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Trastornos del comportamiento social de comienzo habitual en la infancia y la adolescencia.

En la Clasificación Internacional de Enfermedades (*) se recogen trastornos del comportamiento social de comienzo habitual en la infancia y adolescencia entendiendo que se trata de un grupo heterogéneo de alteraciones que tienen en común la presencia de anomalías del comportamiento social, que comienzan durante el período de desarrollo, pero que, a diferencia de los trastornos del espectro autista, no se caracterizan primariamente por una incapacidad o déficit del comportamiento social aparentemente constitucionales ni están generalizados a todas las áreas del comportamiento.

En muchos casos suelen añadirse distorsiones o privaciones ambientales graves que juegan un papel crucial en la etiología. En este tipo de trastorno no existen marcadas diferencias según el sexo.

1. El mutismo selectivo sería el trastorno caracterizado por una notable selectividad de origen emocional en el modo de hablar de tal forma que, el niño o la niña demuestra su capacidad lingüística en algunas circunstancias, pero deja de hablar en otras. Lo más frecuente es que el trastorno se manifieste en la primera infancia, se da en ambos sexos y suele acompañarse de rasgos marcados de ansiedad social, retraimiento, hipersensibilidad o negativismo.
Es típico que el menor hable en casa o con sus amigos íntimos pero permanezca mudo en la escuela o ante extraños. Una minoría significativa de niños y niñas con mutismo selectivo tiene antecedentes de algún retraso del lenguaje o presenta problemas de articulación.  El diagnóstico requiere que el trastorno del lenguaje sea persistente y que haya constancia y posibilidad de predecir las situaciones en las que la expresión oral tiene lugar o no. Así pues, los niños y niñas que padecen este trastorno tienen capacidad para hablar normalmente pero en determinadas situaciones, especialmente en el colegio o con desconocidos, no utilizan prácticamente ningún lenguaje. Muchos aspectos del mutismo selectivo son similares a los hallados en los autismos de funcionamiento elevado y en el síndrome de Asperger por ello se ha propuesto que, posiblemente, exista una relación entre estos dos trastornos. ↓

2. El trastorno de vinculación de la infancia reactivo se presenta en la edad de la lactancia y en la primera infancia.

El trastorno de vinculación de la infancia reactivo se caracteriza por anomalías persistentes en las formas de relación social del niño, acompañadas de alteraciones emocionales que son reactivas a cambios en las circunstancias ambientales. Es típica la presencia de temor y preocupación inconsolables y también una relación social con los compañeros empobrecida. Son frecuentes las autoagresiones, la tristeza y en algunos casos un retraso del crecimiento. Se presenta habitualmente como consecuencia directa de una carencia parental, abusos o malos tratos graves.

3. Por otro lado está el trastorno de vinculación de la infancia desinhibido, una forma de comportamiento social anormal que hace su aparición durante los primeros cinco años de vida. Una vez consolidado presenta una tendencia a persistir, a pesar de cambios significativos en las circunstancias ambientales. Alrededor de los dos años se manifiesta por una conducta pegajosa y un comportamiento persistente y disperso de vinculación no selectiva. A los cuatro años las vinculaciones difusas permanecen pero las conductas pegajosas tienden a ser sustituidas por una búsqueda de atención y un comportamiento cariñoso indiscriminado. En el período medio y tardío de la infancia los niños y niñas afectados pueden haber desarrollado vínculos selectivos pero el comportamiento de búsqueda de afecto suele persistir y es habitual con los compañeros una relación pobremente modulada. Dependiendo de las circunstancias pueden presentarse, además, alteraciones emocionales y del comportamiento. Suele aceptarse que se debe, en parte, a la falta de ocasiones para desarrollar vínculos selectivos, a la aparición precoz de una vinculación difusa, a relaciones sociales empobrecidas persistentes, etc. ↓


4. La CIE incluye entre los trastornos de la relación social otros trastornos del comportamiento social en la infancia y adolescencia, que incluye trastornos del comportamiento social con retraimiento y timidez, debidos a deficiencias en la sociabilidad;

5. finalmente estaría el trastorno del comportamiento social en la infancia y adolescencia sin especificación.
Sin que estos trastornos del comportamiento social se consideren comórbidos con la mayoría de los del espectro autista lo cierto es que, al final, resulta que la característica más discapacitante de Asperger y otros TEA es su déficit de comprensión social y de reciprocidad emocional responsable, pues, de las dificultades para relacionarse con sus iguales.
Las dificultades en el área del lenguaje de los trastornos del espectro autista podrían tener su origen en la limitada participación en las interacciones recíprocas, en las que se requiere compartir atención, actitudes y emociones, pero también podría interpretarse que la participación en las interacciones recíprocas se ve condicionada por las peculiaridades lingüísticas pragmáticas de las personas con TEA. Por tanto no hay consenso sobre qué es causa y qué es efecto.
(*) CIE-10 F94
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