
Difrencias entre síndrome, trastorno y enfermedad.
Las familias y los profesionales están concienciando y llevando a cabo una campaña muy extensa para difundir que los trastornos del espectro autista (TEA) no son una enfermedad pero a pesar de estas acciones es habitual ver en medios de comunicación identificar estos trastornos como enfermedad y, por extensión, a las personas que los tienen se las trata de enfermas.
Incluso hemos encontrado articulistas y bloggers que se refieren al síndrome de Asperger como una semi-enfermedad, lo cual, en vez de clarificar conceptos, supone una confusión añadida. En el ámbito de la salud y de la psicología es muy frecuente el uso de tres conceptos clave: el síndrome, el trastorno y la enfermedad, palabras con mucha fuerza porque a nivel popular acostumbran a asociarse a la falta de salud y los problemas en el organismo, algunos de los cuales podrían ser crónicos y por lo tanto no tener cura. Sin embargo, eso no significa que en los entornos científicos, académicos y de la salud se utilicen como sinónimos. De hecho, no lo son. (Arturo Torres, Psicólogo).
Un síntoma podría ser una señal de alerta de que un paciente puede tener su salud comprometida de algún modo, o podría ser una «falsa alarma».
Es decir, un síntoma puede ser muchísimas cosas, y el hecho de que estén presentes no sirve como confirmación definitiva de que la salud de alguien se vea comprometida: por ejemplo, un paciente puede decir que le duele la cabeza (síntoma) sin que esto sea señal de que se tiene una enfermedad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) salud es “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y/o enfermedades. También puede definirse como el nivel de eficacia funcional y/o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como en el macro (social)”. En 1992 se agregó a la definición de la OMS: “y en armonía con el medio ambiente”, ampliando así el concepto. Entonces:
La enfermedad es un proceso de afección de un ser vivo caracterizado por la falta de salud. Debe tener un origen conocido, un tratamiento médico, pautas comunes, un pronóstico y un diagnóstico fiable (aunque en el caso de las “enfermedades raras” estas características no se van a cumplir en su totalidad).
El estado y/o proceso de enfermedad puede ser provocado por diversos factores denominados noxas (del griego nósos: «enfermedad») resultando un proceso, y el estatus consecuente de afección de un ser vivo, caracterizado por una alteración de su estado de salud.
El concepto de enfermedad, como el de síndrome, es una entidad clínica y por tanto tiene que ver con los problemas de salud. Sin embargo, si un síndrome no es más que un conjunto de síntomas ya estudiados e identificados como algo que tiene una entidad propia al tener una forma típica de manifestarse, una enfermedad debe presentar, además de uno o más síntomas, o cambios reconocibles en el cuerpo o bien una causa biológica conocida (o ambos elementos).
Es decir, que un síndrome, al ser esencialmente un conjunto de síntomas, no tiene por qué tener una causa conocida ni desarrollarse a la vez que alteraciones anatómicas. Así pues, algunos síndromes pueden ser la manifestación de una enfermedad, pero otros no, ya que sus causas pueden ser tan biológicas como, por ejemplo, sociales.
Una enfermedad, según la OMS, es una alteración de la salud que debe cumplir con al menos con dos de lo siguientes criterios:
– Que tenga un agente etiológico (causa) reconocible.
– Que tenga un grupo identificable de signos y síntomas.
– Que presente alteraciones anatómicas consistentes.
Son enfermedades la gripe, la viruela, el glaucoma, etc.
Un síndrome es un conjunto de síntomas o signos conocidos que pueden aparecer juntos aunque con un origen o etiología de origen desconocido. A su vez, estos síntomas pueden determinar un trastorno específico. No obstante en psicología y psiquiatría se puede referir también a un cuadro relacionado con una reacción psíquica ante una situación vital.
Un síndrome es, entonces, un conjunto de síntomas que se dan juntos y que ya ha sido estudiado previamente y que, por tanto, ha sido identificado como un cuadro clínico vinculado con uno o varios problemas.
Así pues, en un síndrome hay una serie de síntomas que se dan juntos con mucha frecuencia. Sin embargo, los síntomas que componen un síndrome pueden variar con el tiempo y por lo tanto este puede llegar a desaparecer. Por ejemplo, el síndrome de Estocolmo; donde no existe ninguna enfermedad, sino un cuadro originado por una situación social donde existe un nivel de tensión emocional que genera un modelo de autoprotección que genera una identificación de la persona que soporta esta situación frente a quienes la crean. En el caso del síndrome de Down se conoce el origen del mismo, pero no las causas que lo provocan.
