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Puntos fuertes y debilidades del síndrome de Asperger.

Las personas con síndrome de Asperger y sus familiares se enfrentan a diario a muchas dificultades que no saben o no pueden resolver porque no tienen la formación necesaria para hacerlo. Además de los aprietos que produce tener el síndrome de Asperger, las trabas administrativas y la poca asistencia que existe para las personas con este trastorno convierten el día a día de las familias con alguien diagnosticado en un auténtico Via Crucis.
   La vida no resulta fácil cuando se tiene síndrome de Asperger. El día a día de una persona que tiene este trastorno es complicado y difícil en proporción directa a su grado de afectación y a la cantidad de trastornos comórbidos que se presenten. Superar todas las trabas y problemas con los que se encuentran supone un gran esfuerzo que, desde luego, pueden realizar mejor si reciben apoyo por parte de los demás.
   La parte más triste de las consecuencias que tiene para una persona tener el síndrome de Asperger tal vez sea saborear lo amargo de la discriminación. Pero esto no quiere decir que no quieran socializarse, tener amistades o pertenecer a una comunidad. Ocurre que pese a los intentos por integrarse socialmente fracasan una vez tras otra y, lo que es peor, no llegan a detectar los motivos de ese fracaso.

   Son demasiadas las reglas no escritas que la mayor parte de la gente dan por sabidas y que a los Asperger se les escapan. La gente espera que los demás conozcan esas reglas, tengan o no este trastorno, y esperan también que se comporten de acuerdo con ellas. Así que la persona con Asperger se encuentra con un gran problema cuando nadie les ha explicado previamente lo que son esas reglas, cómo deben acatarse y para qué sirven.

   En ocasiones se califica con conducta disruptiva la de las personas con Asperger que sencillamente desconocen alguna norma social y esa reacción o ese comportamiento tan diferente al que se espera en dicho momento aún dificulta más la integración de la persona en el grupo y la aceptación de los demás. Así que a menudo, después de varios intentos fallidos (y agotadores), la persona con Asperger decide auto-aislarse, pero por lo general está deseosa de pertenecer a un círculo y desenvolverse socialmente. Las familias que fomentan el aislamiento de la persona con este trastorno, aunque lo hagan de buena fe, excusándose en que cuanto menos se relacionen menos incomprendidos se van a sentir, le hacen un mal favor al Asperger en realidad.
   No se debe sobre proteger a quien tiene éste trastorno ni aislarle socialmente para minimizar las dificultades cotidianas a las que se enfrentaría de otro modo. Lo que se debe hacer es precisamente lo contrario: fomentar las relaciones sociales, apoyar e instruir sobre cómo llevarlas a cabo e incluso consolar y ayudar a la persona con Asperger cuando fracasa en sus intentos.
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Imágenes obtenidas de la asociación «Asperger Mar de Plata«.
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