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Problemas de diagnóstico en adultos con TEA.

En muchos casos el síndrome de Asperger no ha sido claramente diagnosticado en la infancia así que frecuentemente uno observa a adolescentes o a adultos, quienes a través de sus años escolares han estado dentro y fuera de las clínicas pediátricas, o traídos y llevados por psicopedagogos, con una sintomatología de comportamiento devenida en acertijo para todo el mundo, pero fundamentalmente sin un claro diagnóstico. 

Muchos diagnósticos de Asperger/autismo se han conseguido cuando la edad de el paciente era de 20, 30 o 40 años de edad (o incluso más) y resulta que una educación temprana y la oportunidad de tratamiento (o la ausencia de ambas) para el entrenamiento y desarrollo de las habilidades individuales puede afectar considerablemente en la vida adulta así que, en estos casos, han perdido una gran oportunidad para mejorar en sus dificultades o, incluso, lograr que desaparezcan.

El síndrome de Asperger afecta tanto a niños como a adolescentes y a adultos. A cada edad las necesidades que se presentan son diferentes y, por tanto, los problemas a los que se enfrenta la persona con Asperger son también diferentes pero, sin duda, el problema que durante toda su vida aparece con mayor intensidad es el de las dificultades de socialización. También el entorno inmediato sufre cambios tras haber recibido el diagnóstico porque Asperger es un trastorno que afecta a toda la unidad familiar y no solo a la persona diagnosticada.

Una de las principales razones de los errores de diagnóstico, que ocurren en el caso de jóvenes y adultos, es debida a los arbitrarios agrupamientos entre adultos y niños en los servicios psiquiátricos.

Casi todas las clínicas de niños finalizan el contacto con sus pacientes una vez que ellos llegan a la edad de 17 o 18 años y, si se requiere alguna ayuda suplementaria, se brindará mediante la remisión a un servicio psiquiátrico de adultos. Desafortunadamente, muy pocos psiquiatras de adultos tienen conocimientos precisos de desórdenes del desarrollo del autismo.

Para encontrar todos los criterios aceptables para el diagnóstico es necesario contar con los síntomas que han sido evidenciados desde el tercer año de vida en adelante y así tener la más detallada de las historias clínicas. 

Por tanto los padres y madres son generalmente los mejores informantes, habiendo conocido a los individuos tratados más que nadie, pero también otros familiares pueden dar información útil para el diagnóstico. Los hermanos mayores, por ejemplo, pueden ser capaces de brindar detalles de los juegos tempranos o de las amistades, y los abuelos también pueden pueden ser de gran ayuda.

Sin embargo con mucha frecuencia más que basar el diagnóstico en la historia pasada tiende a estar basado en los comportamientos observados corrientemente por lo que puede ser sorprendentemente fácil interpretar o construir de manera equivocada los síntomas corrientes, si la naturaleza de los déficits sociales fundamentales y de lenguaje que ocultan el desorden no son tenidos en cuenta.

El diagnóstico correcto puede incluso ser complicado, por supuesto, debido a que las personas con autismo no son inmunes a otras patologías psiquiátricas como la paranoia, la esquizofrenia y particularmente la depresión, de manera que, en los hechos, el clínico puede tener un problema de diagnóstico dual en sus manos.

Aunque muchos padres se quejan de que han sido incapaces de obtener el diagnóstico de sus niños, tanto debido a que las autoridades locales «no creen en el autismo», o son «contrarios a las etiquetas», la situación puede tornarse más desagradable para los padres de individuos mayores si se ha realizado un diagnóstico incorrecto. Esto puede tener implicaciones significativas para el tratamiento y localización y en ciertos casos puede ser mucho más dañino que el no diagnóstico.

Es frecuente, por ejemplo, encontrar adultos con autismo mal diagnosticado como esquizofrenia, los cuales, no es de extrañar que no hayan respondido a la medicación convencional, por lo que se les suministra gran cantidad de dosis de drogas siempre crecientes o simplemente se los abandona a la custodia de los hospitales psiquiátricos. 

Fuente:
Síndrome de Asperger, por Digby Tantam ,phD MPH  Profesor de Psicoterapia Hospital Walsgrave – USA (*)Material extraído en la conferencia dada en el Study Week-end. «The Inge Wakehurst Trust» USA.-

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