
Trastorno de identidad disociativo o de personalidad múltiple.
Vamos a intentar conocer un poco el trastorno de identidad disociativo que trata de la presencia de dos o más identidades en la persona que lo sufre y es conocido como «personalidad múltiple».
Los trastornos disociativos son aquellos que se producen por fallos en la integración de la conciencia, la percepción, el movimiento, la memoria o la identidad (en el caso de la personalidad múltiple la desintegración se daría en todos estos aspectos) como consecuencia directa de traumas psicológicos.
Cuando se sufre personalidad múltiple la personalidad primaria (o la real) tiende a ser pasiva y depresiva, mientras que el resto son más dominantes y hostiles. Son las identidades más pasivas las que manifiestan amnesia en mayor medida y, en caso de que sean conscientes de la existencia de las personalidades más dominantes, pueden ser dirigidas por estas, que incluso pueden manifestarse en forma de alucinaciones visuales o auditivas, dando órdenes a las demás identidades.
Las personalidades que suelen aparecen por el trastorno de personalidad múltiple pueden no coincidir con el sexo, edad, rasgos psicológicos y orientación sexual del individuo.
En la forma de posesión las diferentes identidades de la persona aparecen como si se tratara de un agente externo que ha tomado el control de la persona. Este agente externo puede ser descrito como un ser sobrenatural o un espíritu, pero a veces es otra persona. En todos los casos las personas hablan y actúan de manera muy diferente a la que lo hacen normalmente. De este modo las diferentes identidades son obvias para las demás personas. La identidad alternativa no es deseada, provoca una angustia y un deterioro importante en la persona puesto que aparece en momentos y lugares que no son apropiados por la situación social, la cultura y/o la religión de la persona.
Las formas de no posesión tienden a ser menos evidentes para los demás. La persona puede notar una alteración repentina en su sentido de sí misma, tal vez sintiéndose como si fuera observadora de su propio discurso, emociones y acciones, en lugar de ser el agente.
Después de un episodio de amnesia es posible que las personas con personalidad múltiple descubran objetos en su hogar o muestras de escritura a mano que no pueden explicar o reconocer; pueden encontrarse en lugares distintos a los que recuerdan haber estado por última vez y desconocer cómo y por qué razón están allí; pueden mostrarse incapaces de recordar cosas que han hecho o de explicar cambios en su comportamiento y es posible que se les diga que dijeron o hicieron cosas que no recuerdan haber dicho ni hecho.
Un caso típico de TID se caracterizaría por una combinación de síntomas disociativos y síntomas de estrés postraumático con otros síntomas como depresión, crisis de pánico, abuso de sustancias o trastornos alimentarios. La presencia de estos otros síntomas es más obvia que la presencia de síntomas disociativos y, además, muy frecuentes por sí solos. Esta es una de las razones que llevaría a los clínicos a obviar una exploración más profunda que permitiera detectar la personalidad múltiple. La amnesia puede incluir lo siguiente:
– Lagunas en la memoria de acontecimientos personales pasados: por ejemplo, la persona puede dejar de recordar ciertos períodos de tiempo durante la infancia o la adolescencia.
– Fallos en la memoria de los acontecimientos cotidianos actuales y habilidades bien aprendidas: por ejemplo, la persona puede olvidar temporalmente cómo utilizar un ordenador.
– El descubrimiento de la evidencia de cosas que han hecho pero que no recuerdan haber hecho.
– Las personas afectadas pueden tener la sensación de que todo un periodo de tiempo ha quedado en blanco.
El TID no surgiría de la fragmentación de una personalidad nuclear sino más bien de un fallo en el desarrollo normal de la personalidad, que resultaría en la presencia de estados mentales, relativamente separados, que acabarían convirtiéndose en identidades alternativas. Además, raramente se observan casos de TID con inicio en la edad adulta.
Igual como sucede con los trastornos del espectro autista (TEA) el número de diagnósticos de TID ha aumentado en los últimos años. Algunos autores atribuyen esto a una mayor conciencia del trastorno por parte de los clínicos y otros consideran que se debe a un sobrediagnóstico. También están los que opinan que existe falta de formación sobre sus manifestaciones y una infravaloración de su prevalencia que llevan a que muchos casos no sean detectados, en parte por una exploración inadecuada.
Además, es obvio que a las personas con TID les resulta difícil reconocer su trastorno por vergüenza, miedo al castigo o a causa del escepticismo de los demás, con lo que aunque tengan el diagnóstico pocas personas de su entorno lo saben. Por lo visto, aunque se dice que la prevalencia de esta enfermedad mental es muy los datos indican que parece no ser tan poco frecuente como se piensa.
