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La problemática para diferenciar un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el síndrome de Asperger surge en los primeros años de vida, cuando el niño o la niña muestra dificultad para interpretar los pensamientos de los demás y, a veces, padece cierto problema para centrar su atención o muestra una conducta hiperactivo-impulsiva.

Durante la etapa prescolar muchos menores con Asperger o TDAH pueden tener un desarrollo casi idéntico. Según los especialistas:
– Son niños y niñas a los que les cuesta interrelacionarse con otros tanto en el caso del Asperger como en el del TDAH.

– Suelen ser muy buenos con los puzzles y juegos de construcción y muchos son excelentes en el área de conocimiento musical, por ejemplo.
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Los pacientes con síndrome de Asperger son personas que, generalmente, no tienen habilidades sociales, muestran obsesión por algún tema en particular, rutinas muy marcadas y sobre todo carecen de capacidad para interpretar el lenguaje no verbal.
Además, los dos trastornos comparten algunos síntomas hasta el punto de que algunos menores con el síndrome de Asperger son inicialmente diagnosticados con TDAH.

Los casos fronterizos entre TDAH y síndrome de Asperger pueden presentar serias dificultades para orientar la intervención y sobre todo para matizar la información que van a recibir la familia y los educadores. Dada la significativa interrelación entre ambos trastornos es crucial en todos los casos clínicos que el proceso de diagnóstico diferencial sea llevado a cabo de una forma precisa.
El curso de desarrollo de ambos trastornos sigue caminos divergentes. Así, y durante la segunda etapa de la infancia, el niño hiperactivo continúa experimentando problemas severos de atención, los cuales suelen afectar su rendimiento escolar de forma significativa. Sin embargo, durante la infancia, el niño con el síndrome de Asperger muestra la capacidad generalmente adecuada para el aprendizaje independiente. Pero, a medida que la persona se acerca a la adolescencia, el déficit social se manifiesta de una forma más marcada y el patrón restringido de intereses se intensifica.
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En el TDAH los síntomas más frecuentes son impulsividad, falta de memoria, cierta incapacidad crónica para concentrarse o enfocarse en una cosa particular a la vez y que se distraen fácilmente. No supone falta de inteligencia y no son niños o niñas necesariamente vagos ni desmotivados. Aunque no se puede obviar que es habitual que presenten conducta disruptiva lo cierto es que su propia inquietud se confunde a menudo con un mal comportamiento. Son menos eficaces en los procesos de autorregulación conductual porque las tareas lingüísticas requieren niveles altos de atención, inhibición, memoria de trabajo, planificación y organización, que son aspectos en los que estas personas se presentan deficitarias. De todos modos los síntomas o rasgos que presentan los/las pacientes con TDAH son tan abiertos a la interpretación que es difícil de precisar quién lo tiene y quién no.
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Respecto al lenguaje, el pequeño/a con TDAH interrumpe las preguntas mientras que el niño con síndrome de Asperger no las entiende. El niño/a con TDAH presenta una atención dispersa y no puede detenerse ante los estímulos, no los filtra, mientras que en el niño/a con síndrome de Asperger si la atención es deficiente es porque el tema no le interesa.
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Fuentes:
– A través de la Clínica Neurometrics y la Fundación Cadah: R. Caballero Andaluz, “Comorbilidad y diagnóstico diferencial en el Sindrome de Asperger“.
– J. Artigas-Pallares, K. Gacria Nonell. E. Rigau Ratera. “Comorbilidad en el TDAH”.
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– Síndrome de Asperger. Síndrome invisible. 2013, Sánchez-Pardíñez, S., Psylicom Ediciones, colección de materiales para TEA .
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