
El apoyo a la persona con TEA no debe suspenderse en el adulto.
En función de sus características personales la persona mayor de edad con un trastorno del espectro autista (TEA) o Asperger va a requerir una educación continuada, la provisión de un entorno que
se ajuste a sus necesidades individuales y la recepción personalizada de apoyo sociales que le posibiliten una vida de calidad. El apoyo a la persona con un trastorno del espectro autista no es solo para los menores. No debe suspenderse en el adulto.
Como señala Autismo Europa «la edad adulta es el período más largo de la vida y el plan de tratamiento debe considerar el acceso a una variedad de recursos, que van desde la atención residencial y los hogares de grupo, hasta un apoyo personalizado en la comunidad; y alternativas ocupacionales, desde centros estructurados de día, empleo especial con apoyo, hasta la plena integración laboral«.
La educación personalizada y permanente y el acceso al apoyo que les permita participar en la vida comunitaria serán necesidades que acompañarán a las personas con TEA a medida que se hagan mayores y lleguen a la tercera edad, por lo que será preciso mantener un plan adecuado a su edad,
y hacer hincapié permanentemente en aspectos como individualización, opción personal, adecuación a la edad, planes de transición, adquisición de competencias funcionales, participación en la vida comunitaria, coordinación entre cliente y profesionales, respeto y dignidad.
Cualquier tratamiento debería basarse en la identificación precoz del trastorno y en la realización de un proceso diagnóstico multidisciplinar que contemple una evaluación de las capacidades y necesidades individuales y que oriente hacia un plan de tratamiento centrado en la persona con TEA.
Estos aspectos se han revisado en detalle en diversas publicaciones (ver fuentes más abajo) y por eso ya existe un consenso en que la educación y el apoyo comunitario son los principales medios de tratamiento, con especial incidencia en programas para el desarrollo de la comunicación y la competencia social.
Estos aspectos se deben complementar, en ocasiones, con medicación y otros programas terapéuticos,
como los programas para problemas específicos de conducta o la terapia cognitivo-conductual para los problemas psicológicos asociados en personas de nivel de funcionamiento más alto.
Los trastornos comórbidos se deben tratar del mismo modo que en la población general, pero de manera adaptada cuando así se requiera.
Se puede establecer que no hay un único método universal de tratamiento óptimo para estos trastornos. En ocasiones los tratamientos propuestos (*) no guardan relación alguna con el conocimiento disponible;
otras veces son esotéricos, peligrosos o éticamente reprobables.
Frecuentemente se utilizan tratamientos inespecíficos indicados para pacientes con otros problemas, con la esperanza de que también sean eficaces para los TEA. En general los tratamientos se evalúan en casos únicos o en series muy pequeñas de pacientes, lo que dificulta la generalización de los posible.
Existen técnicas coherentes con el estado actual del conocimiento sobre el autismo que se aplican en numerosos programas. Sin embargo, a pesar de esta aceptación, estos métodos en su inmensa
mayoría no están validados de una manera científica.
Asimismo, hay que señalar que no tener evidencia demostrada de que un tratamiento sea eficaz únicamente quiere decir eso: que hasta la fecha no se ha demostrado su eficacia, aunque en el
futuro pudiera demostrarse.
La American Psychological Association ha propuesto recientemente que las prácticas psicológicas basadas en la evidencia serían aquellas que integrasen la mejor evidencia generada por la investigación, así como el juicio clínico de profesionales con experiencia, en el contexto de las características de la persona, su cultura y sus preferencias individuales.
En definitiva, es predecible que en el futuro tengamos nuevas herramientas que determinen la eficacia de los tratamientos y que, conjugadas con los conocimientos actuales permitan una evaluación
múltiple que oriente el tratamiento cada vez mejor.
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(*) Texto de REV NEUROL 2006; 43 (7): 425-438, J. FUENTES-BIGGI, ET AL.
http://aetapi.org/download/guia-de-buena-practica-para-el-tratamiento-de-los-trastornos-del-espectro-autista-rev-neurol-2006/?wpdmdl=1657
Fuentes para consulta:
– Barthélemy C, Fuentes J, Van der Gaag R, Visconti P, Shattock P. Descripción del autismo. Asociación Internacional Autismo Europa; 2000 y 2005.
– Hernández J, Artigas J, Martos J, Palacios S, Fuentes J, Belinchón M, et al. Guía de buena práctica para la detección temprana de los trastornos del espectro autista. Rev Neurol 2005; 41: 237-45.
63.
– Díez-Cuervo A, Muñoz-Yunta JA, Fuentes J, Canal R, Idiazábal MA, Ferrari MJ, et al. Guía de buena práctica para el diagnóstico de los trastornos del espectro autista. Rev Neurol 2005; 41: 299-310.
– Levant RF. Report of the 2005 Presidential Task Force on Evidence Based Practice. Washington: American Psychological Association; 2005.