El trastorno de identidad disociativo, definido normalmente como la presencia de dos o más identidades –raras veces más de diez- que toman el control de la conducta de una persona de forma recurrente, teniendo cada una de ellas recuerdos, relaciones y actitudes propios, el psicólogo Ricardo Bustos Solero explica que las distintas identidades no recuerdan lo experimentado por el resto, por lo cual no son conscientes de su existencia, si bien esto no siempre es así. También afirma que el cambio entre personalidades suele producirse como consecuencia de estrés.
Una curiosidad interesante es que un trastorno de estrés postraumático puede incluir síntomas disociativos como la falta de recuerdo de aspectos importantes del suceso traumático o la incapacidad para experimentar emociones. Estos síntomas se conciben como una protección contra la misma lógica el TID sería una versión extrema del estrés postraumático de inicio en la infancia: experiencias traumáticas tempranas, intensas y prolongadas, en particular negligencia o abuso por parte de los progenitores, llevarían a la disociación, es decir, al aislamiento de recuerdos, creencias, etc., en identidades alternativas rudimentarias, que se irían desarrollando a lo largo de la vida dando lugar progresivamente a un mayor número de identidades, más complejas y separadas del resto.
Según Ricardo Bustos el tratamiento del TID, que generalmente requiere años, se dirige fundamentalmente a la integración o fusión de las identidades o, al menos, a coordinarlas para lograr el mejor funcionamiento posible de la persona. Esto se lleva a cabo de forma progresiva. En primer lugar se garantiza la seguridad de la persona, dada la tendencia de las personas con TID a autoagredirse e intentar suicidarse, y se reducen los síntomas más interferentes con la vida cotidiana, como la depresión o el abuso de drogas. Posteriormente se trabaja la confrontación de los recuerdos traumáticos, como se haría en el caso del trastorno de estrés postraumático, por ejemplo a través de exposición en la imaginación. Por último, se integran las identidades, para lo cual es importante que el terapeuta respete y valide el rol adaptativo de cada una para facilitar que la persona acepte como propias esas partes de ella misma.
El trastorno de identidad disociativo es una de las psicopatologías más frecuentemente representadas en la ficción. Pero, como todo en la ficción se presenta con errores, con exageraciones e inexactitudes que deben aclararse. Se cuentan por decenas las obras que han usado el TID como inspiración. Bustos nos recuerda algunos ejemplos: «Dr. Jekyll y Mr. Hyde», «Psicosis», «El club de la lucha»,el personaje de Gollum de «El señor de los anillos», «Múltiple», en la comedia «Yo, yo mismo e Irene»…
En conclusión, el trastorno de identidad disociativo, también conocido como desorden de personalidad múltiple, es una enfermedad mental que se caracteriza por la existencia de dos o más estados de la personalidad o identidades que controlan de manera frecuente el comportamiento de la persona. En este trastorno el individuo experimenta diferentes cambios de personalidad, los cuales pueden aparecer sin previo aviso de manera repentina, cada una con su propio patrón de percepción y con diferente forma de actuar con el ambiente. La persona afectada puede sufrir episodios de amnesia. ya que no puede recordar información que normalmente recordaba fácilmente, como los acontecimientos cotidianos, información personal importante y/o acontecimientos traumáticos o estresantes.
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Fuentes para consulta:
– David Spiegel, MD, Willson Professor, Stanford University School of Medicine; Associate Chair of Psychiatry & Behavioral Sciences. Trastorno de identidad disociativo, (Trastorno de personalidad múltiple), en: https://www.msdmanuals.com/es-es/hogar/trastornos-de-la-salud-mental/trastornos-disociativos/trastorno-de-identidad-disociativo
– Freyd, J. J. (1996). Betrayal trauma: The logic of forgetting childhood abuse. Cambridge, MA: Harvard University Press.
– International Society for the Study of Trauma and Dissociation (2011). Guidelines for Treating Dissociative Identity Disorder in Adults, Third Revision. Journal of Trauma & Dissociation, 12:2, 115-187
– Kluft, R. P. (1984). Treatment of multiple personality disorder: A study of 33 cases. Psychiatric Clinics of North America, 7, 9-29.
– Kluft, R. P. (1991). Multiple personality disorder. In A. Tasman & S. M. Goldfinger (Eds.), American Psychiatric Press review of psychiatry (Vol. 10, pp. 161-188). Washington, DC: American Psychiatric Press.
– Psycología online, Trastorno de personalidad múltiple: causas, síntomas y tratamiento: https://www.psicologia-online.com/trastorno-de-personalidad-multiple-causas-sintomas-y-tratamiento-510.html
– Psycología y mente, Alex Figueroba. «Trastorno de Personalidad Múltiple: causas y síntomas». https://psicologiaymente.com/clinica/trastorno-de-personalidad-multiple
– Putnam, F. W. (1997). Dissociation in children and adolescents: A developmental perspective. New York, NW: Guilford Press.