM-V los alumnos con trastornos del espectro autista siguen siendo considerados alumnos con necesidades educativas especiales (NEE) y generalmente precisan adaptación curricular significativa (casi todos salvo los que anteriormente se clasificaban como Asperger, que en general pueden desarrollar el currículo académico en tiempo y forma normales).
La mayoría de alumnos y alumnas con un TEA precisan un dictamen de escolarización por parte de los responsables de orientación y que se revise la modalidad de escolarización (ordinaria, centro específico, combinada o aulas específicas TEA) desde el punto de vista diagnóstico, por lo que la conveniencia de escolar al menor en un centro u otro dependerá del nivel de gravedad de su trastorno autístico y de las necesidades educativas especiales que presente.