Un trastorno puede considerarse como una descripción de una serie de síntomas, acciones o comportamientos. Suele estar asociado a desordenes relacionados con patologías mentales aunque también se asocia a alteraciones de los procesos cognitivos y afectivos del desarrollo, considerando que existe una diferencia significativa respecto al grupo social mayoritario donde se incluye la persona, no existiendo una etiología conocida. En la mayoría de los casos el desarrollo es anormal desde la primera infancia y sólo en contadas excepciones las anomalías se manifiestan por primera vez después de los cinco años de edad.
En términos genéricos por trastorno puede entenderse simplemente una alteración del estado de salud normal debido o no a una enfermedad. El ámbito en el que es más frecuente hablar de trastornos es del de la salud mental. Un trastorno mental suele ser entendido como un cambio desadaptativo (y por tanto problemático) que afecta a los procesos mentales.
«Muchas veces el término trastorno se utiliza como un modo más laxo de referirse a la enfermedad en aquellos casos en los que las causas no están muy claras y las posibles alteraciones anatómicas con las que está asociado pueden ser a la vez causa o consecuencia suya. En el caso de los trastornos mentales esto se hace mucho ya que muchas veces no queda muy claro si los desequilibrios bioquímicos asociados a algunos trastornos son lo que produce los síntomas o son un producto de una dinámica de interacción entre la persona y su entorno». (Arturo Torres en .
De este modo, el concepto de trastorno sirve simplemente para describir las señales del estado de anormalidad y de alteración de la salud en el que se encuentra una persona, mientras que el de enfermedad señala una relación de causalidad, porque incluye las causas concretas (etiología) de la falta de salud.
La otra forma de entender el significado del término «trastorno» cuando se habla de trastornos mentales es la que tiene que ver con enfatizar la manera en la que el individuo se ha relacionado y sigue relacionándose con el entorno, en vez de entender por trastorno algo estático, relacionado con la genética, la enfermedad y las lesiones.
La causa del trastorno no tiene por qué poder ser reducida a una parte muy concreta del cerebro que funciona de manera anormal, sino que podría estar repartida en todas aquellas acciones que componen un ciclo: actuamos de un modo porque percibimos las cosas de un modo porque actuamos de un modo, etc.
En el caso del síndrome de Asperger no existe un origen conocido concreto aunque se sabe que hay cierto componente genético y que se trata de un trastorno psicobiológico, no existe tratamiento farmacológico, no hay dos casos iguales, el pronóstico es variable y el diagnóstico es más válido como instrumento que como diagnóstico definitivo.
Estamos ante un problema de desarrollo que se sale del concepto de normalidad pero que no implica enfermedad. Las personas con trastornos del espectro del autismo pueden tener una salud inmejorable pero seguirán presentando conductas específicas e identificables con el trastorno en sí. El síndrome de Asperger, por tanto, no es una enfermedad.
Se comete habitualmente el error de catalogar el síndrome de Asperger y otros trastornos del espectro autista como enfermedades, cuando en realidad una enfermedad tiene tratamiento curativo o paliativo, se sabe su origen y procedencia e incluso la forma como se trasmite si es el caso.
A veces las personas con Asperger toman algún tipo de medicación para otros trastornos que tienen asociados al principal, por ejemplo para la hiperactividad o para la depresión, pero no existe tratamiento médico ninguno para el síndrome en sí mismo.
Tampoco, lógicamente, se trata de un trastorno transmisible: no se contagia. Debe tenerse claro este punto especialmente en el entorno escolar del niño/a con Asperger que, a menudo, no solo sufre el rechazo o el acoso de sus compañeros sino también la incomprensión y desprecio de los padres y hermanos de sus colegas de colegio.
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– Arturo Torres, Psicólogo, en https://psicologiaymente.net/clinica/diferencias-sindrome-trastorno-enfermedad Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.
– Psicología del lenguaje. Investigación y teoría (1992), Angel Rivière y Mercedes Belinchón.
– Sacha Sánchez-Pardíñez. Síndrome de Asperger. Síndrome invisible: https://casadellibro.com/libro-sindrome-de-Asperger-sindrome-invisible/9788494100062/2113093