
Manejo de actitudes inadecuadas de personas con Asperger.
Los trastornos de la conducta en la infancia y en la adolescencia son una de las situaciones más preocupantes para padres, profesores y profesionales de la salud mental infanto-juvenil.
«A menudo, las personas con Asperger presentan distintas formas de conductas desafiantes. Es crucial que estos comportamientos no sean considerados como voluntarios o maliciosos; deben considerarse más bien como relacionados con la discapacidad de la persona y ser tratados como tales, mediante estrategias cuidadosas, terapéuticas y educativas, y no con un castigo simplista e inconsistente u otras medidas disciplinarias que parecen mostrar que existe un mal comportamiento deliberado. (*) Deben enseñarse estrategias específicas para resolver problemas, normalmente obedeciendo una regla verbal, para hacer frente a las exigencias de situaciones problemáticas frecuentes (por ejemplo, que incluyan una novedad, demandas sociales intensas o frustración).
Se necesita entrenamiento para reconocer estas situaciones como problemáticas y para seleccionar la mejor estrategia aprendida que esté a su disposición y usarla en estas situaciones.
– Poner límites: ha de hacerse una lista de los comportamientos problemáticos más frecuentes, tales como perseveraciones, obsesiones, interrupciones, o cualquier otro comportamiento disruptivo, y han de diseñarse estrategias específicas para manejar estos comportamientos cuando aparezcan. Con frecuencia es de gran ayuda el que estas recomendaciones se comenten con la persona con síndrome de Asperger de un modo explícito, a modo de reglas que hay que seguir, estableciendo expectativas claras e intentando que se mantenga la consistencia con todos los adultos involucrados, en todos los entornos y situaciones.
Debe hacerse un esfuerzo para establecer, hasta donde se pueda, todas las posibles contingencias (no demasiadas), así como las orientaciones para poner límites, de modo que cada uno de los profesores no necesite improvisar, desencadenando a lo mejor la oposición de la persona con Asperger o una rabieta.
Cuando se haga la lista de los comportamientos problemáticos es importante establecer prioridades para que el personal educativo y la propia persona con síndrome deAsperger puedan concentrarse en un número limitado de comportamientos realmente disruptivos (hacia los demás o hacia la propia persona). – Ayudar a la persona con Asperger a hacer elecciones: no hay que suponer que toma decisiones informadas y basadas en su propio conjunto de gustos y aversiones elaborados. Debe ayudársele a considerar las alternativas de acción o elección, así como sus consecuencias (por ejemplo, recompensas y desagrado) y los probables sentimientos asociados.

La meta es lograr el control de las respuestas agresivas, ajuste a las normas y límites, desarrollo social positivo y apropiado desarrollo del lenguaje (especialmente en la expresión de emociones y sentimientos), por lo que se debe aprender a prestar atención al hijo o hija, usar la atención para conseguir que obedezcan o se ajusten a la norma establecida, ordenar de una manera más eficaz, enseñar a no interrumpir, establecer un sistema de recompensas, aprender sancionar el mal comportamiento de una forma constructiva, etc.
Una de las principales manifestaciones de los trastornos autísticos como el síndrome de Asperger es el déficit en la autorregulación emocional o la inestabilidad emocional. Esto se traduce en:
– Déficits en la autorregulación del aurosal fisiológico causado por emociones intensas.
– Dificultades en la inhibición de conductas inapropiadas en respuesta a emociones positivas o negativas.
– Problemas para centrar la atención después de emociones intensas.
– Desorganización de la conducta coordinada en respuesta a una activación emocional.
El autismo se observa desde el nacimiento por los rasgos presentes en menores, incluso de muy corta edad, por ejemplo porque tienen una valoración inadecuada de los signos socio-emocionales (como si no comprendieran la comunicación no verbal); por un comportamiento desajustado al contexto social (por ejemplo con rabietas aparentemente sin justificar, independientemente de lo que pase alrededor) y por la ausencia (no en todos los casos) de signos sociales convencionales como la sonrisa o el saludo.
Hay que reconocer, pues, si estamos ante una persona con un síndrome del emperador o del pequeño tirano: en ese caso se trata de niños y niñas que sufren un desorden de comportamiento que manifiestan serias dificultades para sentir culpa y mostrar empatía. Los menores con síndrome del emperador suelen tener ente 11 y 17 años, actitud agresiva y poca tolerancia a la frustración, rabietas, ataques de llanto, insultos, exigencias, maltratos… Con sus berrinches y demandas logran desafiar los límites e imponerse ante las figuras de autoridad, incluso llegando a la agresión física. Se estima que sólo un tercio son niñas. Estos niños/as no manifiestan los berrinches propios de su etapa evolutiva en la búsqueda de límites, tampoco son chicos hiperactivos ni padecen trastornos de atención, ni encajan dentro del denominado trastorno negativista desafiante sino que su falta de empatía y su mirada centrada exclusivamente en sus necesidades inmediatas les llevan a estallar en ataques de histeria o a la agresión física si su entorno no logra satisfacer sus reclamos.
– Trastorno disocial en niños/as no socializados: las conductas propias del trastorno de conducta se ven acompañadas por una falta de integración efectiva, fruto de la carencia de habilidades para el establecimiento de relaciones adecuadas con los compañeros/as, de manera que el niño/a se sentirá frecuentemente aislado, rechazado, será impopular y no disfrutará de relaciones afectivas recíprocas y sinceras.
– Trastorno disocial en niños/as socializados: el individuo presenta un grado de integración adecuado al menos con algunos compañeros de la misma edad. El matiz en este subtipo, recae sobre la idea de que el niño/a posee las habilidades necesarias para establecer interacciones valiosas.
(*) Ami Klin, Ph.D., y Fred R. Volkmar, M.D. Yale Child Study Center. Publicado por la Learning Disabilities Association of America. Marzo de 1996. Traducción: Enrique Vázquez y Cristina Fanlo . Original en Inglés publicado en la página de O.A.S.I.S.
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Fuentes:
– Orientaciones generales para el manejo del comportamiento en Síndrome de Asperger. Tratamiento e intervención. Algunas recomendaciones para los padres. de Klin y Volkmar: https://mundoasperger.com/2017/08/marco-general-de-intervencion-y.html?m=1
– Caballo, M.V., y Simón, L.M.A. (COORDS.) (2005): Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescente. Trastornos generales. Madrid. Pirámide.
– Valle García Novales., M (2012). Los trastornos graves de conducta. Estrategias para un abordaje eficaz desde la orientación educativa. Manual de atención al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo derivadas de trastornos graves de conducta. Consejería de Educación, Junta de Andalucía. Dirección General de Participación e Innovación Educativa.
– El trastorno oposicionista desafiante: una mirada crítica desde un análisis crítico del discurso .Junio de 2012. Ignacio Brunnel, Nicolás Navarrete y Diego Troncoso
– Síndrome del emperador o del pequeño tirano: https://mundoasperger.com/2015/10/sindrome-del-emperador-o-del-pequeno.html
– Trastornos del comportamiento social de comienzo habitual en la infancia y adolescencia: https://mundoasperger.com/2017/03/trastornos-del-comportamiento-social-de.html
– Trastorno negativista desafiante: https://mundoasperger.com/2015/09/trastorno-negativista-desafiante.html